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Una isla turística en Grecia se resiste a un proyecto de piscifactoría

En las aguas de Poros, en el mar Egeo, en Grecia, los pescadores no quieren que se instalen piscifactorías para criar peces destinados a los mercados de Italia y de Francia.

Poros, Grecia
Una foto aérea muestra piscifactorías en la isla de Poros, el 5 de julio de 2023. El grupo greco-español Avramar, que se presenta como el principal productor mundial de pescado del Mediterráneo, ya opera varias piscifactorías en Poros.
ANGELOS TZORTZINIS/AFP

Bajo el sol el pescador Spiros Papaioannou limpia sus redes y expresa su descontento: "No queremos a esas piscifactorías aquí en nuestra isla". "Nos van a sacar a nosotros los pescadores", dice el septuagenario que lleva botas plásticas blancas de plástico.

Esta mañana de julio, como todos los días entre las 04H30 y las 05H00, fue a ver sus redes en las aguas del mar Egeo, frente a Poros. Esta pequeña isla turística no quiere la crianza intensiva de orientada a los mercados de Francia y de Italia.

En este pequeño territorio de 3.000 habitantes, separado del Peloponeso por un estrecho brazo de mar, sus habitantes se oponen al proyecto. "Sí al turismo marítimo, no a la piscicultura", proclama un banderín.

En las aguas de Poros, ya hay varias granjas piscícolas explotadas por el grupo greco-español Avramar , que se presenta como el primer productor mundial de peces mediterráneos. Pero un proyecto prevé hacer de la isla uno de los principales sitios de piscicultura de Grecia. Al final esas piscifactorías cubrirán un cuarto de la isla, o sea 600 hectáreas de tierra y 269 hectáreas en mar.

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Grecia, que tiene más de 15.000 km de costas, busca desarrollar su industria de piscicultura y ha identificado 25 sitios para la instalación de granjas.

La Unión Europea otorgó 92 millones de euros de fondos al país de aquí a 2027 para la promoción de esta industria que en Grecia experimentó un alza de 7% del volumen en 2021 , a 131.000 toneladas, según la Organización Helénica de Productores de Piscicultura (ELOPY).

Los encargados del proyecto local, POAY Poros, proyectan que la producción anual puede llegar a más de 8.800 toneladas, frente a 1.100 toneladas en la actualidad.

El alcalde de la isla encabeza las protestas contra la ampliación de esos sitios de piscicultura. Poros "depende en 95% directamente o indirectamente del turismo", dice a la AFP Yannis Dimitriadis.

"Nos convertiremos en zona industrial, y eso altera todo el equilibrio de nuestra economía" , añade el edil, quien asegura que ya se entrevistó en dos ocasiones con el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, para exponer su oposición al proyecto.

Contactado por la AFP, el grupo Avramar, que registró en 2021 un volumen de negocios de 157 millones de euros, no quiso dar detalles pues el proyecto se encuentra en "fase preliminar".

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Con edificaciones color pastel, sus plazoletas blancas con laureles rosados y bugambilias color fucsia, Poros cultiva la imagen de un turismo humano lejos de los grandes complejos hoteleros. "No queremos ser Santorini o Mykonos", dice Magdalena Iwaszko, propietaria de un pequeño establecimiento hotelero.

"Los turistas vienen aquí para relajarse (...) La implantación de granjas piscícolas tendría enormes consecuencias medioambientales. ¡Nadie quiere acuacultura aquí!", dice, instalada en una de las terrazas que bordean el puerto de la isla. "Poros se caracteriza por aguas claras como el cristal y una costa intacta", añade.

Tapizada de pinos, la parte norte de la isla, Kalavria, está poblada de cabras y grillos. Ningún barco turístico oculta el horizonte, solo grandes recipientes esféricos flotantes. "No me opongo a las piscifactorías. En nuestro mar se reducen los peces de año en año, por lo que esas granjas son un mal necesario", añade.

"Pero es necesario que eso sea hecho correctamente, con un estricto protocolo y controles y no en zonas turísticas", concluye el pescador.

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El alcalde se preocupa de que surjan enfermedades en esos lugares y por las consecuencias medioambientales causadas por la concentración de los peces, así como por "los desechos producidos por los peces, los medicamentos que se les administran y el uso de gran cantidad de formol".

Las piscifactorías niegan las acusaciones y dicen que protegen el medio ambiente y velan por la salud de los peces.

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