El pasado 21 de agosto llegó a las librerías del país Este es el cordero de Dios , de la editorial Planeta, el más reciente libro del periodista Juan Pablo Barrientos. En este, el investigador narra la estremecedora historia de Pedro, quien fue abusado sexualmente por el padre Javier Guillén Urrego, sacerdote de la arquidiócesis de Villavicencio que lo indujo a la prostitución por casi dos décadas.
Al concluir esta exhaustiva investigación, Barrientos concluyó que fueron al menos 38 sacerdotes los que estarían involucrados en los abusos contra esta víctima , entre ellos, el cura Cristóbal de Jes´us Puertas, quien ya había sido denunciado en Miami en 2010 por otro caso de abuso que intentó ocultar obligando a la víctima a llegar a un millonario acuerdo. Tras la huella del purpurado, el periodista demostró que durante los últimos diez años, el sacerdote Puertas regresó a la capital del Meta siendo asignado a tres parroquias por nominación del arzobispo Óscar Urbina.
Además de Pedro; María del Socorro Martínez, Olga Cristancho y la abogada Claudia Carrasquilla son las tres protagonistas que hacen parte de esta investigación y cuyo papel fue crucial en el proceso de denuncia de la víctima ante la Fiscalía General de la Nación y luego, ante la opinión pública. Martínez y Cristancho, que en un primer momento fueron nombradas por el arzobispo Urbina para que integraran una comisión arquidiocesana cuya misión era velar por el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, acabaron siendo excluidas de sus funciones de manera arbitraria por el obispo cuando ellas descubrieron las denuncias que él ocultaba. Por su parte, la abogada Carrasquilla es actualmente la apoderada de Pedro, cuyo expediente reposa en poder de la directora de la Unidad de Infancia y Adolescencia de la Fiscalía, Claudia Piedad González. Barrientos, quien durante la investigación para su libro conoció a los involucrados, dice que teme las retaliaciones que pueda tomar monseñor Urbina en contra de María Socorro y Olga: "Igual va a perder porque estas mujeres se saben las leyes al derecho y al revés. Ellas son tres pesos pesados con los que se metió", dice.
Con la exclusión de estas dos mujeres de la comisión arquidiocesana y la posterior publicación del libro de Barrientos, se dio a conocer el caso más aberrante sobre abuso sexual conocido dentro de la iglesia católica colombiana, cuyas denuncias revelaron la sistematicidad de los ataques y el encubrimiento de la iglesia pues muchas de estas acusaciones reposaban desde hacía décadas en el Archivo Secreto de esta jurisdicción eclesiástica. Según la investigación este caso fue encubierto por los arzobispos Alfonso Cabezas, Octavio Ruíz y Óscar Urbina. Según Barrientos, de haberse conocido esta información a tiempo se hubieran podido evitar la cadena de abusos y de violencia sexual contra otros menores de edad. "En el Código Canónico se expresa que cada diócesis mantendrá un archivo secreto —al que solo puede acceder el obispo, y en su defecto, el vicario general— donde reposarán todas las denuncias celestiales y terrenales , denuncias terrenales que no son otra cosa que abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes", asegura el periodista.
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Pese a que hasta ahora la Iglesia católica había señalado a José Ignacio Galeano como responsable de varios abusos contra otros menores de edad, el nombre de este sacerdote también aparece en el libro de Barrientos acusado de pertenecer a la amplia red de abusadores sexuales contra Pedro, un caso que nunca fue informado ante las autoridades colombianas y que por el contrario, su prontuario permaneció intencionalmente oculto por los clérigos. "En Colombia, la autoridad civil no puede acceder a este Archivo Secreto porque su poder de sigilo está protegido por el Concordato que existe entre el Estado colombiano y El Vaticano, suscrito desde 1973 —cuenta Barrientos—. Aunque la mayoría de los artículos de este Concordato ya fueron declarados inexequibles desde 1993, hay algunos que aún están vigentes, como por ejemplo el fuero eclesiástico".
Junto a este Concordato, existen otros 18 de ellos suscritos actualmente en el mundo y 13 de ellos están en América Latina. "Un Concordato es un tratado internacional que hoy en día ya no se necesita y del que Colombia tiene que prescindir", afirma Barrientos. "Uno de los próximos retos que tengo es denunciar y buscar la inconstitucionalidad de este Concordato porque es el tratado más sinvergüenza que se pueda encontrar en nuestro ordenamiento jurídico".
El Papa es el primer negacionista. Aunque él lanza unos titulares y unas frases muy bonitas y motivacionales para vender humo siendo carismático, en el fondo él va a proteger a su institución. Y aunque él quisiera hacer algo algunos obispos en todo el mundo lo impedirían.
A pesar de que sus denuncias ya han tocado las puertas de El Vaticano, Barrientos no se muestra muy optimista ante el impacto que estas puedan generar entre los clérigos y administrativos eclesiásticos de La Santa Sede. "El Papa es el primer negacionista. Aunque él lanza unos titulares y unas frases muy bonitas y motivacionales para vender humo siendo carismático, en el fondo él va a proteger a su institución. Y aunque ´él quisiera hacer algo algunos obispos en todo el mundo lo impedirían".
Entre las denuncias hechas por Barrientos resulta particularmente grave una que involucra al arzobispo de Bogotá, Luis José Rueda, actual presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, por nombrar como párroco de Nuestra Señora de Belén, en el barrio Egipto, a un misionero llamado Oswaldo Jaramillo Osorio, señalado por Pedro como integrante de la red de explotación sexual sacada a la luz por sus denuncias. "Los sacerdotes se aprovechan de esa orfandad para abusarlos sexualmente a cambio de mercados y de unas cuantas monedas. De promesas que nunca se cumplen".
Además hay una referencia por parte del periodista Juan Pablo Barrientos a un caso de encubrimiento que, según este, involucra al cardenal Rubén Salazar y “al pederasta Nelson William Montes Lizarazo, quien abusó de una niña desde los diez años hasta que la dejó en embarazo a los quince”. Según Barrientos, el cuerpo eclesiástico “autorizó y recomendó al pederasta para que trabajara en la Diócesis de San Carlos en Venezuela”, a pesar de que, al menos desde el año 2008, ya se tuviera conocimiento en la Curia del comportamiento de este sacerdote.
En Dejad que los niños vengan a mí , su primera investigación relacionada con casos de pederastia publicada en 2019, Barrientos explicó cómo el arzobispo de Medellín dio su visto bueno para que el padre Roberto Cadavid Arroyave, sacerdote que fue suspendido ad cautelam del ministerio sacerdotal en el año 2012, se incorporara a la diócesis estadounidense de Brooklyn, a pesar de las denuncias sobre pederastia que este tenía. "La mayoría de las víctimas no denuncian y está bien eso porque cada persona asume el abuso sexual de una manera diferente. Otros le cuentan a sus padres o a su pareja; otros no le cuentan a nadie. Pero la mayoría se llevan esas historias a la tumba", asegura el periodista.
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El escándalo y la censura
Semanas después de la publicación de este libro, se desató una tormenta judicial entre algunos religiosos y el periodista en la que los purpurados buscaban la censura y la protección de derechos que al parecer se vulnerarían con los hechos narrados en el libro. En las acciones de tutela que fueron interpuestas se pedía que se suspendiera la publicación del texto y su reproducción. "Me parece muy cínico que los curas salgan a condenar las uniones entre personas homosexuales y a señalarlos de ser una aberración, cuando más del 90% de los sacerdotes son gais. Y me parece maravilloso que lo sean, con lo que no estoy de acuerdo es con ese discurso de doble moral", dice Barrientos.
Por la publicación de esta investigación, Juan Pablo ha sido blanco de varias amenazas y protestas de fervientes creyentes que, ante los testimonios expuestos por las víctimas, siguen respaldando a los que llaman "líderes espirituales". "A veces temo que me agredan físicamente. Pero a pesar de eso, yo ando tranquilo por todo lado: con la frente siempre en alto, pero temor por lo que yo haya hecho no tengo. Temor por lo que otro haga con uno, sí, porque aunque la vida es sagrada, hay veces el otro no lo entiende ni lo respeta", concluye.
Los sacerdotes intentaban defender un derecho, pero no desvirtuaban ninguna de las denuncias hechas por el periodista.
Después de un mes del lanzamiento del libro, el periodista atendió siete procesos de tutelas que buscaban censurar su distribución. Como respuesta la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) aseguró que "estos procesos fueron promovidos por distintos sacerdotes de manera coordinada, sin aportar pruebas de ningún tipo, para intimidar al periodista y desgastar la administración de justicia". El 7 de octubre, la justicia decidió negar seis de siete de las siete tutelas, puesto que la libertad de expresión, en este caso en particular, estaba por encima del buen nombre, teniendo en cuenta que la información del libro tenía un impacto social importante. Además, la decisión de los jueces centró su argumentación en un eje fundamental: que los sacerdotes intentaban defender un derecho, pero no desvirtuaban ninguna de las denuncias hechas por el periodista.
"Yo quiero que este libro se venda mucho para apoyar a Pedro con la mitad de las regalías que se obtengan de él, para que construya su casa y salga adelante con su familia", dice Barrientos. "El otro porcentaje restante de las regalías lo dispondré para crear un equipo de periodistas con el que pretendo adentrarme en los archivos secretos de todas las diócesis, arquidiócesis y comunidades religiosas de Colombia". Pero mientras esto sucede, por estos días, Juan Pablo sigue pendiente del fallo de la séptima tutela, mientras que su último libro sigue siendo, a pesar de la cruzada de la iglesia colombiana por censurarlo, uno de los más vendidos y leídos en todo el país.