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Las frases de Pepe Mujica que usted debería leer hoy: murió el expresidente uruguayo a los 89 años

José Mujica falleció a los 89 años. Estas 10 frases resumen su legado: austeridad, libertad, amor y lucha. Léalo como homenaje.

Pepe Mujica
El expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica gesticula durante un acto de campaña del candidato presidencial del partido Frente Amplio, Yamandú Orsi, en el Club Cerveceros de Montevideo, el 19 de noviembre de 2024.
SANTIAGO MAZZAROVICH /AFP

El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, falleció este martes 13 de mayo de 2025, a los 89 años. La noticia fue confirmada por fuentes oficiales, y toda América Latina despide hoy a uno de los políticos más coherentes y queridos del continente. Estas frases de Pepe Mujica no solo sirven para entender su visión del mundo sino para recordarlo a través de su pensamiento, de su poética.

Mujica fue guerrillero, preso político, legislador, presidente y, sobre todo, campesino. Desde su chacra, donde vivió hasta el final con su compañera Lucía Topolansky, convirtió la austeridad en bandera, y la política en una forma de ética práctica.

En homenaje a su vida y su legado, en HJCK recopilamos 10 frases memorables que resumen su pensamiento. Son frases que hoy, con su partida, adquieren una resonancia distinta: más urgente, más luminosa, más humana.

“Triunfar en la vida no es ganar, triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”

Dicha en 2020, al retirarse del Senado. Mujica no creía en los ganadores, sino en los que insisten. Su propia vida, marcada por la cárcel, la resistencia y el regreso, fue prueba de ello.

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“La vida es tan hermosa que no tiene sentido que la sacrifiquen por estupideces. Por lo demás, estoy agradecido, y al fin y al cabo, que me quiten lo bailao"

Una de sus últimas declaraciones, en 2024. Sabía que se iba. Eligió despedirse sin lamentos, con agradecimiento y sentido del humor.

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“No hay cosa más importante que el amor. Y cuando se es viejo, el amor sigue existiendo, pero ya no es la fogata que era, sino una dulce costumbre"

Sobre el amor y la vejez. Mujica no le temía al paso del tiempo: lo abrazaba con ternura. Estas palabras las dedicó a su vida con Lucía Topolansky.

“Sé que soy un viejo raro, algo así como un neoestoico (...). Pobre no es el que tiene poco, sino el que necesita mucho"

Una frase ya legendaria. Mujica vivía con lo justo porque creía que la libertad empieza donde terminan las necesidades innecesarias.

“El odio termina estupidizando. El odio nos destruye"

Él, que había estado preso y torturado por una dictadura, no cargaba rencores. El perdón no era una debilidad para Mujica, sino una forma de inteligencia.

“Venimos de la nada y vamos a la nada. La aventura es este cacho que estamos vivos"

La vida como un fragmento. Como un accidente milagroso. Mujica sabía que no se es eterno, pero que se puede vivir con plenitud.

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“Yo soy una especie de campesino frustrado (...). Es una pequeña cosa para el mundo, pero grande para mí"

Sus palabras sobre la chacra, los animales y su vida rural. Mujica no necesitaba reconocimiento: solo un gallinero y tiempo para pensar.

“¿Somos felices alejados de lo eterno humano?”

Lo dijo en la ONU en 2013. Denunció el modelo de desarrollo basado en el consumo, el daño ambiental y la alienación. Hoy suena más vigente que nunca.

“Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”

Enero de 2025. Mujica se despidió como vivió: con paz interior, con palabras sobrias, con coraje.

"Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando (...) El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye. Y una cosa es la pasión y otra cosa es el cultivo del odio. He pasado de todo en la vida. Estar seis meses atado con alambre, con las manos en la espalda. Irme de cuerpo por no poder aguantar en un camión (...) Estar dos años sin que me llevaran a bañarme y tener que bañarme con una taza de agua y un pañuelo. He pasado de todo, pero no le tengo odio a nadie".

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Pepe Mujica murió como vivió: sin adornos, sin cinismo, sin negocios. Nos queda su palabra, que ojalá leamos hoy no como epitafio, sino como herencia.

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