Conocidas internacionalmente por haber coronado algunos de los picos más altos de América Latina, como el Aconcagua (6.961 metros) en Argentina o el Huayna Potosí (6.088) en Bolivia, con sus atuendos tradicionales, las escaladoras dicen haberse visto obligadas a posponer la expedición por sus elevados costes.
“Salir al Everest es nuestro sueño desde que empezamos a escalar, pero es muy costoso”, explica Llusco, que cita los precios de los seguros de alta montaña, que suelen superar los 6.500 dólares por persona, como el principal obstáculo.
“Ahora mismo deberíamos estar en el campamento base, pero no es un viaje fácil. Tenemos familia, maridos e hijos, e ir sin seguro sería demasiado arriesgado. Aun así, seguimos luchando y preparándonos”, indican las montañistas, que se encuentran en Madrid invitadas por la ONG Entreculturas.
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Una historia de película
Llusco y Quispe son dos de las cinco mujeres aimaras que en 2019 coronaron el Aconcagua, el pico más alto de América.
La gesta quedó grabada en el documental ‘Cholitas’ (2019), que además de esta hazaña recoge las dificultades a las que tuvieron que hacer frente hasta poder escalar en igualdad de condiciones con los hombres.
“Cuando escalamos el Huayna Potosí había muchas mujeres en los ascensos a las montañas de Bolivia, pero también mucha discriminación”, recuerdan.
Las mujeres ejercían habitualmente de guías y porteadoras en las rutas hasta los campamentos altos y de ellas dependía el buen funcionamiento de los campos base, pero cuando llegaba el momento de ascender, los hombres siempre prescindían de ellas.
“A las mujeres de pollera -un tipo de falda tradicional- se nos decía que teníamos que estar en la casa, cuidando de los hijos, cocinando, lavando…”, cuenta Llusco: "Me preguntaba: ¿por qué no podemos llegar hasta la cima, como los varones?”
Abriendo camino
Y eso fue precisamente lo que hicieron: llegar hasta la cima. En 2015 Llusco, Quispe y otras nueve mujeres se organizaron bajo el nombre de ‘cholitas escaladoras’ y ataviadas con sus sombreros, blusas y polleras comenzaron a culminar montaña tras montaña.
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Desde entonces han coronado una decena de cumbres repartidas por América Latina; experiencias por las que se muestran “orgullosas y agradecidas” y con las que sienten haber “abierto camino” para las nuevas generaciones.
“Queremos trasladarles a las niñas, a las jovencitas, que las montañas ya están abiertas. Y que lo que nosotras hemos hecho, ellas también lo pueden hacer”, concluyen.
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