El pintor vive y trabaja a 500 metros de las célebres ruinas que están catalogadas como patrimonio mundial por la Unesco.
Los monumentos son su inspiración y su medio de subsistencia, ya que vive de vender sus cuadros a los turistas. Pero ahora deberá desalojar su vivienda, al igual que otras 10.000 familias, que serán expulsadas del sitio arqueológico por el gobierno Camboyano.
En 2013 vivían cerca de 120.000 personas, seis veces más que hace 20 años, en los 400 km2 establecidos como zona protegida. Este crecimiento de la población que ha sido simultáneo al turismo amenaza el sitio arqueológico, debido a que generan residuos y requieren una cantidad excesiva de agua, afirmaron las autoridades locales.
Paralizados
"Desde que escuché del plan de relocalización, me siento paralizado", afirmó Chan Vichet a AFP. "Tengo que obligarme a ir a trabajar para asegurar la subsistencia de mi familia, pero ya no logro concentrarme plenamente, ni ser creativo", contó.
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Cuando su casa sea demolida, Chan Vichet y su familia serán desplazados a Run Ta Ek, una comunidad a unos 25 kilómetros levantada sobre un antiguo arrozal que todavía está en construcción.
Cada familia va a recibir una parcela de 20 por 30 metros , 350 dólares en efectivo y 30 piezas de material de hojalata para tejados, además de una ficha para recibir asistencia social, pero deben construir su nueva vivienda.
Antes de la pandemia, más de dos millones de turistas extranjeros llegaban cada año para explorar las ruinas de Angkor Wat, que están casi engullidas por la selva. Para un país pobre como Camboya, este flujo de visitantes ansiosos por ver las ruinas de la antigua capital de Imperio Jemer, entre los siglos IX y XV, era una fuente de ingresos muy deseada.
La actividad turística generó una microeconomía de tenderos, comida y también de mendigos, y paralelamente la población local pasó de cerca de 20.000 personas a principios de la década de 1990 a cerca de 120.000 habitantes en 2013.
Ahora, el gobierno del primer ministro Hun Sen afirma que los asentamientos carecen de infraestructura y de servicios sanitarios. Con el esperado regreso de los turistas tras la pandemia, el ejecutivo quiere erradicar los campamentos en los próximos cuatro meses.
"Pese a que están aquí de forma ilegal, el gobierno está haciendo muchas cosas para asegurar sus medios de vida", afirmó a la AFP Long Kosal, portavoz de la Autoridad Nacional Apsara, que administra el sitio arqueológico.
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"Este sitio no puede permitir un asentamiento desorganizado con una infraestructura sanitaria tan precaria", explicó. El gobierno reconoció que algunas aldeas datan de hace siglos y que sólo los asentamientos recientes no autorizados están en el plan de erradicación. La Autoridad Nacional Apsara espera reforestar la jungla donde ahora hay chozas destartaladas, sin alcantarillado, ni agua y casi sin electricidad.
Somos impotentes
Como muchas otras personas que se enfrentan a perder su negocio, Chan Vichet teme que su situación económica empeore. Heav Vanak, de 51 años, mira las excavadoras nivelar el terreno en el polvoriento asentamiento donde será reubicadas las familias en Run Ta Ek. Está preocupado por la falta de empleos para sus cuatro hijos que ya son adultos. "Yo no tengo suficiente dinero para comprar materiales para construir una nueva casa", dijo a la AFP. "Nos sentimos impotentes".
La organización que administra el sitio insiste que las familias están "contentas" de mudarse y su portavoz, Long Kosal, afirma que hay en construcción una escuela, un hospital, un mercado y una pagoda.
Las ruinas de Angkor Wat son un pilar de la industria turística de Camboya, pero también ocupan un lugar central en la identidad del país y el perfil de los templos está incluso impreso en la bandera.
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Hun Sen - que ha gobernado el reino con mano de hierro durante cuatro décadas - advirtió a los partidos de oposición que no conviertan el desplazamiento en un tema de campaña con miras a las elecciones generales de julio.
"Si no resolvemos esto, en el futuro nuestro Angkor Wat va ser suprimido de (la lista del) patrimonio mundial", dijo en septiembre. En un comunicado a la AFP, la Unesco afirmó que aunque en 2008 expresó su preocupación por el desarrollo urbano, pero que "nunca pidió que haya un desplazamiento de la población".
El traslado de comunidades adyacentes a sitios patrimoniales de la Unesco ya ha sido objeto de controversia en Petra, en Jordania, y el Luxor en Egipto.
Las directrices de la agencia estipulan que un traslado debe ser llevado a cabo con el consentimiento de la población y que las comunidades locales deben ser las principales beneficiadas del turismo. Le invitamos a conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
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