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La mala hierba: mafia y sangre en la bonanza marimbera

La reedición de la primera novela de Juan Gossain, escrita hace 40 años, es una oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias de la férrea prohibición de la marihuana en Colombia.

La mala hierba
<i>La mala hierba</i> título del libro de Juan Gossain que ahora, 39 años después de su primera publicación, rescata Seix Barral.

Hace 40 años la sociedad colombiana empezaba a quedar sitiada por la violencia del narcotráfico. Era el inicio de una década funesta que dejó miles de muertos en todo el país por las balas de la droga, un negocio ilegal que empezó a mediados de los 70, no con la cocaína sino con la marihuana, en lo que se conoció como la bonanza marimbera.

Como una advertencia de lo que vendría luego y los ríos de sangre que corrieron en la nueva época de Violencia colombiana, el reconocido periodista Juan Gossain publicó en 1981 una novela que retrató la transformación que sufrió el país cuando bandas narcotraficantes se dedicaban al cultivo y exportación de marihuana en la costa Caribe, en departamentos como La Guajira, Cesar y Magdalena.

Era esa La mala hierba a la que se refiere el título del libro de Gossain que ahora, 39 años después de su primera publicación, rescata Seix Barral en una reedición con prólogo del exministro de Salud Alejandro Gaviria.

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Uno de los responsables de que esa joya literaria esté de nuevo en circulación es Christopher Tibble, editor de ficción del Grupo Editorial Planeta, quien en entrevista con HJCK diseccionó las claves de ese texto, entre la ficción y la investigación periodística, que se propone ahora como “una oportunidad para reflexionar sobre cuáles fueron las consecuencias” de la férrea prohibición de la marihuana en Colombia “y también para pensar en el futuro si queremos seguir con esos mismos lineamientos”.

Este libro se puede leer de dos formas: su regreso a las librerías permite conocer el primer libro exitoso de uno de los periodistas más importantes de los últimos tiempos en Colombia, pero también es un documento histórico, pues a través de la ficción se narra en la historia del Cacique Miranda la transformación cultural, económica y política que el país sufrió por el narcotráfico, además de la batalla perdida por la institucionalidad.

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Entrar en sus páginas es echar un vistazo al pasado, además de ser una clave para leer el presente pues, dice Tibble, “es una novela que nos permite entender cuál fue la violencia a la que nos llevó la prohibición de la marihuana y viéndola hoy, 40 años después, uno puede entender la cantidad de violencia y muertos que se pudieron haber evitado, si esta mata que tiene tantos beneficios hubiera sido legal desde entonces”.

Lo mismo opina el exministro de Salud y actual rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, quien expresa en su prólogo la necesidad de poner de nuevo sobre la mesa la discusión acerca de la viabilidad de legalizar la marihuana en un país en que el negocio ilegal de las drogas ha cobrado tantas vidas.

“Si bien en 1981 la marihuana era considerada por la gran mayoría de población colombiana como una epidemia o algo terrible, culturalmente el péndulo ha girado hacia el otro lado y hoy en día la marihuana, gracias a la legalización con fines recreativos en Canadá y algunos estados de EE.UU., y la legalización acá en Colombia para exportación de derivados de la marihuana con fines medicinales, la conversación ya es otra”, explica Tibble.

El libro narra la vida del Cacique Miranda, quien pasó de recorrer los pueblos del desierto como ayudante de bus a vivir en un palacio a orillas del mar, con cuartos pintados con polvo de oro importado de las Filipinas y forrados en tapetes traídos del Medio Oriente.

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Al amasar su enorme fortuna a través de la exportación ilegal de marihuana a los Estados Unidos, el Cacique ha dejado una estela de sangre que sus enemigos no están dispuestos a olvidar.

Esta fue la antesala a la pesadilla del narcotráfico que vivió el país en los ochenta, la bonanza inauguró el tráfico de estupefacientes en Colombia y alteró para siempre el tejido social colombiano con su desbordado influjo de dinero y muerte.