El asunto es delicado y sensible, y puede ser una experiencia traumatizante para una mujer. Pero en el escenario de Cherry Lane Theater, un teatro de Greenwich Village, los espectadores ríen con las aventuras modernas de una treintañera, de ojos vivaces tras sus lentes, en la obra "Oh God, a show about abortion (Oh Dios, un espectáculo sobre el aborto)".
Con una alta dosis de ironía, Alison Leiby se describe como una antiheroína neoyorquina, incapaz de gestionar su economía o de cuidar de una planta, menos de un bebé. En la sala, mayoritariamente femenina, las carcajadas acompañan la narración de su test de embarazo -"igual de positivo que un test de covid tras una boda en Florida". O su desconcierto cuando en la clínica le preguntan si quiere saber si se escuchan los latidos del corazón del feto, o "si son gemelos".
"Suerte"
Pero sobre todo, Alison Leiby trata de desdramatizar. Se sometió a un aborto y no pensó nunca en la culpa. "Ni en la cultura popular, ni en el cine o en los documentales, nunca oigo hablar del aborto que tuve, algo muy común, nada traumático, al menos, allí donde está autorizado", cuenta la actriz en su camerino.
"Soy actriz y quiero hacer reír", pero "también quiero ayudar a la gente a empezar a hablar de algo difícil", agrega, aunque dice ser consciente de que tiene "la suerte de ser blanca, heterosexual, cisgénero, que vive en un estado donde el aborto es legal".
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La filtración, el 2 de mayo, de un borrador de una decisión crucial en la Corte Suprema estadounidense, que estaría dispuesta a anular el derecho al aborto a nivel federal, y que tuvo el efecto de un terremoto en un país polarizado sobre este asunto, "le ha dado más sentido a hacer este espectáculo. Es más político".
El estreno contó con invitadas como la estrella de Sex and the City, Cynthia Nixon, o la directora de Vogue, Anna Wintour. Al término de una de las representaciones hubo un debate con la presidenta del Centro para los Derechos Reproductivos, Nancy Northup.
"Este espectáculo es excelente porque habla de la estigmatización del aborto", dice a la AFP. "Lo humaniza, y al mismo tiempo, (destaca) este sentimiento de urgencia del que tenemos que hablar mucho más", explica tras recordar que una de cada cuatro mujeres en el país se habrá sometido a un aborto a lo largo de su vida.
Crudeza
A través de su experiencia, Alison Leiby aborda de manera descarnada asuntos como la educación sexual, la contracepción, las menstruaciones dolorosas -más de 2.000 días de una vida, el equivalente a 6 años, calcula-, la angustia por quedarte embarazada y sobre todo, la dificultad de asumir, como mujer, que no quiere hijos.
Asuntos que interesan al público. "No quiero tener hijos (...) estoy centrada en mi carrera. Pero al mismo tiempo, atravesamos todas por estas fases en la que nos preguntamos si se nos está pasando el tiempo", reflexiona Brianna Gio, trabajadora social de 30 años tras una representación de la obra. "La gente te dice 'lo vas a lamentar toda tu vida'", agrega la joven que ha crecido en Oklahoma, un estado que se ha dotado de una ley para prohibir el aborto.
La actriz no tiene decidido todavía si hará una gira fuera de la liberal Nueva York. "Me gustaría ofrecer el espectáculo a un público diferente. Recibo mensajes como 'ven a Kentucky, a Virginia occidental'. Pero los que quieren el fin del aborto son sumamente activos, tan involucrados en la defensa de sus creencias que puede resultar muy atemorizante", confiesa. En Nueva York, su obra ha sido prolongada en cartelera hasta el 30 de junio.