La obra de Murakami se caracteriza por personajes introspectivos que se enfrentan a cuestionamientos existenciales en un mundo lleno de misterios y mundos interiores intrigantes . Algunas de sus obras más conocidas incluyen "Norwegian Wood" (Tokio Blues), "Kafka en la orilla," "1Q84," "Sputnik, mi amor," y "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo," entre otras.
"Música, sólo música", condensa una de las pasiones del escritor, la música clásica. Compila una serie de conversaciones con entre el escritor y el director, realizadas durante los dos años de permanencia de Murakami en Boston. "Mi único propósito como amante de la música, era hablar con toda franqueza de música con un músico llamado Seiji Ozawa. Mostrar cómo cada uno de nosotros (de forma muy distinta, como es obvio) nos entregamos a ella." Escribe Murakami.
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Karajan y Gould
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Concierto para piano y orquesta n. ° 3 en Do menor de Beethoven
MURAKAMI: Hoy me gustaría escuchar con usted el Concierto para piano y orquesta n.° 3 en Do menor de Beethoven dirigido por Karajan, con Gould al piano. No es una grabación de estudio, sino de un concierto grabado en directo en Berlín en 1957, con la Filarmónica de Berlín.
La larga y densa introducción de la orquesta concluye y entra el piano de Gould. Enseguida empiezan a interactuar (3:19).
MURAKAMI: Aquí, en esta parte. La orquesta y el piano no van juntos, ¿verdad?
OZAWA: Tiene razón, no están sincronizados. Oh, pero aquí tampoco entran a la vez.
MURAKAMI: Me pregunto si solucionaron todas las dificultades durante los ensayos.
OZAWA: Estoy seguro de que sí. Pero en pasajes como este es la orquesta la que se supone que debe ajustarse a lo que toca el solista.
MURAKAMI: En aquella época Karajan y Gould debían de ser músicos de estatus muy distintos, ¿no?
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OZAWA: Seguro que sí. Fue en 1957, poco después de que Gould debutara en Europa.
MURAKAMI: Corríjame si me equivoco, pero a lo largo de esos tres minutos y medio de introducción, donde sólo se oye a la orquesta, suena muy a Beethoven, muy alemán, ¿ver-dad? Pero entonces aparece el joven Gould y da la impresión de querer liberar un poco esa tensión y hacer su propia música. Quizá por eso no llegan a encajar, y cada vez parecen alejarse más, aunque el resultado final no produce una mala sensación.
OZAWA: La música de Gould es muy libre. Puede que se deba al hecho de que fuera canadiense, un no europeo residente en Estados Unidos. Eso puede constituir una gran diferencia, el hecho de no proceder del mundo germano-parlante. Por el contrario, en el caso del maestro Karajan la música de Beethoven estaba profundamente arraigada en él y de ahí no se iba a mover. Por eso suena muy alemán desde el principio, como una sólida sinfonía. Por si fuera poco, él no tenía la más mínima intención de adaptarse a la música de Gould.
MURAKAMI: Da la sensación de que Karajan hubiera decidido tocar la música como se supone que se debe hacer y dejar que Gould hiciera el resto como le viniera en gana. En los solos de piano y en las cadencias Gould consigue recrear bien su propio mundo, pero antes y después de esas partes me da la impresión de que no coinciden nunca, de que hay un desequilibrio.
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OZAWA: Lo cual no parece molestar demasiado al maestro Karajan, ¿no cree?
MURAKAMI: No, en absoluto. Es como si estuviera sumergido por completo en su propio mundo, y Gould, por su par-te, se hubiera resignado desde el primer compás a ir a la suya por la imposibilidad de trabajar al unísono. Me da la impresión de que Karajan construye su música en vertical, desde el suelo, mientras que Gould se preocupa más por seguir una línea horizontal.
OZAWA: De todos modos el resultado es interesante. No hay muchos directores capaces de interpretar un concierto con tanta confianza, como si se tratase de una sinfonía, llegando al extremo de no tener en cuenta al solista.
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