Johann Sebastian Bach nació en una cuna de notas musicales y de su familia salieron más de 35 músicos. Sin embargo, él logró lo inimaginable. Bach escuchaba a su hermano Johann Christoph quien tocaba el órgano en la iglesia de San Miguel de Ohrdruf y allí empezó su carrera como músico.
Estudió en en el convento de San Miguel de Lüneburg y para principios del siglo XVIII ya estaba preparado para ser compositor e intérprete, Bach recorrió varias ciudades donde encontró inspiración y realizó varias obras conocidas en el mundo musical.
En 1703 se convirtió en violinista de la orquesta de cámara del príncipe Johann Ernst de Weimar y fue organista de cámara en una iglesia. Así poco a poco fue cultivando su potencial como músico. Las melodías le costaron quejas por parte de los eclesiásticos ya que pensaban que sus composiciones no iban acorde a la música de la iglesia, sin embargo, Bach fue uno de los compositores más importantes para la religiosidad barroca.
Años después, en 1714 trabajó como organista y violinista de la corte del duque Wilhelm Ernst. Allí permaneció durante los siete años siguientes y se convirtió en concertino de la orquesta de la corte.
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El genio musical compuso más de mil piezas, en su mayoría cantatas y conciertos religiosos. Dejó más de 295 cantatas, compuso también libros musicales para su esposa e hijos para el estudio de la técnica del teclado y el arte de la música en general.
Bach se casó con su prima Maria Barbara Bach y años después con Anna Magdalena Wilcken, con quién tuvo 20 hijos, la mayoría de ellos, músicos. En 1750, cayó muy enfermo y perdió la vista totalmente, falleció a los 65 años en Leipzig.
El compositor se convirtió en uno de los exponentes más importantes de la música clásica, dejando su legado a estrellas como Mozart, Beethoven y Chopin.
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