Desde niño Louis Spohr es considerado un virtuoso del violín, tras dar su primer concierto a los 12 años, incluyendo algunas de sus propias composiciones e incorporándose a los 15 años a la capella del duque Ferdinand donde encontró el lugar preciso para su más completa educación musical.
Louis Spohr se convierte no solo en un excelso virtuoso, sino que, a los veinte años, se une a la gran cadena de los compositores clásicos.
Spohr escribió quince conciertos para violín, el primero compuesto en 1803 y el ultimo en 1844, siendo el más conocido de ellos, el concierto número ocho, que incorpora elementos absolutamente operísticos, pero recrea la forma al componer conciertos para dos violines o para clarinete.
Louis Spohr además de gozar de una enorme reputación durante el siglo XIX como compositor, virtuoso del violín, director y profesor, también se destacó como un hombre de carácter noble, un convencido de creencias liberales y democráticas que no tenía miedo de hablar contra la represión y autocracia que abundaba en los pequeños principados germanos de la época.
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Desde el comienzo de su carrera, Spohr expandió su paleta creativa a la ópera, el oratorio, la cantata, el lied, la sinfonía, la música de cámara y, sobre todo en sus primeros años de matrimonio escribió música que involucraba el arpa.
Louis Spohr fue la antítesis del artista solitario y atormentado. Amaba las fiestas, era un talentoso pintor, buen nadador, jugaba ajedrez, billar, dominó y deportes con pelota, visitaba centros culturales e industrias, minas y otras instalaciones industriales solamente adquiriendo conocimientos. Además, se interesó en la política y durante el corto parlamento nacional germano que siguió a las revoluciones de 1830 y de 1848 asistió a tantos debates como pudo. Como director, Spohr promovió a muchos de los mejores compositores de su tiempo, incluso cuando no le atrajera del todo su estilo.
El repertorio de Louis Spohr abarcaba desde los cuartetos, conciertos y sinfonías de Beethoven, incluyendo la novena sinfonía, así como Fidelio y la Misa Solemne del mismo Beethoven, óperas de Wagner como El Holandés Errante y Tannhäuser. También ayudó a resucitar aquellas obras maestras de Bach como la Pasión según San Mateo y hacia el final de su carrera fue agregando a su repertorio las obras de Schubert, Schumann, Berlioz y Liszt entre otros.
Aunque Louis Spohr fue perdiendo estatus, sus mejores obras permanecieron en el repertorio a través de todo el siglo XIX. La ópera Jessonda fue presentada cada cierto tiempo en Alemania hasta que las autoridades nazis la prohibieron. El oratorio El Juicio Final siguió siendo interpretado por las sociedades corales británicas hasta la Primera Guerra Mundial.
La importancia de Louis Spohr y lo que cautivó de él a sus contemporáneos fue la riqueza armónica y el manejo de la modulación y el cromatismo. Mientras el contenido de sus obras le hizo, junto con Weber, un pionero del temprano romanticismo, Louis Spohr siguió las proporciones clásicas en términos de forma aun cuando sus cuatro sinfonías programáticas ayudaron a establecer este género.
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Podrá escuchar obras maravillosas del compositor Louis Spohr en la nueva edición de El Músico de la Semana el lunes 1 de abril a las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.
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