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“Nosotros estamos de paso y los niños tienen que saberlo”: una mirada de la muerte en la literatura

Mateo y Aristóbulo, los protagonistas de “Eliador y el viaje de regreso”, recorren los momentos más importantes de sus vidas incluyendo muchos pasajes de pérdida y duelo. En este libro, la escritora Gloria Cecilia Díaz abre la discusión sobre la muerte y la niñez: un tópico que no deja de sorprender en la literatura.

Eliador
Su más reciente libro “Eliador y el viaje de regreso” fue publicado en el 2021.
Cortesía Panamericana Editorial.

El lugar tiene paredes enchapadas de libros, huele a café y a té de frutos rojos, se oyen voces al fondo y los árboles del jardín se mecen al viento; un perro gigantesco de color café se asoma entre los arbustos y mira con sus ojos amarillos parecidos a los de Aristóbulo, el gato del libro que protagoniza el encuentro.

En la cafetería se encuentra ella, la maga que creó esta historia a las orillas del río y quien conversará con una completa extraña. Su blusa de colores y figuras tribales ilumina su rostro ya algo exhausto, se miran y comienza un viaje como el de Mateo sobre Eliador, su amigo el río.

Estos son algunos de los parajes del libro Eliador y el viaje de regreso, de la escritora colombiana Gloria Cecilia Díaz. En él, los personajes tanto animales como humanos recorren distintos caminos para concluir el ciclo de la vida.

Así como Mateo tenía sus encuentros tan especiales con Eliador, en algún momento ¿usted ha tenido este tipo de encuentros?

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Sí, bueno, muchos momentos, porque yo soy quindiana y mis padres, los dos, adoran la naturaleza sin decirnos que la adoraban simplemente la querían. A veces no hay necesidad de martillarle a un niño que quiera la naturaleza, llévenlo a una finca, hágale conocer los animales. Estamos todos tan urbanizados que nuestros niños ven los animales en televisión y casi nunca en la vida real, no los llevan a una finca o a un bosque. Pero yo estuve todo el tiempo relacionada con el río porque mi papá nos hacía el almuerzo de olla, como dicen los antioqueños, era una delicia y entonces lo increíble es que yo crecí viendo esos ríos con piedras. Las ciudades están construidas alrededor de los ríos, solo que aquí dejamos morir los ríos como el río Bogotá, como el río Cali, yo no sé ahora en qué situación están. Pero esa relación con el agua fue muy temprana, y muy frecuente hasta el punto de que yo decía hace un rato, soy hija de las montañas, de cierta manera.

Amo el mar locamente, amo el agua locamente, pero yo pienso que se sabe. Yo recuerdo que nosotros íbamos mucho a Girardot, íbamos a Flandes, mi papá iba mucho cuando era la subienda porque le encantaba el pescado, porque le encantaba el río. Eso nos lo transmitió.

Esa relación de Eliador y Mateo, para mí, era esa figura paterna que a él le arrebataron muy joven. Pienso entonces en la muerte y cómo surge en el libro, ¿cómo logró crear ese lenguaje, fácil, digerible, para que los niños y los jóvenes pudieran interpretar la muerte?

Cuando tú eres escritor hay cosas que haces inconscientemente. Solo hasta que una persona como tú o un crítico literario, o inclusive un niño, te hace caer en la cuenta de algo que tú no hiciste intencionalmente, es que uno se da cuenta que no sabe bien cómo salió. Cuando empiezo a escribir empiezo a ver enseguida al personaje, para mí, Mateo es un viejo alto, anguloso, bello, surcado de arrugas, pero bello, muy moreno y Aristóbulo es un esplendor de gato y el río, pues una maravilla.

Al empezar el libro, cuando Mateo siente que no puede ir ya muy lejos y que deciden partir, para mí lo más lógico era que volvieran al pasado, a los primeros tiempos, como dice Mateo. ¿Y por qué? Yo siempre he dicho que la base de nuestra vida es la infancia, la base de la vida de Mateo y de Aristóbulo fue esa, comenzar los dos juntos, chiquitos y estar ligados a ese río. Y también porque somos unas culturas en las que no se habla de la muerte ni de la enfermedad, que todo el mundo quiere borrar eso, cuando es lo que tenemos. Nosotros estamos de paso y eso los niños lo tienen que saber.

Aquí pensamos que no hay que decirle al niño que el abuelo está enfermo. ¿Por qué? Si a él le concierne tanto por el amor que le tiene a la persona que murió o que va a morir como por él, por su construcción, su estructuración como ser humano, tiene que saberlo.

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Ya hablando un poco de los personajes que hay en el libro, me llamó la atención Francisca quien es una mujer fuerte, luchadora, sin embargo, sola, por eso me gustaría saber, ¿cómo fue ese proceso de crear a Francisca y esa idea de la soledad en una isla maravillosa?

Francisca es, para mí, el resumen de la mujer costeña caribeña, porque yo desafortunadamente no conozco la costa pacífica, pero conozco más la costa Atlántica y conocí el mar en Barranquilla. Yo era muy jovencita, era una adolescente y me quedé con la boca abierta de ver cómo eran de dicharacheras esas niñas barranquilleras: como hablan sin tapujos, se reían y se burlaban de ti sin ningún problema y Francisca es una representación de esas mujeres costeñas que trabajan, que tú las ves vendiendo frutas, que pelan las piñas en el aire.

Yo creo que las mujeres de mis libros, sin hacerlo conscientemente, son las mujeres fuertes porque yo pienso que uno está rodeado desde que nace en este país de mujeres fuertes. Ya sea tu madre, las abuelas o mujeres que se pelean por sus hijos, que los sacan adelante contra viento y marea. Si Francisca hubiera tenido hijos, hubiera sido eso.

También encontré esa relación, porque Francisca nunca tuvo hijos, pero cuando Mateo la visitaba, la sentía como su figura materna. Y ahora volviendo un poco al tema de la muerte y de cómo vemos la muerte, me gustaría saber ¿cuál es su perspectiva acerca de ella?

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Yo no creo ni en cielos ni en infiernos. Todos estamos condenados. Entonces porqué no hablar de algo que nos concierne a todos. Me encantaría tener otra dimensión en la que yo pudiera volverme a encontrar con la gente que amo, que ya se fue, sería genial.

Como dicen muchos, no es la muerte mía la que me preocupa, para nada, es la de los que amo, es duro. Es duro aún para los sabios del Himalaya, es duro cuando sus maestros se mueren y lloran o cuando se les muere un animalito, si los maestros del Himalaya, que son tan sabios, lloran, entonces que haríamos nosotros, pobres mortales.

Cuando leía el libro reflexionaba acerca de los viajes épicos que tenían los personajes, ¿tiene algún viaje en especial que la haya marcado o inspirado?

El viaje a la costa la primera vez para mí fue muy importante, me marcó mucho, yo sentí que vivía en dos países: el interior y la costa. Para mí fue una sorpresa mayúscula y yo sentí que me habían mentido porque no me habían hablado de esa maravilla que era ese otro país, ese otro país como yo lo empecé a llamar.

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También ahora, recordando lo que hablábamos de la muerte, ¿qué le diría a alguien que está pasando por un duelo?

Yo pienso que hay que acompañar, simplemente hay que acompañar, no más. Y hay que dejar que la gente llore y no hay que minimizar el sufrimiento del otro. Es lo que yo pienso: las palabras a veces no se necesitan.

Para finalizar, haga una recomendación de uno o dos libros que usted considere indispensables para la percepción que usted tiene de la literatura.

Yo soy una absoluta enamorada de Tolkien, del Señor de los Anillos, o sea, admiro ese mundo que él creó en su totalidad, aun más creando lenguas como el élfico que lo hablan mucha gente, muchos jóvenes que tienen clubes han aprendido el idioma, pero no solamente eso, ese universo que él crea yo no me puedo imaginar cómo hizo ese señor para crear ese mundo y además de una absoluta sabiduría. Pienso que es un libro que para muchos es muy pesado, pero para el que lo empieza a leer, no lo quiere terminar, no quiere que se acabe.

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¿Quién es Gloria Cecilia Díaz?

Gloria Cecilia Díaz es una escritora colombiana nacida en el Quindío que realizó estudios de literatura en la Universidad del Quindío y obtuvo el título de Doctor ès lettres en la Universidad de la Sorbona de París, con una tesis sobre los cuentos para niños en Colombia.

Ha ganado premios literarios muy importantes como El Barco de Vapor, en España y el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil por el conjunto de su obra. Sus libros han sido traducidos al alemán, catalán, coreano, francés, griego, italiano y portugués. Su más reciente libro Eliador y el viaje de regreso fue publicado en el 2021 bajo el sello de Panamericana Editorial.