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La historia de Santa Lucía, la patrona de la visión

El 13 de diciembre se celebra en Suecia una de sus fechas más importantes y tradicionales. El país nórdico conmemora a Santa Lucía con procesiones, cenas y espectáculos musicales. En Colombia viviremos un evento similar. ¿Quién fue Santa Lucía?

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Santa Lucía (Siracusa, 283- Siracusa, 304) fue una mártir cristiana, que padeció el martirio durante la persecución de Diocleciano.

En medio de la oscuridad la imagen de una mujer surge como una epifanía. Santa Lucía ilumina el camino difuso y cada año, desde el 304 DC, es celebrada su luz. Esta es su historia: Recogimos leyendas y mitos sobre esta mujer de la que no se tienen precisas sus palabras, o las fechas en las que vivió, pero que sin duda, marcó un hito espiritual.

La celebración de Santa Lucía es todo un evento enclavado en el espíritu de la sociedad sueca y que además, ha traspasado sus fronteras a países aledaños y también, se desarrolla en otros lugares muy distantes donde existe la diáspora sueca, como en Colombia.

Cuenta la leyenda que la madre enferma de Lucía la ofreció en matrimonio a un joven pagano y ella, para librarse de esa unión persuadió a su madre a que rezara en la tumba de Águeda de Catania y así podría sanarse. Su mamá fue curada. Lucía, entonces, pidió liberarse del compromiso y su madre aceptó pero, no el joven que la denunció al Procónsul Pascasio debido a que era cristiana, en tiempos del emperador Diocleciano. El martirio de Lucía no está atestiguado por fuentes contemporáneas o inmediatamente posteriores a la persecución de Diocleciano, sino por relatos hagiográficos. El más antiguo de estos relatos es un martyrion griego, y su redacción latina correspondiente es al menos un siglo más tardía.

Cuando Lucía fue arrestada bajo la acusación de ser una cristiana, Pascasio le ordenó que hiciera sacrificios a los dioses. Entonces Lucía dijo: "Sacrificio puro delante de Dios es visitar a las viudas, los huérfanos y los peregrinos que pagan en la angustia y en la necesidad, y ya es el tercer año que me ofrecen sacrificios a Dios en Jesucristo entregando todos mis bienes". Irritado Pascasio, ordenó a sus soldados a que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran y luego se dirigió a Lucía diciéndole: "Te llevaré a un lugar de perdición así se alejará el Espíritu Santo". Los soldados la tomaron para llevársela, la ataron con cuerdas en las manos y en los pies, pero por más que se esforzaban no podían moverla: la muchacha permanecía rígida como una roca. Al enterarse de lo sucedido, Pascasio ordenó someterla a suplicio con aceite hirviendo, pero no logró hacerla desistir. Condenada a ser martirizada, antes de morir profetizó su canonización y su patronazgo como protectora de Siracusa, junto con la caída de Diocleciano y Maximiano.

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El relato griego —que data del siglo V— y el relato latino —datado del siglo VI al VII— son idénticos en lo fundamental, aunque difieren en algunos detalles finales: según el martiryon griego Lucía fue decapitada, en tanto que según la passio latina, fue martirizada por uno o varios golpes de espada.

Es difícil hablar de tradiciones cuando se está lejos de casa. En nuestro país viven más de 600 suecas y suecos que celebran esta fecha pese a la distancia.

Hay tantas historias sobre los ojos de Santa Lucía. Sabemos que es la patrona de la vista. La relación entre Lucía y los ojos, que hace de esta santa la protectora de la vista, se explicita en la iconografía de la Edad Media y deriva quizá de la cercanía etimológica del nombre griego «Lucía» con el término latino lux (luz). Existe la leyenda de que fue la belleza de los ojos de Lucía la que no permitía descansar a uno de sus pretendientes, por lo que ella se los arrancó y se los envió. Lleno de remordimiento e impresionado por el valor de Lucía, el pretendiente se convirtió al cristianismo. Una leyenda medieval decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. Otra versión afirma que el procónsul Pascasio ordenó a sus soldados que le arrancaran los ojos a Lucía, pero luego de que lo hicieron, Dios le concedió unos nuevos ojos aún más hermosos que los que tenía antes.