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La difícil tarea de homenajear a los clásicos

Entrevista con Miguel Mendoza, autor de una adaptación de ‘Platero y Yo’ y del libro de cuentos ‘El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios’. El escritor lee su obra en HJCK.

Miguel Mendoza

Desde el monstruo bajo la cama hasta un asesino serial. Los miedos del ser humano, desde su infancia hasta la madurez, recorren la obra del escritor Miguel Mendoza, ganador en dos ocasiones del Concurso Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá (2009 y 2017) e invitado especial al Hay Festival 2020.

Aficionado a la literatura de suspenso, Mendoza inició su carrera como autor escribiendo cuentos de misterio y terror, siempre inspirado por la vida y obra de su escritor favorito, Edgar Allan Poe, a quien rinde homenaje resolviendo las circunstancias de su muerte en uno de sus más exitosos libros,El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios, editado por Rey Naranjo en 2018.

Pero hace un par de años su vida dio un vuelco y decidió dedicarse a escribir libros para niños, lo que lo llevó a su más reciente proyecto: un homenaje al relato clásicoPlatero y Yo, que adaptó para Panamericana Editorial bajo la presión de “no hacerle daño a una obra inmortal”.

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En entrevista con HJCK, el autor lee fragmentos de su obra y hace un recorrido por su vida, desde sus inicios como docente en la Universidad Javeriana hasta su preocupación por ser un buen padre para su pequeña hija.

Antes de dedicarse a la escritura, usted dictaba un curso electivo en la Universidad Javeriana sobre la relación entre crimen y literatura. ¿Cómo fue eso?

Fueron casi 13 años de una aventura donde literatura, psicología, la pregunta por la maldad y el origen de la crueldad humana me llevó por diferentes caminos en un laberinto fascinante del cual salieron muchos cuentos y quedó la literatura.

Yo me dediqué mucho al tema desde los perfiles criminales y todos esos hallazgos alrededor de la condición humana en su peor momento, que es esa figura del asesino en serie, aparece de vez en cuando en mis cuentos y toman forma bajo la pregunta que me interesa ahora sobre la condición humana.

Cómo somos en las fronteras, ya no solo la del mal, sino la de la soledad, la ansiedad, la angustia y la pérdida.

Esto lo llevó a escribir uno de sus primeros libros, Asesinos en serie: Perfiles de la mente criminal, en el año 2010…

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Fue importante porque era mi forma de cerrar una electiva que, para mi sorpresa, atrajo mucho a los estudiantes que venían motivados por diversos intereses.Por fortuna, en ese camino logré el objetivo de cuestionarnos sobre nuestras propias oscuridades y la maldad como algo que está allí agazapado; mirar al monstruo humano no solo como algo distante sino como algo que nos envolvía, que estaba en nosotros.

Una de sus mayores influencias es Edgar Allan Poe, a quien incluye en uno de sus libros más vendidos El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios, con el que ganó en 2017 el Concurso Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá.

Es indudable que yo tenía una deuda con Poe que me había llevado a la literatura y la necesidad de escribir. Yo experimenté de manera muy ingenua, cuando no tenía de la grandeza de Poe, cuando leí esos cuentos y yo quería estar en ese mundo.

Yo hice una lista de misterios literarios que he venido usando en diferentes relatos, en un libro que vendrá más adelante retomo esa lista, sobre cuáles son las grandes preguntas alrededor de la literatura, casi a nivel de chisme. ¿Qué pasó con Ambrose Bierce, ese famoso escritor que desapareció? ¿Realmente cómo murió Edgar Allan Poe? Hay muchas teorías y testimonios, su biógrafo más famoso era un hombre que lo envidiaba y construyó un aura siniestra que, paradójicamente, terminó ayudando a su legado de personaje romántico.

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Yo quería visitar con la ficción, que es una de las cosas fascinantes de escribir, de aventurarse a configurar mundos tan ajenos, a que precisamente fuera Dupin (el detective de ficción creado por Allan Poe) quien enfrentara ese gran misterio de la muerte de su creador.

Me gusta mucho la metaficción, ya lo había intentado en mi libro de cuentos que había ganado ese mismo premio en 2009, Cruentos cruzados. Allí probé la hipótesis de qué pasaría si se pusieran personajes en contextos y situaciones absurdas. Ya había probado sacando a Drácula de su mundo literario y ponerlo en Bogotá, y cruzar destinos, provocar un poco la realidad fáctica al someterla a la lógica literaria a ver qué ocurría.

Así surgió ese relato de Dupin, un alter ego o proyección de Poe, que si fuera detective seguramente seria así, un hombre brillante que simula leer el pensamiento pero que en realidad lee la realidad de una manera que los seres humanos comunes como nosotros no vemos.

El Poe real leía periódicos, era fanático de las noticias de crónica roja, el registro de crímenes, y él seguía esas noticias. Por ejemplo, siguió el asesinato de una chica en Nueva York, un crimen muy violento que él resuelve a través de la información de prensa de manera fragmentada, no se convierte en un detective real, pero a través de su detective Dupin, que lo ha instalado en París, traduce toda esa realidad en lo que hoy llamaríamos literatura de no ficción, antes estuvo El misterio de Marie Rogêt, que en la realidad era Mary Rogers.

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Con todo ese escenario algo surgió en este cuento, que me llevó a jugar con un personaje tan bello como Poe que en su famoso poema Solo habla, precisamente, de cómo siempre se sintió solo y aislado del mundo y su única forma de estar es a través de la ficción. Entonces, qué mejor que una ficción inventada por él mismo que trata de resolver el enigma de su muerte.

Le iba bien en ese género, pero hubo un cambio en su vida y dio un giro de 180 grados para escribir literatura infantil. ¿Qué pasó?

Me convertí en padre y eso lo cambia todo, nace mi hija Ema y mis preocupaciones, mis ansiedades de ser humano cambian también.

Hay una preocupación de padre, no tienes el poder para decir si esto va a ser un paraíso para tu hija, un mundo igualitario, sin machismo, sin violencia, es lo que quisieras, pero reconoces tus límites y no puedo hacer eso.

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Pero tengo las palabras, tengo los libros y puedo construir una pequeña burbuja, un pequeño paraíso alrededor de los libros para ella, y qué mejor que un libro para ella con el que pudiera jugar.

No tengo la pretensión de denominarme ni aparecer como escritor infantil. Respeto muchísimo a quienes se han dedicado a eso, los he leído, he tratado de descifrar eso de la literatura infantil y juvenil. Sencillamente decido entrar de manera muy sensible al género, respetándolo.

Uno de sus más recientes libros lo publica ahora con Panamericana Editorial, una adaptación de Platero y Yo, una historia clásica de la literatura hispanoamericana del nobel español Juan Ramón Jiménez.

La historia del burrito Platero ha sido muy leída durante varias generaciones, ¿cómo adaptarla a su estilo narrativo; cómo surge este proyecto?

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Esto fue difícil. Tenía mi formación como estudiante de literatura, algo conozco de literatura española, es intocable Platero, es una obra preciosa, universal en todo el sentido de la palabra, y claro que había leído, pero no había mirado con detalle.

Con mucho respeto me acerqué a esta obra, lo que implicaba de su registro lírico, de su forma de poema a un formato narrativo y, como a veces pasa con esas grandes obras por su temática, como con El Principito, la hemos encasillado en lo infantil y cuando empiezas a leerla es un texto que va más allá de que el personaje sea un niño y un burro. Tal vez es mucho más complejo de lo que imaginabas y por eso implica más lecturas.

En este proyecto, más que resumir el texto, había una implicación que era no usar ningún elemento del texto original, que fuera una adaptación extrema y que no se perdiera ni la esencia ni el valor.

Yo presentaría este libro como un homenaje, una manera de conocer la historia y organizarla de tal manera que podamos entrar en el mundo de Juan Ramón Jiménez, en ese recuerdo de infancia de un chico que vive su vida, va creciendo y su burro va también envejeciendo, y al final, lo más bello que queda, es el recuerdo de infancia, de la casa original, de la naturaleza. Todo lo que vivimos de niños, esos recuerdos primordiales habitan allí.

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Fue difícil, no solo fue una adaptación de extensión. En el mundo de la escritura a veces surgen ese tipo de trabajos, que son retos, son difíciles y hay que hacerlos con respeto, es una obra inmortal, preciosa y que podrías, no hacer un homenaje sino lastimarla, en ese afán de hacer otro registro.

Eso me obligó a explorar mi lado más difuso como escritor que es mi lado poético y encontrar una traducción de imágenes, de esencias, tratar de dar un poco de relato. Cuando yo leo descubro que la estructura del texto original es como una galería de momentos que yo respeto en la adaptación, pero tengo que generar un hilo más visible donde vamos viendo al personaje del chico que adora a su burrito y cómo va creciendo.

Es un relato de cómo dejamos atrás la infancia y nos volvemos viejos, perdemos tristemente la posibilidad del asombro y el sentir la vida, y en cambio el burrito no envejece en su condición de niño. Envejece físicamente, pero sigue siendo el mismo de siempre.

Es una imagen que yo quería conservar y tratar de encontrar un registro narrativo, que se pudiera leer como una historia respetando, insisto, el texto original sin usar fragmentos literales el libro, pero como una versión, un cover.

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Yo le puse a Platero y Yo todo mi amor, releyéndolo descubrí lo maravilloso que era, saliendo un poco de una lectura ligera que había hecho. Al tener que releer el texto descubrí porqué era tan grande, porqué es una pieza tan valiosa e hice mi versión y, como toda versión, la idea es que se sume al original, que invite a los chicos a leer el original. Ese es el objetivo.