En entrevista con la AFP, Bianchi explica que el origen del espectáculo es una violación que ella misma sufrió. "Fui violada hace diez años", explica. Me sucedió después de [ingerir una] 'rape drink'", una bebida que deja inconsciente a las víctimas.
Su recuerdo era muy confuso. "Lo único que podía hacer era guardar silencio y no hablar de ello" , explica.
De una duración de dos horas y media, la performance "A Noiva e o Boa Noite Cinderela" (La novia y buenas noches Cenicienta") contiene escenas "que pueden herir la sensibilidad del público" y está desaconsejada a los menores de 18 años. "En algunos casos la violencia sexual acaba en asesinato", reflexiona la artista. "Pero mi pregunta es: 'qué sucede con las mujeres que sobreviven a una violación?'".
"El infierno" de Dante
La obra, que Bianchi representará en otros países europeos, empieza con una conferencia. Bianchi lee en portugués extractos de "El infierno" , el primer canto de "La Divina Comedia" de Dante.
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Luego se proyecta en una pantalla una serie de pinturas de Botticelli, "La historia de Nastagio degli Onesti" , en la que ese caballero asesina a su amada y lanza el cuerpo a los perros.
Con esas imágenes Bianchi quiere recordar el caso del guardameta brasileño Bruno Fernandes , condenado por el asesinato de su amante, a la que estranguló, cortó en pedazos y luego arrojó los restos a sus perros.
Pero la figura central de la conferencia es Pippa Bacca, una artista italiana violada y asesinada en 2008 cerca de Estambul. Artista de performance como Bianchi, Bacca hacía autoestop entre Milán y Oriente Medio. Iba vestida con un traje de novia, y su objetivo era hablar de la paz.
Luego Bianchi anuncia a los espectadores que va a consumir la bebida "Boa Noite Cinderela" ("Buenas noches Cenicienta"), conocida como "la droga del violador".
"Puede que se sientan incómodos", dice a la audiencia. Su equipo precisa que en la sala hay médicos y que la artista tomará en realidad un cóctel de tranquilizantes.
Bianchi se queda dormida aproximadamente 30 minutos después. En la sala se escucha una música amenazadora, y algunos espectadores empiezan a abandonar el lugar.
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Ocho intérpretes desmontan a continuación la gran pantalla en el escenario, y ponen al descubierto una serie de "fosas" con falsos esqueletos.
Esos artistas interpretan acto seguido una especie de orgía, mientras que en otra pantalla aparecen relatos de mujeres asesinadas.
"No busco una catarsis con esta obra. No creo en la curación, porque este hecho no desaparecerá nunca", explica la artista. En el escenario hay un coche en el que se puede leer "Fuck Catharsis".
Y ahí empieza el momento más difícil: Carolina Bianchi es instalada encima del capó del auto, y una cámara filma lo que parece ser el examen ginecológico de la mujer.
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"No se trata de mostrar al mundo lo desgraciada que soy, mi objetivo es crear un lenguaje para hablar de este tema, y una estrategia de autodefensa", indica la directora y actriz.
"No pido al público que se emocione, sino sentarse y escuchar historias de violencia sexual", precisa. "Lo más duro es escucharlas", asegura. Aunque en palabras de un asistente , lo más duro es "digerir" ese espectáculo. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.