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Un fotógrafo omnipresente en cuarentena

Convencido que la restricción estimula la creatividad, Juan Sebastián Escobar ha cedido su movimiento a Google Maps y lo que empezó como un entrenamiento del ojo resultó en una forma de hacer fotos

En el mundo hay 194 países y miles de millones de personas, todos los días nacen y mueren seres humanos en todas partes. Somos tantos que es difícil contarnos en una sola cifra y sin embargo, quisiéramos saber lo exacto: ¿qué tan grande es este planeta? ¿Cuántos como yo hay en el mundo? Hoy, en cambio, los límites se achicaron: ahora nos parece que este mundo se ha reducido a las paredes que dan forma a una casa. Ahora es un virus quien lo recorre. No nosotros.

Juan Sebastián Escobar es fotógrafo y realizador audiovisual, ha aprendido a habitar el mundo a través de la curiosidad y de la fascinación por ver, y es así como ha convertido sus ojos en cazadores de extrañeza y en espejos pacientes sobre los que toma forma la fugacidad de la luz. Desde su casa y sin mayor herramienta que la vista, Juan recorre el mundo y captura un instante de la vida de desconocidos que, sin saberlo, ahora hacen parte de su galería.

Convencido de que la restricción estimula la creatividad, Juan ha cedido el movimiento de su cuerpo al mouse y sigue probando la agudeza de su mirada en Google Maps. Esta es la forma que encontró de hacer fotos en cuarentena:

Fascinación por ver: ¿cómo conocer un lugar a distancia?

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Desde la segunda semana de marzo Juan está recluido en su apartamento y su única compañía es una incertidumbre intermitente que ha aprendido a espantar. De la normalidad extraña el campo, el movimiento y el vértigo de tener una cámara en la mano presta a disparar. Hace unos meses, por medio de Google Maps y Google Street, visita lugares lejanos y distintos con un solo deseo: ver qué pasa por allá. Uno de sus primeros destinos fue Kazakhstan:

Me metí como a novelerear y a andar las calles, pero nunca tomaba fotos, ni lo hacía con esa finalidad. Luego de este ejercicio de hacer fotos en el play me dio por empezar a ensayar y nunca le tuve fe porque Google Maps está lleno de imágenes a punta de GoPro y cámaras 260, pero al final empecé a experimentar e intervenir y me gustó tanto el resultado que lo he estado haciendo casi a diario en la última semana ”, comenta.

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Las primeras fotografías fueron hechas desde su consola, luego vino el mundo abierto y detallado de Google Street y Google Maps en el que los recorridos que hace no tienen un tiempo específico porque se ha convertido en un caminante omnipresente en medio de un planeta de calles vacías.

A falta de poder salir, los videojuegos se convirtieron en el primer acercamiento a exteriores virtuales que tuvo, y lo que empezó como un juego para distraerse se convirtió en un ejercicio diario de observación, espera y captura que significó repensar las herramientas de trabajo. Las primeras fotografías fueron hechas desde su consola, luego vino el mundo abierto y detallado de Google Street y Google Maps en el que los recorridos que hace no tienen un tiempo específico porque se ha convertido en un caminante omnipresente en medio de un planeta de calles vacías.

Ver desde el encierro: ¿queda algo por observar en casa o es mejor “salir” y buscar?

Capturar la extrañeza exige despertar algún tipo de sensibilidad que en el trabajo de Juan no solo es un principio de curiosidad, sino la posibilidad misma de crear. “Empecé a pensar qué fotos hacer desde mi casa y no encontré mucho porque la verdad cuando estás en un lugar mucho tiempo empiezas a naturalizar todo. Una pared, un espacio, puede venir alguien y sacar tremendas fotos, pero yo no puedo ver mi cotidianidad con esos ojos de extrañeza que es lo que a mí más me motiva a hacer una foto”.

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Ha descubierto libertad de la mirada y este hallazgo puede convertirse en una metáfora sobre el movimiento: desde la quietud, apenas con el desplazamiento vertical del mouse, Juan recorre la parte del mundo que elige. Es el ojo y el testigo de la vida que sucede mientras la mayoría seguimos resguardados, es la memoria de un instante que nadie supo si quería guardar o no. Con cada click descubre un nuevo rincón, vecindades, tiendas, autos abandonados y paredes detalladas lo llevan a la cotidianidad de cientos de extraños. “Me gusta que estoy capturando la vida pasando. Es muy difícil retratar la cotidianidad en la calle porque la gente ve que uno tiene una cámara y eso ya lo hace intruso”, cuenta, mientras se escucha el viento de 3:40 de la tarde.

Es el ojo y el testigo de la vida que sucede mientras la mayoría seguimos resguardados, es la memoria de un instante que nadie supo si quería guardar o no.

“En google maps la gente es fresca, no tienen ni idea que quedaron capturados lavando el carro o caminando con una bolsa” y entonces un nuevo encanto queda atrapado en esa imagen, la libertad de ser sin saberse observado.

Redescubrir la mirada del fotógrafo desde la virtualidad

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La fotografía es, por definición técnica, un dibujo con luz que congela en el tiempo un instante o una acción pero es siempre una forma subjetiva de capturar el momento, para Juan esta nueva forma de hacer fotos "es una mirada medio voyerista y no. Ahí no soy el observador de mirada única como pasa muchas veces con la cámara en un lugar, en Google Maps es una mirada a una imagen que ya existe, un segundo congelado del mundo. Ahí hay un millón de cosas que nadie las nota”.

Aquello que "no es visto" siempre cambia. Posiblemente sin una pandemia de por medio Juan seguiría pensando en el exterior como un espacio que recorre con su cuerpo, uno que solo puede conocer al cruzar la puerta de su casa. El confinamiento nos ha llevado a definir lo que dimos por sentado antes, entre eso el espacio y lo que en él sucede.

“Uno usa estas aplicaciones para buscar una dirección, pero nunca se detiene a ver qué está pasando ahí. En ese sentido es muy similar a lo que uno hace en la calle, son cosas que no empiezan a existir con la foto pero sí necesitan ser notadas, capturadas. En Google maps la vida no está pasando sino que pasó y quedó registrada, en esa fracción de segundo tenés miles de personas y es cuestión de buscar, es caminar por una calle congelada y ver”.

Hoy Juan recorre el mundo como una veleta virtual que observa desde el silencio la vida que todavía sucede y, sin ruta ni plan exacto, ha convertido en brújula la extrañeza. Sigue sorprendiéndose con cada nuevo lugar y aunque Japón resultó no ser tan atractivo, quedan aún miles de calles que parecen tener historias por contar. Aún desde la inmovilidad, Juan sigue yendo de paso.