La voz de Rosa Montero se escucha en la habitación como un trueno, no es, sin embargo, una voz letal. Es un corte íntimo, habla del silencio y de la soledad. Habla de su sensación de niña al percibirse extraña, diferente del resto y al constatar que algo en su cabeza no funciona como debería. Montero ha rondado una misma pregunta durante toda su vida: donde está nuestra mente cuando todo parece roto en ella. O, más bien, dónde estamos nosotros cuando nuestro cerebro está colapsado. En esta conversación hablamos con Rosa sobre el desdoblamiento del ser, sobre la imposibilidad de comunicarse en medio de crisis mentales y emocionales y cómo el lenguaje deja de alcanzar. Como las palabras se escabullen, se meten debajo de los miedos y pareciera que nadie nunca podría sacarlas de allí nuevamente.