Diana Obando nació en Bogotá, pero parece un animal de monte: medio esquiva, medio misteriosa. Su trabajo literario es igual, lleno de palabras que parecen traídas de escrituras sagradas. La literatura de Obando no pretende llegar como una flecha a un punto rojo, sino que parece una serpiente con alas revoloteando en lugares que no parecen reales, entonces cuando una la lee parece que me cubriera un manto precioso y oscuro donde los sentidos afloran en la piel y donde la belleza es de otra sustancia. En esta conversación con Obando hablamos de plantas y de armas romas que no hieren sino que unen. Ojalá esta charla les lleve a jardines nuevos.