En la crítica literaria mucho se ha construido con pocos términos. En algunos casos, son metáforas que hicieron mundos (como lo atestigua Blumenberg en su «metaforología»); en otros, son palabras de referencia que reaparecen repetidas y vaciadas de sentido, con lo que nos llenamos de “fascinante”, “innovador”, “impactante”, y más adjetivos que terminan por decir muy poco; y también están los conceptos que han hecho el traslado desde el campo de lo metafórico al de lo vacío. En la crítica latinoamericana, no hay palabra que sea más relevante en este último grupo que boom : anglicismo sobre el que se ha escrito y vuelto a escribir, y que aún se usa automáticamente para describir cualquier fenómeno editorial que una a más de dos libros. El término económico se trasladó al literario para bombardearnos con explosiones literarias que mostraban la falsa novedad de la escritura de géneros diversos, renacimientos forzados de lo histórico o reincidencias en lo autobiográfico. Supuestas explosiones editoriales que incluso dejaban en un segundo plano la existencia de autores y libros, escondidos bajo el velo de un movimiento editorial.
Hace un par de años, después del shock inicial del encierro pandémico, también se habló mucho de un boom de la ciencia ficción y el fantástico en Latinoamérica (yo mismo usé «estallido» para hablar del género en el 2021) , el cual estaba acompañado de un movimiento de publicaciones, papers y académicos que insistían (sin mucho más que un juego de palabras) en que la ciencia ficción se escribía mucho porque ahora era la realidad. Sin embargo, más allá del concepto de boom en su marco editorial, interesa pensarlo en sus acepciones más directas: como una explosión, como algo que se rompe violentamente. Pero, en el caso del fantástico en Latinoamérica, ¿qué fue lo que se dinamitó?, al parecer fue la idea del realismo como límite genérico y, con ello, también se produjo la fragmentación del género fantástico en sí mismo. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es un concepto como lo fantástico, sino la inversión negativa de su contrario? (que, a su vez, tautológicamente, es también la inversión de su contrario). Si esa explosión se produjo hace unos años como producción masiva de textos del fantástico, que trajo a su vez la pregunta por la existencia de los géneros, hoy, dos años después, la pregunta de dirige más hacia los restos, las ruinas, los estertores de esa detonación. Porque finalmente, el boom es instantáneo, específico, es puro presente; no existe un post-boom , porque la descarga de energía solo puede ser nombrada cuando ocurre, de ahí la necesidad de nombrarlo con una onomatopeya.
Entonces, ¿qué queda del ya pasado estallido del fantástico en Latinoamérica, si es que en realidad existió? Quedan esquirlas que se clavan en los géneros adyacentes, pequeños fragmentos que tienen dentro de sí marcas contaminantes extendidas como virus. El fantástico latinoamericano se ha expandido en libros de autoficción y ha hecho suya la literatura científica; ha deformado sus células vitales convirtiendo al terror y al western en géneros que no se pueden reconocer a sí mismos al espejo. Ha mutado para comprenderse en su propia variedad y se ha alejado de la carcasa estructural a la cual aún se aferraban algunos nostálgicos de lo geek. Una pequeña muestra aparece en esta selección de libros de fantástico latinoamericano que, escritos en este año de 2023, dan cuenta de esas mutaciones del código fantástico; diez esquirlas contaminantes que demuestran ser el primer paso de una dinámica que tiende a fantastificarlo todo.
"La canción detrás de todas las cosas", de Gabriela Damián Miravete - México. (Odo ediciones)
Publicado entre finales del 2022 e inicios del 2023, este libro que se mueve entre los cuentos y la novela, es un artefacto narrativo que se centra en nuestra relación con lo mineral, lo tectónico, lo litosférico, lo terrígeno; y todos los secretos que se engendran bajo la tierra. Desde la aparición interdimensional de un ente subterráneo que se activa con los terremotos en México, hasta la erupción de un volcán que cambia la vida de esclavos y amos por igual, o la búsqueda espeleológica de la música producida por los cristales de ópalo, cada apartado de este libro funciona como una puerta que abre interrogantes sobre lo que cambia cuando pensamos el tiempo lítico. Entre notas al pie, ilustraciones, datos científicos, hipersticiones y saberes populares, La canción detrás de todas las cosas construye mundos cuidadosamente narrados y con una escritura que recuerda que lo científico es también poético.
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"Un pianista de provincias", de Ramiro Sanchiz – Uruguay. (Random House)
Insertada dentro del rizomático universo Stalh, Sanchiz repiensa ideas ciclonopédicas de Negarestani para plantear un mundo donde plástico, naturaleza, basura, máquinas y escombros, se han disuelto para convertirse en una emulsión que pone fin a la utopía desarrollista de los noventa. En un paisaje donde ya no es posible el uso del plástico, y en donde los caminos cortados destruyen la ilusión nacional y global a favor de lo provincial, como un Felisberto Hernández postapocalíptico, Federico Stahl recorre las provincias del Valle para interpretar piezas clásicas de piano y, en el camino, encontrar una lógica que le explique la naturaleza de las crisis. Escrita al ritmo esquizofrénico de las variaciones Goldberg, esta novela atraviesa las estructuras de lo fantástico desde la transformación microscópica de las moléculas del petróleo, hasta la posibilidad de oscuros dioses interdimensionales que nos tienen a su merced. Sanchiz propone una narrativa de sustancias en disolución y fluidos en suspensión; una discontinuidad que se solidifica y se volatiliza mientras escudriña los límites del saber desde Bach hasta Zitarrosa.
"El cielo de la selva", de Elaine Vilar Madruga – Cuba. (Lava editorial)
La escritora cubana es la punta de lanza que puede transformar el realismo mágico en una literatura absolutamente novedosa. Ya con su anterior novela La tiranía de las moscas (2021), había planteado un giro a las novelas de dictador, y con su última novela actualiza la literatura terrígena y lo hace insertando un componente de terror fantástico que convierte a la selva en un ser absoluto y hambriento, dispuesto a comerse a los Buendía y a todas las generaciones familiares propias del realismo mágico. En esta novela polifónica, lo perverso infantil es el eje alrededor del cual se arma toda la narrativa; no desentona la aparición del narcotráfico y la extracción, el desplazamiento y la violencia patriarcal, el devenir animal y el folk horror ; es un libro escrito con rabia, lleno de sangre y dolor, construido con las voces quebradas de unos habitantes desesperados por la decadencia de una tradición que deben seguir y destruir (no asombra que sea la tradición del realismo mágico enquistado). Sin duda, una de las mejores novelas (sin distingo de género literario) del 2023, un imprescindible.
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"El ojo de Goliat", de Diego Muzzio – Argentina. (Editorial Entropía)
En la tradición de las novelas de misterio y aventuras del siglo XIX, Muzzio retoma la imagen del faro como lugar donde se conjugan luz y oscuridad, y reflexiona por los efectos de la guerra, la clínica psiquiátrica y el estrés postraumático en una novela escrita a ritmo del doble. Merecida ganadora del Premio Filba-Medifé, este libro retoma tipos narrativos para armar una historia que, en la mezcla, produce algo nuevo. Narradores de Stevenson dialogan con historias borgianas, argumentos de Horacio Quiroga y cartas al estilo Puig en el marco de «La tierra purpúrea» de Hudson. En lugar de volverse un pastiche, esta hibridez narrativa escala un grado para convertirse en una literatura de apertura que duplica (la imagen recurrente del libro) las posibilidades de lectura del horror y lo oculto. La segunda parte del libro, escrita a manera de diario, despliega las posibilidades del terror psicológico hasta límites casi desesperantes. Quien haya disfrutado la película The lighthouse (2019), al leer este libro podrá entrar en un mundo más oscuro e inquietante que el filmado por Robert Eggers.
"Teratofilia", de Soledad Véliz – Chile. (Imbunche editores)
Colección de nueve cuentos de (como lo atestigua la introducción) una de las pocas escritoras chilenas de ciencia ficción durante los años noventa, que publicó en revistas electrónicas, antologías y compilaciones. En este libro se reúne parte de su producción que recorre más de veinte años de escritura, se muestra una voz que tiene el poder de mantenerse en el tiempo, adaptándose a nuevas estructuras y temáticas que, al mismo tiempo, sirve para ver las variaciones del género. Resaltan los primeros cuentos de la antología (últimos de su producción), especialmente «Nuevos lineamientos de psicorrobótica» y «El lugar donde habita la luz», en los cuales la autora recurre a temas clásicos como las leyes de la robótica, pero actualizados al desarrollo de las Inteligencias Artificiales, todo dentro de un marco psicoanalítico. Y, dentro de la colección, también es posible leer una versión muy inteligente y casi que sádica del horror social en cuentos como «El rapto del odio» o en «La carta» de un tono más onírico y absurdo.
"Las muertes", de Santiago Ospina – Colombia. (Angosta editores)
En los cuentos de Las muertes, Santiago Ospina entra en mundos rarificados, extraños y llenos de misterios que crean una atmósfera inexplicable para los lectores, pero que se construyen como posibilidad de normalización para los protagonistas. Son cuentos que se escriben entre umbrales: de la vida y la muerte, de la culpa y la expiación, del deseo y la perversión, del odio y la esperanza; en el espacio indeterminado entre lo Real y lo fantástico. Entre manos que se cargan como culpas, asesinos seriales vueltos narrativas migratorias, cuerpos enfermos que no dejan de caerse y humanos que animalizan sus venganzas, Ospina crea mundos brumosos en donde la lógica de lo cotidiano se derrite, y solo puede ser descrita en las entrelíneas de lo innombrable. Recomiendo «El hombre que se cae», cuento que se desarrolla en un mundo de enfermos y enfermeros donde la comercialización del cuidado se convierte en una pregunta por la identidad y la exclusión; una deriva de la otredad marcada por cuerpos en constante desgaste e imperfección.
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"Como ruedas como jaulas como comadrejas", de María Elena Alcantena – Argentina. (Ediciones Ayarmanot)
En este primer libro de cuentos de la autora argentina, la cotidianidad se rompe cuando un elemento de lo extraño aparece y resquebraja el sentido mismo de una normalidad que se caracteriza por su extrañeza. Es un libro repleto de todo tipo de monstruos que no se pueden encajar ni describir, entes tan semejantes a lo humano y a lo animal que terminan por reflejar la imposibilidad de normalización. Es un libro escrito desde lo liminar, desde las fronteras y los bordes; cuentos anclados en el new weird que plantean formas de comprensión que se deshacen y se deslíen cuando se topan con una materialidad imposible. Resalto el cuento «Las jaulas», un encierro violento que inicia con un odio canino y termina con la elaboración de rituales ocultistas en medio de un campo rural; y «Bordes» una especie de cuento-alma del libro completo: una prosa poética que desarma los bordes como si fueran pliegues que deben volverse a plegar para descubrir que cuando las divisiones son eternas, engendran lo universal.
"Dios duerme en la piedra", de Mike Wilson – Chile. (Fiordo editorial)
En su paso a través de diversos géneros, estilos y estructuras, esta vez el genio Mike Wilson se aventura con un western . Pero como no podía ser de otra forma, no es este un spaghetti rehecho, sino una fina pieza de cuidado y prolijidad, en la cual Wilson va dejando pequeñas señales que nos indican el camino a lo extraño y lo espeluznante. Escrito a partir de descripciones precisas y detalladas, cuenta el trasegar de un vaquero innominado (como el personaje de Eastwood) que camina por el desierto y las dunas, asesinando con una puntería certera a malhechores y ladrones; hasta que se encuentra con una sacerdotisa, primera de una serie de personajes que lleva al caos y lo increíble, hasta construir un mundo inexplicable en donde una secta se convierte en la contraparte de un pasado que el vaquero intenta purgar. Cada libro de Wilson se convierte en un estudio casi erudito de los géneros que se atreve a intervenir, este cruce entre el viejo oeste y el gótico sureño, no es una excepción.
"Gas gurú", de Mauricio Loza - Colombia. (Orciny press)
Libro múltiple, derivativo y global, se mueve entre la ciencia ficción, la ficción histórica, la ucronía y el fin del mundo. Basado en la historia de la Verdad Suprema (secta que produjo los ataques con gas sarín al metro de Tokio en 1995) el autor reconstruye las creencias, ritos e ideas que rodeaban a su líder Shoko Ashara, y al mismo tiempo recrea la posibilidad de que las acciones para llevar al mundo a su final hubieran llegado a su destino deseado. En esta narración doble y paralela, la ciencia ficción toma el lugar de los eventos históricos para mostrarnos que aquello que ocurre en los mundos de las religiones, roza el espacio ficcional de la literatura extraña. Libro repleto de datos asombrosos y una imaginería ubicada en el final de la Guerra Fría, devela una investigación obsesiva que se convierte en una brújula para comprender la dinámica del (hoy) fanatismo político. Como añadido, el movimiento temporal de una historia que avanza y otra en retrospectiva es una apuesta que permite ver la genialidad de la construcción estructural que se planeó para la novela.
"La segunda lengua materna", de Flor Canosa – Argentina. (Indómita luz editorial/Editorial cuatro lunas)
Siguiendo la línea de una reescritura del ciberpunk desde Latinoamérica que se lee también en autores como Kike Ferrari en Territorios sin cartografiar o Juan Mattio en Materiales para una pesadilla, la novela de Flor Canosa parte de la creación de un adaptador límbico que cambia la forma en que concebimos la memoria y los recuerdos. Sin embargo, a pesar de la aparición de lo maquínico, no es esta una novela que se remita al mundo transformado por un novum único. La escritura por capas de la novela hace que ese elemento empiece a expandirse en estratos que se superponen y que configuran un libro complejo. La novela de Canosa atraviesa la tecnología y se centra en las relaciones personales de la protagonista, Hana, con sus dos amantes, y también con la idea de la reproducción humana, de la historia y la concepción de qué es lo humano y la verdad. Finalmente, un entramado de notas al pie de página, que terminan por integrarse al argumento de la novela, muestra un delicado tejido en el mundo de una Pampa posible y cercana.
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Como toda lista, quedaron por fuera una gran cantidad de textos que leí con sorpresa, pero que no pudieron quedar dentro por múltiples razones: porque son solo diez y porque es un continente, y también porque lo fantástico cada vez extiende sus tentáculos a todos los espacios de la creación literaria. De todas formas, nombro algunos en un pequeño extra que me permite dejar bonus-track que expanden las posibilidades lectoras.
No se puede pasar por alto la exitosa novela de terror La mano que cura de Lina María Parra, que recorre a través de tres generaciones de brujas los ritos y los misterios que rodean la brujería en Medellín, y que es uno de los libros del año en Colombia; también en Colombia, Los aparecidos de Óscar Godoy presenta una visión muy particular del conflicto armado colombiano, cuyas dinámicas se transforman por la existencia y presencia de los espantos (la madremonte, la llorona, etc.) y su relación con la naturaleza. Por otro lado, al fin tenemos acceso a la compilación de relatos De qué silencio vienes, de la mexicana Libia Brenda, que muestra el camino que ha construido la autora entre 2015 y 2022, con cuentos de ciencia ficción aparecidos en antologías, revistas y antologías. Y, como siempre, la producción argentina sobresale por su abundancia; de entre los libros que más me llamaron la atención este año, está la invasión extraterrestre a un pueblo que muestra Roberto Chuit Roganovich en la novela Quiebra el álamo, los prolijos y contundentes cuentos robóticos, maquínicos y futuristas de Valentino Cappelloni en El museo de la memoria humana , la novela gaucha-insectil-apocalíptica de Michel Nieva La infancia del mundo , y la novela de brujas apocalípticas que se mueven entre inviernos eternos y ritos antiguos: Virgen bruja de Cynthia Matayoshi. Y como un extra, quisiera también hacer énfasis en un libro que, si bien no es “de” ciencia ficción, sí es “sobre” ciencia ficción (como lo diría Fresán); se trata de Dios fulmine a la que escriba sobre mí, de la mexicana Aura García-Junco. En este libro de recuerdos y memorias, la autora reconstruye, a partir de la muerte de su padre, H. Pascal, parte de la vida familiar, social y literaria, de quien fue uno de los más importantes promotores y pensadores de la ciencia ficción en México. Un libro que es una joya por descubrir.
La lista de los textos fantásticos latinoamericanos aumenta cada año. Pareciera que la expansión casi viral de lo extraño dentro de las literaturas del yo, la historia y el realismo, tiene sus efectos en la actualidad por medio del sistema de contaminación, que demuestra que no hay otra forma de narrar la realidad latinoamericana más que con las herramientas del fantástico. Lo que queda por seguir es el avance del proceso, que puede llevar a una mixtificación de los géneros, o incluso a su misma desaparición. Esperemos qué puede traer el futuro.
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