El Réquiem de Guerra, interpretado por primera vez el 30 de mayo de 1962, fue encargado para conmemorar la consagración de la nueva catedral de Coventry, que se construyó después de que la estructura original del siglo XIV fuera destruida en un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial.En El Réquiem de Guerra Benjamin Britten intercala los textos tradicionales en latín, en una yuxtaposición elocuente, con poemas extralitúrgicos de Wilfred Owen (poeta y soldado inglés), escritos durante la Primera Guerra Mundial.El escritor, arreglista, orquestador y compositor inglés Christopher Francis Palmer escribió sobre El Réquiem de Guerra, de Benjamin Britten lo siguiente:“El impacto de la primera interpretación del Réquiem de guerra en la Catedral de Coventry el 30 de mayo de 1962 podría ciertamente describirse como un "empujón". Fue un éxito inmediato de crítica y público y pareció darle a la gente algo que quería y necesitaba escuchar. La catedral de Coventry había sido destruida en un acto de agresión en tiempos de guerra, y para reconstruirla Sir Basil Spence había reunido a su alrededor un equipo de grandes especialistas en sus diferentes campos: Jacob Epstein, Graham Sutherland y John Piper, colaborador de Britten desde hacía mucho tiempo, estaban entre ellos. Se requería una declaración musical de primera magnitud.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Era natural que Britten recurriera a Owen, a quien describió como "con mucho nuestro mayor poeta de guerra, y uno de los poetas más originales de este siglo". En 1958 incluyó Strange Meeting en un programa de la BBC de poemas favoritos seleccionados, y ese mismo año incluyó The Kind Ghosts como parte de su Nocturno para tenor, cuerdas y siete instrumentos obbligato. Britten amaba cada vez más la obra de los muy jóvenes o de los muy viejos. Habría comparado el genio y la muerte prematura de Owen con las de Keats y Shelley, ambos muy admirados por Owen y Britten, y ambos colocados por este último junto a Owen en el Nocturno.Britten seguramente debía ser consciente de la homosexualidad de Owen (no puede haber lugar a dudas sobre la carga de poemas como A Eros y Tormenta) y ¿quién puede negar que le dio una especial intensidad a su experiencia en el frente?Hay tres niveles o planos distintos dentro del Réquiem de guerra de Benjamin Britten. En primer plano están dos soldados, uno inglés, uno alemán (las partes fueron escritas para Peter Pears y Dietrich Fischer-Dieskau respectivamente), que cantan con la orquesta de cámara, siempre un medio en Britten para la comunicación privada. Más allá de ellos se encuentran los celebrantes de la Misa en sí: la soprano solista (Galina Vishnevskaya, una rusa), el coro completo y la orquesta sinfónica completa.Representan la expresión formal y ritualizada del duelo y una súplica litúrgica de liberación por parte de La humanidad en la masa. A una distancia aún mayor se encuentra un coro de voces de niños y un órgano suspendido en el limbo: inocente y de sonido puro, pero totalmente divorciado de la pasión humana.Las correspondencias textuales y las interrelaciones temáticas en el Réquiem de Guerra son tan (intencionadamente) transparentes que no requieren un comentario detallado; sin embargo, tal vez valga la pena destacar las referencias al Cántico II de Britten, Abraham e Isaac, en el Ofertorio, que implica que no hay dos si no tres fuentes poéticas: la Liturgia, la Obra Milagrosa de Chester y Owen”.La interpretación que escucharemos estuvo a cargo de Galina Vishnevskaya (soprano), Peter Pears (tenor), Dietrich Fischer-Dieskau (barítono), los Coros Bach de Londres y de la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección de David Wilcocks, el Coro de la Escuela Highgate dirigido por Edward Chapman, Simon Preston (órgano), el Conjunto Melos y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por el propio compositor.Podrá escuchar la obra completa en la nueva edición de Canto y Música Coral este domingo, 25 de mayo a las 9:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.
La edición 78 del Festival de Cannes, que concluyó este 24 de mayo, destacó por su compromiso con el cine de autor y las temáticas sociales. La actriz francesa Juliette Binoche presidió el jurado oficial, mientras que el actor Laurent Lafitte condujo las ceremonias de apertura y clausura.Este año el festival rindió homenaje a figuras emblemáticas del cine otorgando la Palma de Oro Honorífica a Robert De Niro y Denzel Washington.El máximo galardón, la Palma de Oro, fue concedido al director iraní Jafar Panahi por su película Un simple accidente (It Was Just an Accident), una obra que combina drama y sátira para explorar la justicia y la represión en Irán.El Gran Premio del Jurado recayó en Sentimental Value de Joachim Trier, mientras que el Premio del Jurado fue compartido entre Sirât de Óliver Laxe y Sound of Falling de Mascha Schilinski.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíAdemás, Colombia también fue ganadora en Cannes gracias a la película del cineasta Simón Mesa Soto, que obtuvo el Premio Especial del Jurado en la sección “Una Cierta Mirada”.Esta es la lista completa de ganadores de Cannes 2025:Sección OficialPalma de Oro: Un simple accidente (It Was Just an Accident) – Jafar Panahi (Irán)Gran Premio del Jurado: Sentimental Value – Joachim Trier (Noruega)Premio del Jurado: Sirât – Óliver Laxe (España) y In die Sonne schauen (Sound of Falling) – Mascha Schilinski (Alemania)Mejor Dirección: Kleber Mendonça Filho por El agente secreto (The Secret Agent) (Brasil)Mejor Actor: Wagner Moura por El agente secretoMejor Actriz: Nadia Melliti por La petite dernière (The Little Sister)Mejor Guion: Jean-Pierre y Luc Dardenne por Jeunes mères (Young Mothers)Premio Especial del Jurado: Resurrection – Bi Gan (China)Caméra d'Or (Mejor Ópera Prima)Ganador: The President's Cake – Hasan Hadi (Irak)Mención Especial: My Father's Shadow – Akinola Davies Jr. (Reino Unido)Palma de Oro al CortometrajeGanador: I'm Glad You're Dead Now – Tawfeek BarhomMención Especial: Ali – Adnan Al RajeevUn Certain RegardPremio Un Certain Regard: La misteriosa mirada del flamenco (The Mysterious Gaze of the Flamingo) – Diego Céspedes (Chile)Premio del Jurado: Un poeta (A Poet) – Simón Mesa Soto (Colombia)Mejor Dirección: Tarzan y Arab Nasser por Once Upon a Time in GazaMejor Actor: Frank Dillane por UrchinMejor Actriz: Cleo Diára por O riso e a faca (The Laugh and the Knife)Mejor Guion: Harry Lighton por PillionSemaine de la CritiqueGran Premio: Un fantasma útil (Pee Chai Dai Ka) – Ratchapoom Boonbunchachoke (Tailandia)Premio French Touch del Jurado: Imago – Déni Oumar PitsaevPremio Louis Roederer de la Revelación: Théodore Pellerin por Nino – Pauline LoquèsPremio SACD: Guillermo Galoe y Víctor Alonso-Berbel por Ciudad sin sueñoPremio Descubrimiento Leitz Cine al Cortometraje: L'mina – Randa MaroufiPremio Canal+ al Cortometraje: Erogenesis – Xandra PopescuQuinzaine des CinéastesLabel Europa Cinemas: La danse des renards – Valéry CarnoyPremio SACD: La danse des renards – Valéry CarnoyPremio del Público: The President's Cake – Hasan HadiCarrosse d'Or: Todd HaynesPremios HonoríficosPalma de Oro Honorífica: Robert De Niro y Denzel WashingtonOtros PremiosPremio FIPRESCI (Competencia Oficial): El agente secreto – Kleber Mendonça FilhoPremio FIPRESCI (Un Certain Regard): Urchin – Harris DickinsonPremio del Jurado Ecuménico: Jeunes mères – Jean-Pierre y Luc DardenneL'Œil d'Or (Mejor Documental): Imago – Déni Oumar PitsaevQueer Palm: La petite dernière – Hafsia HerziQueer Palm al Cortometraje: Bleat! – Ananth SubramaniaPremio François Chalais: Dva prokurora – Sergei LoznitsaPremio AFCAE: El agente secreto – Kleber Mendonça FilhoMención Especial AFCAE: Sirât – Óliver LaxeCannes Soundtrack Award: Kangding Ray por SirâtPrix de la Citoyenneté: Un simple accidente – Jafar PanahiPrix du Cinéma Positif: Jeunes mères – Jean-Pierre y Luc DardennePrix Ecoprod: Jeunes mères – Jean-Pierre y Luc DardennePremio CST al Artista-Técnico: Dion BeebePalme Dog: Panda en Ástin sem eftir erGrand Prix del Jurado (Palme Dog): Pipa y Lupita en SirâtPremio Pierre Angénieux: Dion BeebeTrophée Chopard (Revelación Femenina): Marie ColombTrophée Chopard (Revelación Masculina): Finn Bennett🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El cineasta iraní Jafar Panahi ha vuelto a desafiar las restricciones impuestas por su país con su nueva película Un simple accidente (It Was Just an Accident), que se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2025 este 24 de mayo. Rodada clandestinamente en Irán, la película es una crítica mordaz al autoritarismo, la corrupción y la represión estatal, temas recurrentes en la obra de Panahi.La historia comienza con un hecho aparentemente trivial: un hombre atropella accidentalmente a un perro en Teherán. Este incidente desencadena una serie de eventos que involucran a diversos personajes, como un mecánico, una fotógrafa, una pareja de recién casados y un médico.A medida que la trama avanza, se revela un entramado de injusticias, traumas y represiones que reflejan las tensiones sociales y políticas de la sociedad iraní.La película combina elementos de comedia negra, sátira y thriller, utilizando el absurdo y la ironía para exponer las contradicciones y arbitrariedades del sistema judicial y político iraní. La narrativa, aunque sencilla en apariencia, ofrece una profunda reflexión sobre la libertad individual y la resistencia frente a la opresión.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíProducción clandestina y valentía artísticaUn simple accidente fue producida sin el permiso oficial de las autoridades iraníes, en colaboración con las productoras francesas Les Films Pelléas y Pio & Co, y la luxemburguesa Bidibul Productions. La postproducción se realizó en Francia. Según informes, las actrices en la película no llevan el hiyab, desafiando las leyes iraníes que obligan a las mujeres a cubrirse.Panahi, quien ha enfrentado múltiples arrestos y prohibiciones para filmar o salir del país, continúa creando obras que denuncian la represión en Irán. A pesar de las restricciones, ha logrado producir películas como Esto no es una película, Taxi Teherán y Los osos no existen, todas realizadas clandestinamente y reconocidas internacionalmente.La película tuvo su estreno mundial en la competencia oficial del Festival de Cannes el 20 de mayo de 2025.El jurado, presidido por Juliette Binoche, otorgó la Palma de Oro a Un simple accidente, destacando su valentía y la poderosa denuncia que representa contra la represión estatal. La película se estrenará en cines franceses el 10 de septiembre de 2025, y se espera su distribución en América Latina a través de la plataforma MUBI.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El cine colombiano ha alcanzado un nuevo hito internacional con la película “Un poeta”, dirigida por Simón Mesa Soto, al recibir el Premio Especial del Jurado en la sección “Una Cierta Mirada” del Festival de Cine de Cannes 2025.Esta sección destaca obras con visiones singulares y narrativas innovadoras, y el reconocimiento a "Un poeta" resalta la calidad y profundidad del cine nacional en el panorama global.“Un poeta” narra la historia de un escritor frustrado y deprimido que encuentra una nueva perspectiva de vida a través de los versos de una joven estudiante. La película explora temas como la redención, la inspiración y el poder transformador del arte.La actuación principal está a cargo de Ubeimar Ríos, un actor no profesional, lo que aporta una autenticidad notable al relato.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíSimón Mesa Soto, conocido por su enfoque en historias íntimas y sociales, ya había sido reconocido en Cannes con su cortometraje “Leidi”, que ganó la Palma de Oro en 2014. Con Un poeta, el director continúa su exploración de personajes complejos y situaciones humanas profundas, consolidando su posición en el cine internacional.El jurado de “Una Cierta Mirada”, presidido por la cineasta británica Molly Manning Walker, elogió la sensibilidad y la narrativa de Un poeta, destacando su capacidad para conmover y provocar reflexión. Este premio no solo reconoce el talento de Mesa Soto, sino que también pone en alto el nombre de Colombia en el ámbito cinematográfico mundial.La participación y el éxito de “Un poeta” en Cannes reflejan el crecimiento y la madurez del cine colombiano, que continúa ganando reconocimiento por su originalidad y profundidad temática.Con este reconocimiento, “Un poeta” se une a la lista de producciones colombianas que han dejado una marca en festivales internacionales, y su impacto promete abrir nuevas puertas para el cine nacional en escenarios globales.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
PRIMERA PARTEI—... Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es el arca de la memoria. Desde aquellos días arden y se consumen con el leño en la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin rostro. Para que puedas venir tú y el que es menor que tú y les baste un soplo, solamente un soplo...—No me cuentes ese cuento, nana.—¿Acaso hablaba contigo? ¿Acaso se habla con los granos de anís?No soy un grano de anís. Soy una niña y tengo siete años. Los cinco dedos de la mano derecha y dos de la izquierda. Y cuando me yergo puedo mirar de frente las rodillas de mi padre. Más arriba no. Me imagino que sigue creciendo como un gran árbol y que en su rama más alta está agazapado un tigre diminuto. Mi madre es diferente. Sobre su pelo —tan negro, tan espeso, tan crespo— pasan los pájaros y les gusta y se quedan. Me lo imagino nada más. Nunca lo he visto. Miro lo que está a mi nivel. Ciertos arbustos con las hojas carcomidas por los insectos; los pupitres manchados de tinta; mi hermano. Y a mi hermano lo miro de arriba abajo. Porque nació des pués de mí y, cuando nació, yo ya sabía muchas cosas que ahora le explico minuciosamente. Por ejemplo ésta:Colón descubrió la América.Mario se queda viéndome como si el mérito no me correspondiera y alza los hombros con gesto de indiferencia. La rabia me sofoca. Una vez más cae sobre mí todo el peso de la injusticia.—No te muevas tanto, niña. No puedo terminar de peinarte.¿Sabe mi nana que la odio cuando me peina? No lo sabe. No sabe nada. Es india, está descalza y no usa ninguna ropa debajo de la tela azul del tzec. No le da vergüenza. Dice que la tierra no tiene ojos.—Ya estás lista. Ahora el desayuno.Pero si comer es horrible. Ante mí el plato mirándome fijamente sin parpadear. Luego la gran extensión de la mesa. Y después... no sé. Me da miedo que del otro lado haya un espejo.—Acaba de beber la leche.Todas las tardes, a las cinco, pasa haciendo sonar su esquila de estaño una vaca suiza. (Le he explicado a Mario que suiza quiere decir gorda.) El dueño la lleva atada a un cordelito, y en las esquinas se detiene y la ordeña. Las criadas salen de las casas y compran un vaso. Y los niños malcriados, como yo, ha cemos muecas y la tiramos sobre el mantel.—Te va a castigar Dios por el desperdicio —afirma la nana.—Quiero tomar café. Como tú. Como todos.—Te vas a volver india.Su amenaza me sobrecoge. Desde mañana la leche no se derramará.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíIIMi nana me lleva de la mano por la calle. Las aceras son de lajas, pulidas, resbaladizas. Y lo demás de pie dra. Piedras pequeñas que se agrupan como los pétalos en la flor. Entre sus junturas crece hierba menuda que los indios arrancan con la punta de sus machetes. Hay carretas arrastradas por bueyes soñolientos; hay potros que sacan chispas con los cascos. Y caballos viejos a los que amarran de los postes con una soga. Se están ahí el día entero, cabizbajos, moviendo tristemente las orejas. Acabamos de pasar cerca de uno. Yo iba conteniendo la respiración y arrimándome a la pared temiendo que en cualquier momento el caballo desenfundara los dientes —amarillos, grandes y numerosos— y me mordiera el brazo. Y tengo ver güenza porque mis brazos son muy flacos y el caballo se iba a reír de mí.Los balcones están siempre asomados a la calle, mirándola subir y bajar y dar vuelta en las esquinas. Mirando pasar a los señores con bastón de caoba; a los rancheros que arrastran las espuelas al caminar; a los indios que corren bajo el peso de su carga. Y a todas horas el trotecillo diligente de los burros que acarrean el agua en barriles de madera. Debe de ser tan bonito estar siempre, como los balcones, desocupado y distraído, sólo mirando. Cuando yo sea grande...Ahora empezamos a bajar la cuesta del mercado. Adentro suena el hacha de los carniceros y las moscas zumban torpes y saciadas. Tropezamos con las indias que tejen pichulej, sentadas en el suelo. Conversan entre ellas, en su curioso idioma, acezante como ciervo perseguido. V de pronto echan a volar sollozos altos y sin lágrimas que todavía me espantan, a pesar de que los he escuchado tantas veces.Vamos esquivando los charcos. Anoche llovió el primer aguacero, el que hace brotar esa hormiga con alas que dicen tzisim. Pasamos frente a las tiendas que huelen a telas recién teñidas. Detrás del mostrador el dependiente las mide con una vara. Se oyen los granos de arroz deslizándose contra el metal de la balanza. Alguien tritura un puñado de cacao. Y en los zaguanes abiertos entra una muchacha que lleva un cesto sobre la cabeza y grita, temerosa de que sal gan los perros, temerosa de que salgan los dueños:—¿Mercan tamales?La nana me hace caminar de prisa. Ahora no hay en la calle más que un hombre con los zapatos ama rillos, rechinantes, recién estrenados. Se abre un portón, de par en par, y aparece frente a la forja encendida el herrero, oscuro a causa de su trabajo. Golpea, con el pecho descubierto y sudoroso. Apartando apenas los visillos de la ventana, una soltera nos mira furtivamente. Tiene la boca apretada como si se la hubiera cerrado un secreto. Está triste, sintiendo que sus cabellos se vuelven blancos.—Salúdala, niña. Es amiga de tu mamá. Pero ya estamos lejos. Los últimos pasos los doy casi corriendo. No voy a llegar tarde a la escuela.IIILas paredes del salón de clase están encaladas. La humedad forma en ellas figuras misteriosas que yo descifro cuando me castigan sentándome en un rincón. Cuando no, me siento frente a la señorita Silvina en un pupitre cuadrado y bajo. La escucho hablar. Su voz es como la de las maquinitas que sacan punta a los lápices: molesta pero útil. Habla sin hacer dis tingos, desplegando ante nosotras el catálogo de sus conocimientos. Permite que cada una escoja los que mejor le convengan. Yo escogí, desde el principio, la palabra meteoro. Y desde entonces la tengo sobre la frente, pesando, triste de haber caído del cielo.Nadie ha logrado descubrir qué grado cursa cada una de nosotras. Todas estamos revueltas aunque somos tan distintas. Hay niñas gordas que se sientan en el último banco para comer sus cacahuates a escondidas. Hay niñas que pasan al pizarrón y multiplican un número por otro. Hay niñas que sólo levantan la mano para pedir permiso de ir al "común".Estas situaciones se prolongan durante años. Y de pronto, sin que ningún acontecimiento lo anuncie, se produce el milagro. Una de las niñas es llamada aparte y se le dice:—Trae un pliego de papel cartoncillo porque vas a dibujar el mapamundi.La niña regresa a su pupitre revestida de importancia, grave y responsable. Luego se afana con unos continentes más grandes que otros y mares que no tienen ni una ola. Después sus padres vienen por ella y se la llevan para siempre.(Hay también niñas que no alcanzan jamás este término maravilloso y vagan borrosamente como las almas en el limbo).A mediodía llegan las criadas sonando el almidón de sus fustanes, olorosas a brillantina, trayendo las jícaras de posol. Todas bebemos, sentadas en fila en una banca del corredor, mientras las criadas hurgan entre los ladrillos, con el dedo gordo del pie.La hora del recreo la pasamos en el patio. Cantamos rondas:Naranja dulce,limón partido...O nos disputan el ángel de la bola de oro y el diablo de las siete cuerdas o "vamos a la huerta del toro, toronjil".La maestra nos vigila con mirada benévola, sentada bajo los árboles de bambú.El viento arranca de ellos un rumor incesante y hace llover hojitas amarillas y verdes. Y la maestra está allí, dentro de su vestido negro, tan pequeña y tan sola como un santo dentro de su nicho.Hoy vino a buscarla una señora. La maestra se sacudió de la falda las hojitas del bambú y ambas charlaron largamente en el corredor. Pero a medida que la conversación avanzaba, la maestra parecía más y más inquieta. Luego la señora se despidió.De una campanada suspendieron el recreo. Cuando estuvimos reunidas en el salón de clase, la maestra dijo:—Queridas niñas: ustedes son demasiado inocentes para darse cuenta de los peligrosos tiempos que nos ha tocado vivir. Es necesario que seamos prudentes para no dar a nuestros enemigos ocasión de hacernos daño. Esta escuela es nuestro único patrimonio y su buena fama es el orgullo del pueblo. Ahora algunos están intrigando para arrebatárnosla y tenemos que defenderla con las únicas armas de que disponemos: el orden, la compostura y, sobre todo, el secreto. Que lo que aquí sucede no pase de aquí. No salgamos, bulbuluqueando, a la calle. Que si hacemos, que si tornamos.Nos gusta oírla decir tantas palabras juntas, de corrido y sin tropiezo, como si leyera una recitación en un libro. Confusamente, de una manera que no alcanzamos a comprender bien, la señorita Silvina nos está solicitando un juramento. Y todas nos ponemos de pie para otorgárselo.IVEs una fiesta cada vez que vienen a casa los indios de Chactajal. Traen costales de maíz y de frijol; atados de cecina y marquetas de panela. Ahora se abrirán las trojes y sus ratas volverán a correr, gordas y relucientes.Mi padre recibe a los indios, recostado en la hamaca del corredor. Ellos se aproximan, uno por uno, y le ofrecen la frente para que la toque con los tres dedos mayores de la mano derecha. Después vuelven a la distancia que se les ha marcado. Mi padre conversa con ellos de los asuntos de la finca. Sabe su lengua y sus modos. Ellos contestan con monosílabos respetuosos y ríen brevemente cuando es necesario.Yo me voy a la cocina, donde la nana está calentando café.—Trajeron malas noticias, como las mariposas negras.Estoy husmeando en los trasteros. Me gusta el color de la manteca y tocar la mejilla de las frutas y desvestir las cebollas.—Son cosas de los brujos, niña. Se lo comen todo.Las cosechas, la paz de las familias, la salud de las gentes. He encontrado un cesto de huevos. Los pecosos son de guajolote.—Mira lo que me están haciendo a mí. Y alzándose el tzec, la nana me muestra una llaga rosada, tierna, que le desfigura la rodilla. Yo la miro con los ojos grandes de sorpresa.—No digas nada, niña. Me vine de Chactajal para que no me siguieran. Pero su maleficio alcanza lejos.—¿Por qué te hacen daño?—Porque he sido crianza de tu casa. Porque quiero a tus padres y a Mario y a ti.—¿Es malo querernos?—Es malo querer a los que mandan, a los que poseen. Así dice la ley.La caldera está quieta sobre las brasas. Adentro, el café ha empezado a hervir.—Diles que vengan ya. Su bebida está lista.Yo salgo, triste por lo que acabo de saber. Mi padre despide a los indios con un ademán y se queda recostado en la hamaca, leyendo. Ahora lo miro por primera vez. Es el que manda, el que posee. Y no puedo soportar su rostro y corro a refugiarme en la cocina. Los indios están sentados junto al fogón y sostienen delicadamente los pocillos humeantes. La nana les sirve con una cortesía medida, como si fueran reyes. Y tienen en los pies —calzados de caites— costras de lodo; y sus calzones de manta están remen dados y sucios y han traído sus morrales vacíos.Cuando termina de servirles la nana también se sienta. Con solemnidad alarga ambas manos hacia el fuego y las mantiene allí unos instantes. Hablan y es como si cerraran un círculo a su alrededor. Yo lo rompo, angustiada.—Nana, tengo frío.Ella, como siempre desde que nací, me arrima a su regazo. Es caliente y amoroso.Pero tendrá una llaga. Una llaga que nosotros le habremos enconado.VHoy recorrieron Comitán con música y programas. Una marimba pequeña y destartalada, sonando como un esqueleto, y tras la que iba un enjambre de muchachitos descalzos, de indios atónitos y de criadas que escondían la canasta de compras bajo el rebozo. En cada esquina se paraban y un hombre subido sobre un cajón y haciendo magnavoz con las manos decía:—Hoy, grandiosa función de circo. El mundialmente famoso contorsionista, don Pepe.La soga irlandesa, dificilísima suerte ejecutada por las hermanas Cordero. Perros amaestrados, payasos, serpentinas, todo a precios populares, para solaz del culto público comiteco.¡Un circo! Nunca en mi vida he visto uno. Ha de ser como esos libros de estampas iluminadas que mi hermano y yo hojeamos antes de dormir. Ha de traer personas de los países más remotos para que los niños vean cómo son. Tal vez hasta traigan un tren para que lo conozcamos.—Mamá, quiero ir al circo.—Pero cuál circo. Son unos pobres muertos de hambre que no saben cómo regresar a su pueblo y se ponen a hacer maromas.—El circo, quiero ir al circo.—Para qué. Para ver a unas criaturas, que seguramente tienen lombrices, perdiéndoles el respeto a sus padres porque los ven salir pintarrajeados, a ponerse en ridículo.Mario también tiene ganas de ir. Él no discute. Únicamente chilla hasta que le dan lo que pide.A las siete de la noche estamos sentados en primera fila, Mario y yo, cogidos de la mano de la nana, con abrigo y bufanda, esperando que comience la función. Es en el patio grande de la única posada que hay en Comitán. Allí paran los arrieros con sus recuas, por eso huele siempre a estiércol fresco; los empleados federales que no tienen aquí a su familia; las muchachas que se escaparon de sus casas y se fueron "a rodar tierras". En este patio colocaron unas cuantas bancas de madera y un barandal para indicar el es pacio reservado a la pista. No hay más espectadores que nosotros. Mi nana se puso su tzec nuevo, el bordado con listones, de muchos colores; su camisa de vuelo y su perraje de Guatemala. Mario y yo tiritamos de frío y emoción. Pero no vemos ningún preparativo. Van y vienen las gentes de costumbre: el mozo que lleva el forraje para las bestias; la jovencita que sale a planchar unos pantalones, arrebozada, para que todos sepan que tiene vergüenza de estar aquí. Pero ninguna contorsión, ningún extranjero que sirva de muestra de lo que es su patria, ningún tren.Lentamente transcurren los minutos. Mi corazón se acelera tratando de dar buen ejemplo al reloj. Nada.—Vámonos ya, niños. Es muy tarde.—No todavía, nana. Espera un rato. Sólo un rato más.En la puerta de calle el hombre que despacha los boletos está dormitando. ¿Por qué no viene nadie, Dios mío? Los estamos esperando a todos. A las muchachas que se ponen pedacitos de plomo en el ruedo de la falda para que no se las levante el viento; a sus novios, que usan cachucha y se paran a chiflar en las esquinas; a las señoras gordas con fichú de lana y muchos hijos; a los señores con leontina de oro sobre el chaleco. Nadie viene. Estarán tomando chocolate en sus casas, muy quitados de la pena, mientras aquí no podemos empezar por su culpa.El hombre de los boletos se despereza y viene hacia nosotros.—Como no hay gente vamos a devolver las entradas.—Gracias, señor —dice la nana recibiendo el dinero.¿Cómo que gracias? ¿Y la soga irlandesa? ¿Y las serpentinas? ¿Y los perros amaestrados? Nosotros no vinimos aquí a que un señor soñoliento nos guardara, provisionalmente, unas monedas.—No hay gente. No hay función.Suena como cuando castigan injustamente. Como cuando hacen beber limonada purgante. Como cuando se despierta a medianoche y no hay ninguno en el cuarto.—¿Por qué no vino nadie?—No es tiempo de diversiones, niña. Siente: en el aire se huele la tempestad.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.