Después de su participación en tiempos de batallas independentistas y ya con la libertad en mano, las mujeres volvieron a ocupar lugares internos, tareas del hogar y de la familia. Sin embargo, muchas se negaron a esto y se abrieron paso en los caminos del poder. Ese es el caso de las hermanas Nicolasa y Bernardina Ibáñez nacidas en de Ocaña (Santander), cuya historia rompió los moldes de la época. Las dos conquistaron el corazón de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.
La libertadora del libertador fue Manuela Saenz, el mismo Simón Bolívar la definió así. En este capítulo, se le recuerda por su valentía y pasión por la causa independentista. Manuelita, como muchos la llamaron, fue una mujer fiel a sus ideales y siempre luchó por su libertad y la del país que amó como propio. No se pierda esta nueva entrega en la que la historia de amor, de triunfo y de traición sigue construyendo la memoria de nuestras libertadoras.
En tiempos de batalla muchas mujeres decidieron también ir a la guerra. Lo hicieron aunque su vida corriera peligro en el intento. Las mujeres que se unieron a la campaña libertadora fueron conocidas como las Juanas de la independencia. Ellas fungieron como enfermeras, espías y empuñaron armas. Incluso, la historia cuenta que durante la ruta de la campaña libertadora justo en el cruce del páramo de Pisba (Boyacá) en julio de 1819, la mujer de un soldado del Batallón Rifles entró en dolores de parto y dio a luz a un niño que fue envuelto en camisas rotas. Al día siguiente, con su recién nacido en brazos, estuvo lista para seguir la marcha.
En este capítulo de Libertadoras le contamos las tareas de algunas mujeres que, a pesar de estar prohibido, se unieron al ejército de la independencia durante su recorrido por la ruta libertadora. Muchas de ellas fungieron como enfermeras, espías o empuñaron armas. Entre julio y agosto de 1819, las mujeres cumplieron un papel protagónico e incluso llegaron a disfrazarse de hombres para poder ayudar con la causa libertaria, pues si eran descubiertas en el intento podían perder su vida.
Entre 1810 y 1816 muchas mujeres también derramaron su sangre por defender la Independencia y lo hicieron desde diferentes frentes. En este capítulo veremos la historia de Magdalena Ortega, esposa de Antonio Nariño quien luchó incansable por la justicia en su tiempo y por la libertad de su esposo, perseguido por traducir los Derechos del Hombre. También Bárbara Forero, una maestra de la época, quien rompió los estereotipos de familia que llevaba acuestas la mujer y dejó a su esposo por Pedro Fermín de Vargas: uno de los más grandes ideólogos de la independencia.
En el primer capítulo de Libertadoras contamos la historia de Manuela Beltrán, quien desencadenó la rebelión de los comuneros de 1781. También hablaremos sobre Toribia Verdugo y Ana María Argüello, esposa y madre de José Antonio Galán y que, por ellas mismas, se hicieron un lugar en la gesta independista.