Colombia diversa y vital es el eslogan con el que la Feria del Libro de Madrid presentó al país como invitado de honor. Sin embargo, el grupo de autores que representan al país en la Feria deja varias preguntas sobre el criterio de selección y de nuevo, como en otros eventos literarios, vacíos en la paridad de representación.El primero en señalar la ausencia de nombres relevantes en las listas de invitados fue Winston Manrrique, periodista literario y director de W Magazine, medio en hacer público el tema. Manrrique señala la ausencia de escritores que engrandecieron el panorama literario en el país a finales del Siglo XX, además deja claro que, curiosamente, no fueron tenidos en cuenta aquellos que se han pronunciado críticamente sobre las formas de operar del gobierno actual.Frente a la publicación antes mencionada, Luis Guillermo Plata, embajador de Colombia en España, señaló en entrevista para Libertad Digital que el evento se ciñe a la literatura y no a las ideas políticas de los autores. “Uno no quisiera que una feria literaria se convirtiera en una feria política. Ni para un lado ni para el otro. Se ha tratado de tener cosas neutras donde prime el lado literario de la obra”, aseguró Plata luego de que se le preguntara cómo habían sido elegidos los escritores invitados.Autores como Piedad Bonnett, William Ospina, Laura Restrepo, Fernando Vallejo, Héctor Abad Faciolince, Pablo Montoya, Carolina Sanín, Santiago Gamboa y Pilar Quintana no fueron tenidos en cuenta para hacer parte de la Feria. Otros pocos autores se excusaron por no poder asistir a raíz de compromisos laborales, como es el caso de Tomás González, Juan Gabriel Vásquez y Evelio Rosero.Sin embargo, la forma de elegir a los escritores revela una visión por lo menos miope del panorama actual de la literatura en Colombia, un escenario especialmente liderado por mujeres que han ganado reconocimientos importantes en el campo editorial como es el caso de Pilar Quintana, Andrea Mejía, Diana Ospina y Margarita García Robayo, solo por nombrar algunas.El hecho de que varios de los autores que no han sido tenidos en cuenta para la celebración de esta Feria hayan opinado alguna vez sobre el Gobierno Nacional no es un dato menor. Este es un punto que también resalta Winston Manrrique en su artículo, pues se espera que, en un escenario político democrático, las ideas o reflexiones que plantean los artistas como ciudadanos no sean penalizadas y mucho menos, se conviertan en represalias en contra de su obra. Si bien, esa es apenas una hipótesis, la respuesta del embajador Plata amplía el espectro de la duda.Sobre la economía naranja y la neutralidad de las obrasLa idea de la neutralidad es peligrosa cuando se impone sobre ella un silencio que prohíbe y castiga la uniformidad. Mucho más, cuando parece tomar forma como política de gobierno. Además, parece irónico que este tipo de situaciones tengan lugar a la luz de la Economía Naranja, también llamada economía creativa, un modelo económico basado en la generación de riqueza a través de la conectividad, la herencia cultural y el talento.El presidente Iván Duque, junto al exministro de Cultura Felipe Buitrago, publicaron el libro La economía naranja: una oportunidad infinita, allí hablan de la importancia de “fortalecer las instituciones que están encargadas de estas industrias culturales, ya que estas durante muchos años han estado ausentes“ en los debates estratégicos sobre desarrollo económico y social”. Ahora, al contrastar el discurso oficial con los hechos, el abismo sigue siendo profundo a raíz del eco en el sector cultural que trajo la pandemia. Los escritores no están obligados a representar nada, su función es básicamente contar algo, pero tampoco puede reglamentarse la escritura para hacer parte de una delegación. Los procesos de reflexión de los autores implican una lectura contextual que puede o no enmarcarse en la realidad social y su decisión no tendría por qué calificarse desde una oficina estatal. Darío Jaramillo, Melba Escobar, Jorge Franco, Margarita García Robayo, Dasso Saldívar, Juan Esteban Constaín, Rómulo Bustos, Adelaida Fernández Ochoa, Andrea Cote, Ángela Becerra, Beatriz Helena Robledo, Juan Luis Mejía, son algunos de los represéntales del país en la Feria. Sin embargo, la lista está incompleta.
Cali, a finales de los años 70. Cualquier día. El mismo que para Claudia fue el fin del mundo. Hay una familia que parece sostenerse y permanecer unida por gracia de la gravedad, y el colchón verde que forman las plantas de la sala. Algunos días hay silencio, curvas y niebla; otros, menos fatales, la mamá, el papá y la hija van en un mismo carro y comen helado.Pero los días pasan y entonces, alguno cae.“Entonces el abismo, como no lograba hacer que me lanzara ni podía devorarme, se me metía por los ojos, una cosa deliciosa y horrible, una bolita saltarina en la barriga y la náusea asquerosa y pestilente, hasta quedar bien sepultado dentro de mí”. A menudo pienso en la infancia como la época de mayor dicha en la vida. Pero con el paso del tiempo, ha sido inevitable no verla como la raíz de mi historia, la caja negra de todos los pensamientos que rondan mi cabeza hasta chocar y convertirse en acción o verdad. Parece una obviedad decir que la edad determina la dimensión que tenemos sobre las cosas, pero cuando esa premisa se convierte en una certeza, la vida se sacude. Un día, mirando por la ventana, descubrí que era adulta y que de eso no había vuelta, y no significa que sea trágico o que le tema a las arrugas, es solo que se quiebra algo de manera definitiva. La inocencia, dirán algunos.En el último rincón de la risa genuina quedan muchos de esos días, de cuando nos acompañaban a dormir porque nos asustaba la oscuridad y nos esforzábamos por parecer lo suficientemente altos para timbrar en la casa o encender la luz. Un tiempo en el que solo importaba la risa. Entonces la infancia parece un bucle, un eterno retorno que nos permite explicarnos, ampliar el mapa de nuestra mente y el árbol de nuestra familia: mamá, papá, ausencia, abuela, abuelo, silencio, tía, tío, miedo, prima, primo, abandono. Aún siendo adulta, esa mano gigante que parece ser mi familia me alcanza para darme vuelta, golpea en la puerta de cualquier casa que he construido y me recuerda que es la herida definitiva y que se descose cada vez que pronuncio o escribo mi apellido.Soy como Claudia hija que es también Claudia madre y que en cierta medida, es una parte de la madre de su madre: cada una huyendo de la otra aunque la ame con fuerza porque la brutalidad del amor es así, implica la suavidad de una caricia y la ferocidad de una mirada. Sin embargo, todas se contienen, nos contenemos. Hay en mí una parte de todas las mujeres de mi familia, como si habitaran mi cuerpo desde diferentes formas y las encuentro en los gestos que alguna vez rechacé.En medio de la selva, la finca nublada y los guayacanes florecidos, Claudia aprendió a observar con la suficiente cautela para entender lo que pasa, para leer a su madre aún dormida y esperar en silencio a un padre que parece mucho. Remando las grietas de su corazón construye imágenes de la familia que quisiera tener y fija un espejo en su mente en el que es casi tan bella como su madre. Esa tensión solo conoce una tregua: el último momento del día en el que Claudia cierra los ojos y entonces, se apaga el mundo, el calor y Cali. Mientras duerme, Claudia hija es Claudia madre de Paulina, su muñeca, y a su lado observa el vacío de la montaña sin vértigo.Gran parte de mi vida del presente ha requerido rescatar —pero sobretodo honrar— la niña que fui y en esa búsqueda me he encontrado de frente con recuerdos bloqueados, con los afectos que ahora parecen imposibles para mi corazón. Nunca me gustó el miedo, ni el vértigo. Me parecía que el cielo era, después del mar, un lugar imposible, superior y me gustaba estirar los brazos y pensar que lo alcanzaba, que era suave y tibio y cercano desde la barda de ladrillos calientes de la terraza, y yo sentía que podía quedarme ahí. Entonces aparecía la voz de mi papá desde la cocina y me preguntaba: “¿tú me quieres?” y yo respondía: “hasta el cielo de la calle”.Por alguna razón, la flecha de la culpa ha estado afilada siempre solo hacia un lado, ha atravesado particularmente un cuerpo y ha minado nuestro lazo con la madre. Por si fuera poco, sobre sus hombros ha pesado siempre la responsabilidad, el amor y el cuidado como si de verdad fuera un instinto, como si se tratara de un botón que enciende y apaga la maternidad. Dar por sentado el amor es renunciar a la búsqueda y al encuentro de resignificar nuestros vínculos, implica ver a la madre solo con un ojo, como recordándole que ya no es una mujer, que ahora es solo la-mamá-de. Luego de ese juicio está el perdón.Como hijas somos implacables y aún sin ser madres, esperamos que al momento de serlo —si es que pasa— haya benevolencia hacia nosotras. No hay un hogar más seguro que la madre y nada más liberador que aprender a conocerlas fuera de ese rol. En un mundo que parece en contra de las mujeres, solo nos tenemos a nosotras mismas, solo nos queda agarrarnos de la mano con fuerza y sostenernos en el borde del abismo y en la caída.“Yo sé que no he sido la mejor mamá… Cuando la tristeza se me mete en el cuerpo yo trato de hacer que se vaya, te lo juro”.Una vez atravesado ese puente, hay otro hueco inmenso que se abre ante nosotros. Descubrimos que la mayoría de los abismos no son un lugar, sino que nos habitan, son los ojos convertidos en pozo, es la rinitis que deja a oscuras a Claudia y el resbalón de Gloria Inés. Puede ser la imposibilidad de responder un mensaje, el silencio que llega de golpe y nos roba hasta el disfrute de la música. Es también el recuerdo que está llegando ahora a su cabeza.El abismo como el silencio es una figura extendida. Incluso, en ocasiones, es otro familiar. Es, como su definición lo indica, una “parte profunda del pensamiento o del alma que resulta insondable o incomprensible”, como una capa oscura y densa que se adhiere con fuerza unos días más que otros, y requiere toda una red de afectos para quebrarse. A los abismos le hacemos ofrendas porque la tristeza también es un ritual: hacemos promesas de ya no pensar tanto en eso y tomamos duchas largas para que el agua se lleve todo. Le entregamos algo que amamos, lo dejamos caer como Claudia a Paulina. Y basta. Y siguen faltando cosas también.Pilar Quintana escribió una novela en la que una hija descubre a su madre, descifra a su padre y en medio de esos dos lenguajes construye un mundo propio, aún en medio de los derrumbes que todo el tiempo los desbordan. Es honesta y sutil, y por eso es fácil encontrar en esos personajes la piel de la gente que conocemos. Todos asistimos a la degradación de la familia: a través de una separación, cuando una enfermedad llega y se lleva a quien amamos. O, cuando simplemente y sin poder pararlo, el deterioro del tiempo lo consume todo y no podemos hacer nada, solo ver cómo pasa. Lo que amamos, a quienes amamos, se cae ante nosotros porque la gravedad es definitiva y aunque creamos saber qué les pasa, hay una marea indetectable que solo ellos dimensionan en su pecho. Hay casos en los que la rinitis y la migraña de Claudia los apaga. Otras veces, de tanto amor y tanto daño, los lanzamos por el abismo para ya no saber más de ellos, sin saber que una parte nuestra está ahora en el fondo y que desde cualquier presente, regresaremos al umbral para preguntarnos si hicimos bien en huir.
Una de las voces más importantes de la literatura colombiana contemporánea es Pilar Quintana. La escritora caleña ha construido un universo literario en el que habita la ferocidad del amor, de la violencia, en medio de lugares particulares como el Pacífico Colombiano. Luego de ser nominada a varios premios por su novela "La Perra" y de la reedición de "Caperucita se come al lobo", Quintana recibe un nuevo reconocimiento. La autora ha sido anunciada como la ganadora del Premio Alfaguara 2021, en su XXIV edición, por su novela "Los Abismos", una obra inédita que estará al alcance de los lectores desde el próximo 25 de marzo, según anunció la editorial. El jurado premió esta novela que describe "la oscuridad del mundo de los adultos, a través del punto de vista de una niña que desde la memoria de su vida familiar intenta comprender la conflictiva relación entre sus padres", dijo el presidente del jurado, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince.
El huecoEstuvimos tres años en el hueco. Así lo llamábamos aunque en realidad no era un hueco. Era una estructura de paredes altísimas de concreto, sin techo. Mariángela estaba en una celda y yo, en otra. Las celdas eran contiguas.El único hueco era el que había en todo lo alto. Por ahí entraban el sol y la noche. Por ahí nos caían la lluvia y la comida. Nunca nos dieron un plato servido como a la gente. Nos tiraban el arroz lo mismo que la sopa. Había que hacer las necesidades en un rincón y había que esperar que la comida no cayera en ese rincón. Había que buscar los pedazos de comida esparcidos por toda la celda y, si era sopa, había que agacharse a lamer como los animales.Mientras estuvimos en el hueco, Mariángela se negó a aceptar la realidad. Según ella, el hueco sí tenía techo. El intenso calor que sentía durante el día y el frío de la noche se debían a un sistema de calefacción y aire acondicionado. La lluvia era un sistema de aspersores para cultivos que colgaba del techo y los truenos, efectos de sonido reproducidos por un equipo de sonido.Mariángela decía que Víctor había instalado todos esos sistemas con el propósito expreso de torturarnos suplementariamente. El encierro —y la pared que nos separaba, los daños físicos, las humillaciones— no eran suficientes para él. Mariángela decía que a Víctor le gustaba jugar a Dios.En cuanto a la comida, se imaginaba que la lanzaba un aparato parecido al que dispara pelotas de tenis. Mariángela se había procurado una explicación para todo.Para ella el hueco era hermético y estaba sumido en las tinieblas. Esa era la razón por la que no podía ver nada, no quería darse cuenta de que le habían arrancado los ojos. Yo no la desengañaba aunque a mí no me había ido mejor, a mí me habían arrancado los testículos.La mente de Víctor era ilimitadamente perversa, y había que reconocer que en la misma medida era una mente brillante. Nos había castigado a cada uno justo donde estaba la raíz de nuestro pecado, con un acierto y con una sevicia que solo pueden compararse con las atrocidades divinas de las que hace alarde la Biblia.En eso de que Víctor jugaba a Dios sí tenía razón MariángelaVíctor tenía una flotilla de aviones, una colección de coches antiguos y un equipo de carreras. Tenía tantas propiedades en tantas ciudades que ni él mismo sabía cuántas eran. Tenía una finca —la misma donde estaba el hueco— que era más grande que Suiza. En un arrebato de ostentación la había llamado País Víctor y, de hecho, ahí solo regían sus propias leyes.País Víctor tenía un ejército de quinientos hombres para custodiarla y no producía nada. Era una finca de recreo que nada más consumía. Tenía 77 nacimientos de agua, 77 caballos árabes y 77 habitaciones para invitados.A Víctor le gustaban esas coincidencias numéricas —siempre de tres en tres y siempre usando el número siete— y se jactaba de tener el poder de propiciarlas.Las pesebreras estaban alfombradas, las cerraduras de las puertas eran de oro, lo mismo que los grifos de los baños, y la pista de aterrizaje tenía capacidad para grandes aviones comerciales, aunque no llegaba ninguno.Víctor tenía fama de haber matado más de doscientas personas y hecho explotar siete bombas de alta potencia en siete centros comerciales de siete ciudades distintas. Así había doblegado al gobierno y conseguido sus favores.Yo solo era uno de sus pilotos y no tenía nada. La única razón por la que Mariángela podía haberse fijado en mí era porque yo era guapo.Víctor era bajito y rechoncho. La barriga le sobresalía por encima de los pantalones y a sus 39 parecía de cincuenta. Tenía la cara deformada por viejas marcas de acné y de vez en cuando le aparecían pústulas frescas que reventaban causando estropicio de pus y sangre.Por eso hizo que a Mariángela le sacaran los ojos.Mariángela era una muchacha de barrio. Una de tantas que Víctor compraba con joyas, con ropa o directamente con plata, una de esas que sacaba a pasear el fin de semana. Mariángela no era nadie. Pero tenía un culo precioso.Por eso, a mí, Víctor me hizo cortar el suministro de testosterona.Yo llevé a Mariángela a País Víctor. Nunca había montado en avión y estuvo muy preguntona. Cuando llegamos a la casona y vio los balcones, la piscina y la magnificencia de todo, soltó el maletín, que no había dejado que nadie le cargara, y dijo guau.Víctor no estaba.Nos sirvieron la cena en el comedor para veintidós personas, a ella en un extremo y a mí en el otro, y nos dejaron solos. Solos con la guacamaya de Víctor, que tenía las alas cortadas, y se movía de silla en silla. Mariángela estaba encantada de jugar a la gran dama. Afectaba los modales, se refería a la guacamaya como a su alteza real y le hacía una reverencia cada vez que alzaba la copa para tomar. Nos estuvimos riendo todo el tiempo.En cuanto terminó el postre dejó caer la servilleta con descuido sobre la mesa. Había vuelto a ser ella misma y, del modo más natural, me preguntó si me parecía que ella era muy puta por acostarse con un tipo como Víctor. Le respondí que no era más puta que yo. Ahí fue cuando nos perdimos. Lo vi en sus ojos y ella lo vio en los míos. Dejamos de reírnos.Vinieron a decirnos que Víctor no llegaría hasta el día siguiente y nos llevaron al segundo piso. Nos asignaron habitaciones contiguas con balcones que apenas se separaban con una baranda decorativa de madera. Estoy seguro de que Víctor me puso a Mariángela tan cerca a propósito.Hasta ese momento solo me había dado trabajos anodinos como llevar a sus amantes ocasionales de un lugar a otro. Ahora, quizás, estaba pensando hacerme su piloto personal o darme una ruta, que era lo que yo ambicionaba. Víctor no confiaba en nadie y quería probarme.Yo habría jurado que en mí sí podía confiar. Fui el primer sorprendido una vez se vio lo contrario. Cuando salí al balcón a fumarme un cigarrillo, ella estaba ahí. De pie junto a la baranda que separaba los cuartos. Hablamos de las montañas que se veían al frente, por hablar de alguna cosa, por disimular el nerviosismo. En cuanto tiré elcigarrillo, nos miramos y nos besamos. Cualquiera de los empleados de Víctor podía habernos visto. Se lo dije a Mariángela y ella se entró a su habitación sin decirme nada. No tuve un instante de vacilación. Salté la baranda y entré detrás de ella.No nos dijimos nada. Todo lo hicimos con desesperación y abandono, y no creo que fuera solo por el peligro o porque fuera nuestra primera vez, sino porque en el fondo sabíamos que también era la última. Pero fuimos felices, nos mirábamos a los ojos, más bien nos comíamos con los ojos, y sonreíamos.Yo me vine largamente, ella no lo consiguió.Le dije que después de un polvo imperfecto siempre hacía falta una buena conversación de cama. Ella se rio y me contó de su hijo de cuatro años. Yo, de los miedos que había pasado en mi profesión. Mariángela se fue quedando dormida en mi pecho.Antes de irme, contemplé su hermoso culo desnudo. Aún hoy, el recuerdo de ese culo desnudo me hace posible concebir el deseo.Yo había dejado la luz de la mesa de noche encendida y ahora estaba apagada. Me moví con cautela. A pesar de la oscuridad lo vi. Estaba sentado en el sillón. Se veía tranquilo, y hasta me pareció ver que sonreía. Tal vez ya tenía concebido su plan. No hizo nada, no dijo nada. Se levantó y se fue.Cuando abrió la puerta, entró un chorro de luz y pude ver que había dos hombres en las esquinas del cuarto. Estaban armados y me apuntaban. Oí que otros hombres entraban en la habitación de Mariángela.Oí sus gritos aterrados, oí cómo la sacaban, oí cómo se resistía, oí que le suplicaba a Víctor que no la matara y al final, cuando su voz era un hilo en el extremo más alejado del pasillo, oí que gritaba mi nombre.Quise ir por ella, pero los hombres me agarraron. Me tuvieron dos días encerrado en la habitación. Sin comida y sin agua. Sin saber qué había pasado con Mariángela. Luego me llevaron al primer piso, al comedor donde había cenado con ella y la guacamaya.Había varios hombres y estaban Víctor y Mariángela. Nos miramos, estaba tan bonita como el primer día, le sonreí. Uno de los hombres me pegó en la cabeza con la cacha de su revólver. Mariángela soltó un grito.Me desvistieron, me agarraron entre cuatro y me inmovilizaron sobre la mesa para veintidós personas. Entonces vi al hombre que se acercaba con el bisturí. Mariángela no paraba de llorar, Víctor le sujetaba la cara para asegurarse de que mirara. El hombre tomó mis testículos con la mano, como sopesándolos, los levantó y acercó el bisturí. Sentí el frío del acero y el calor de la sangre. Me desmayé.Cuando volví en mí, seguía sobre la mesa del comedor. Me habían puesto una manta encima y sentía frío. Mariángela estaba acostada a mi lado. Dormía. Por un momento pensé que seguíamos en la cama, que acabábamos de hacer el amor. La voz de Víctor me sacó del ensueño. Sentí su aliento en mi oreja. A ella le vamos a sacar los ojos, me dijo.El hombre del bisturí —debía ser un cirujano, Víctor siempre hacía las cosas bien— estaba al lado de Mariángela. Le pusieron un aparato que le abrió los párpados. Vi claramente sus ojos verdes, vi claramente cuando el bisturí entraba. Perdí la conciencia otra vez.A ratos la recuperaba y siempre percibía a Mariángela junto a mí. Pero todas las imágenes son borrosas y de pesadilla. Creo que vi las cuencas de sus ojos vacías. Sus ojos en las manos de Víctor. La guacamaya montada en el hombro de Víctor. Los párpados cosidos.Cuando me desperté del todo, ella no estaba a mi lado y estábamos en el hueco.Cortesía: Literatura Random House.
Heliogábalo fue un emperador romano perteneciente a la dinastía Severa, reconocido tanto por su papel como sacerdote y su nobleza. Gobernó desde el año 218 hasta el 222 bajo el nombre de Marco Aurelio Antonino Augusto, aunque pasó a la historia como Heliogábalo (Elagabalus en latín) mucho después de su fallecimiento.Nacido de Sexto Vario Marcelo y Julia Soemia Basiana, desde su juventud sirvió como sacerdote del dios El-Gabal en Emesa, su ciudad natal que hoy corresponde a Homs en Siria. En el año 217, tras el asesinato del emperador Caracalla, su prefecto del pretorio, Marco Opelio Macrino, tomó el poder. Julia Mesa, tía materna de Caracalla, provocó una exitosa rebelión dentro de la Legio III Gallica para instalar a su nieto mayor, Heliogábalo, como emperador en su lugar. La derrota de Macrino el 8 de junio de 218 en la batalla de Antioquía llevó a Heliogábalo, con tan solo 14 años, al trono imperial, iniciando así un reinado lleno de controversias.Durante su mandato, desafió las tradiciones religiosas y las restricciones sexuales de Roma. Reemplazó a Júpiter, la principal deidad del panteón romano, por su dios asimilado, Sol Invictus (Deus Sol Invictus), e incluso obligó a altos funcionarios del gobierno a participar en rituales en honor a esta deidad, de la cual él era el sumo sacerdote.En medio de una creciente oposición, a la edad de apenas 18 años, fue asesinado el 11 de marzo del 222 y su primo, Alejandro Severo, tomó su lugar en un complot urdido por su abuela, Julia Mesa, y miembros de la Guardia Pretoriana.Heliogábalo ganó una reputación entre sus contemporáneos por su excentricidad, estilo de vida decadente y fanatismo, aspectos que probablemente fueron exagerados por sus sucesores y rivales políticos. Esta imagen negativa se perpetuó en la historia, convirtiendo a Heliogábalo en uno de los emperadores romanos más denostados por los historiadores antiguos. Por ejemplo, Edward Gibbon escribió que Heliogábalo "se entregó a los placeres más viles y a una descontrolada furia". B.G. Niebuhr lo recordó en la historia debido a su "vida indescriptiblemente desagradable".Según Dion Casio, historiador romano del siglo III d.C., relata un encuentro donde un hombre atractivo se dirigió al emperador Heliogábalo como "mi señor emperador", a lo que este último respondió: "No me llames señor, pues soy una dama".Durante siglos, la especulación sobre la identidad de género de quien estuvo al frente de uno de los imperios más poderosos de la antigüedad ha sido motivo de curiosidad y estudio.Sin embargo, el Museo de North Hertfordshire, en Reino Unido, ha anunciado que su exposición sobre Heliogábalo reconocerá su identidad como mujer trans y utilizará los pronombres "ella" y "ellas" al referirse a esta figura histórica.Un portavoz del museo expresó que el uso cuidadoso de los pronombres al identificar a personas del pasado es un gesto de cortesía y respeto hacia ellas.Shushma Malik, profesor de la Universidad de Cambridge, le dijo a la BBC: "Los historiadores que utilizamos para tratar de comprender la vida de Heliogábalo son extremadamente hostiles hacia él y, por lo tanto, no pueden tomarse al pie de la letra. No tenemos ninguna evidencia directa que venga de la mano de Heliogábalo mismo, de sus propias palabras”.No olvide conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El impresionismo fue un movimiento artístico revolucionario que emergió en la segunda mitad del siglo XIX en Francia. Si bien históricamente se ha asociado principalmente con artistas masculinos como Monet, Renoir y Degas, las mujeres jugaron un papel fundamental en este movimiento, desafiando las normas sociales y culturales de la época para dejar una huella perdurable en la historia del arte.Entre estas destacadas pioneras del arte femenino del impresionismo se encuentra Berthe Morisot. Su obra deslumbrante y su influencia en el movimiento impresionista son innegables. Morisot desafió las expectativas sociales al perseguir una carrera artística exitosa en un momento en que las mujeres artistas enfrentaban barreras significativas. Sus obras, como "Un día de verano", de 1879 y "Mujer en su baño" de 1880, reflejan la maestría en la captura de la luz y la vida cotidiana, elementos característicos del impresionismo.Otra figura destacada es Mary Cassatt, una artista estadounidense que se unió al círculo impresionista en París. Cassatt es conocida por sus conmovedores retratos de la vida familiar y la intimidad materna, como "Niñita en un sillón azul", 1878, y "Maternidad", de 1897. Su técnica magistral y su enfoque en temas íntimos la establecieron como una figura prominente en el movimiento.Además, otras mujeres como Eva Gonzalès, discípula de Manet, y Marie Bracquemond, reconocida por sus paisajes y naturalezas muertas, contribuyeron significativamente al desarrollo y la difusión del impresionismo.Estas mujeres desafiaron los prejuicios de su tiempo y su legado perdura como testimonio de su talento y determinación. A pesar de las dificultades, dejaron una marca indeleble en la historia del arte, enriqueciendo el movimiento impresionista con su visión única y su extraordinario talento artístico.No olvide conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Cada vez falta menos para la decimoctava edición del Cartagena Festival de Música, que se realizará entre el 5 y el 13 de enero de 2024 y tendrá como temática central la ‘Sinfonía de la Naturaleza’.Los 24 conciertos de esta edición explorarán la relación entre la música y la naturaleza, que produjo obras fundamentales de compositores como Antonio Vivaldi, Edvard Grieg, Ludwig van Beethoven, Claude Debussy y Jean Sibelius, entre otros.Como es su tradición, el Cartagena Festival de Música tendrá en esta edición una orquesta residente, que protagonizará los conciertos sinfónicos que se llevarán a cabo en el Teatro Adolfo Mejía. En esta ocasión, la agrupación seleccionada es el Ensamble Allegria de Noruega, que nació 2007 y está conformado por las primeras cuerdas de las orquestas más importantes de su país.El ensamble, que en Cartagena tendrá como director al también noruego Ingar Bergby, protagonizará seis conciertos en los que interpretará reconocidas piezas como Las cuatro estaciones de Vivaldi, la Sinfonía no. 6 ‘Pastoral’ de Beethoven y Peer Gynt de Grieg.El festival convocará de nuevo a destacados solistas internacionales y nacionales, que son expertos en el repertorio seleccionado. Uno de ellos es el pianista finlandés Olli Mustonen, quien también es compositor y director de orquesta.Mustonen es un amplio conocedor de la música de los compositores del norte de Europa, especialmente Grieg, de quien en Cartagena interpretará el famoso Concierto para piano y orquesta.El grupo de pianistas internacionales se complementa con el ruso-lituano Lukas Geniušas, medalla de plata de los concursos Chopin y Tchaikovsky; el ruso Georgy Tchaidze y el sueco Peter Jablonski, que en su país recibió el reconocimiento Årets Svensk i Världen antes que la célebre agrupación de pop ABBA.Los violinistas invitados serán la noruega Eldbjörg Hemsing, quien se ha presentado en eventos tan importantes como la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Paz en Oslo, y el ruso Nikita Boriso-Glebsky, que ha compartido escenario con prestigiosos directores como Valery Gergiev y Krzysztof Penderecki.En la ‘Sinfonía de la Naturaleza’ también participarán el Cuarteto de Cuerdas Nórdico, la mezzosoprano noruega Marianne Beate Kielland, nominada al premio Grammy en 2012, y los italianos Maurizio Leoni (barítono), Stefano Malferrari (piano), Antonello Farulli (viola), Guido Corti (corno) y Aurelio Zarelli (dirección).Además, como se ha vuelto costumbre en cada edición del Cartagena Festival de Música, el musicólogo y pianista italiano Giovanni Bietti protagonizará una serie de conversatorios-conciertos en los que introducirá los repertorios de cada jornada.Estos son los invitados nacionalesEn 2024, el Cartagena Festival de Música reunirá de nuevo a algunos de los más sobresalientes músicos colombianos, como el violonchelista bogotano Santiago Cañón-Valencia y la soprano Julieth Lozano, que ganó este año el premio del público en el concurso BBC Cardiff Singer of the World.A ellos se sumarán la Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá, dirigida por Manuel López-Gómez, y la Orquesta Sinfónica de Cartagena, que bajo la batuta de Paola Ávila protagonizará el concierto de cierre.La nómina de artistas colombianos se complementará con el Bogotá Piano Cuarteto, el Cuarteto Q-Arte, la violinista Laura Hoyos y los pianistas Alejandro Roca y Andrés Roa.Escuche lo mejor de la música clásica por la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El autor nacido en Barcelona dejó de lado los protocolos que reinan en esta feria para montarse en una mesa y conversar de tú a tú con los adolescentes que se acercaron al auditorio Juan Rulfo para escuchar su experiencia con los libros y la literatura.Serra i Fabra aconsejó al público asistente que el tiempo es un cheque en blanco que deben cuidar y “no perder en cosas aburridas”, sino que deben seguir su pasión y lo que les hace ilusionarse.Señaló que para dedicarse a las artes primero deben sentir amor por sí mismos para transmitir la pasión en una obra de arte o un texto.“No puedes transmitir amor si no lo sientes, ni transmitir pasión si no la sientes, un artista explota por dentro para que el que lo lea o vea sienta esa intensidad, tienes que ser capaz de comunicar el calor que llevas dentro”, explicó.El autor de ‘Campos de fresas’ dijo que la lectura lo ayudó a vivir su infancia en una casa con violencia y en una escuela con acoso escolar debido a su tartamudez; la escritura hizo que superara ese defecto del lenguaje porque se dio cuenta que ahí podía narrar a su ritmo y “vomitar” todas las ideas que se le ocurrían.“Leer me salvó la vida, pero escribir me dio un sentido, porque tengo ideas a reventar y porque me encanta hacerlo”, expresó.Aconsejó a los escritores nóveles a mantenerse atentos a todo lo que pasa a su alrededor como si fueran “antenas parabólicas con patas”, pues las historias llegan desde los detalles más mínimos de la vida cotidiana.A pregunta de un asistente, Serra i Fabra recordó su etapa en la música, un mundo que le ayudó a comenzar a escribir de manera profesional como crítico y luego como corresponsal de revistas.Reveló que la música lo acompaña todo el tiempo y que escucha diferentes géneros según el tipo de texto que está escribiendo, aunque confesó que no le gusta la música actual.“Hoy en día echo en falta la melodía en la música, hay patrones rítmicos básicos, gente rapeando con ritmo pero me falta la melodía, además no me gustan las letras de los reguetones contra las mujeres”, concluyó.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Estas obras constituyen títulos fundamentales para entender la literatura peruana en el contexto hispanoamericano y mundial del vanguardismo del siglo XX", afirmó la Biblioteca Nacional en un comunicado.Los ocho ejemplares son primeras ediciones, seis de ellas fueron publicadas en vida por el "poeta universal", como llaman en Perú a Vallejo, y dos son obras póstumas, publicadas a partir de manuscritos y borradores conservados por su viuda, Georgette Philippart.Las obras son 'Los heraldos negros' (Lima, 1918. Fondo Antiguo de la BNP); 'Trilce' (Lima, 1922. Fondo Antiguo de la BNP); 'Escalas' (Lima, 1923. Fondo Antiguo de la BNP), 'Fabla salvaje' (Lima, 1923. Colección Raúl Porras Barrenechea de la BNP), 'El Tungsteno' (Madrid, 1931. Colección Aurelio Miró Quesada de la BNP).También 'Rusia en 1931: reflexiones al pie del Kremlin' (Madrid, 1931. Colección Aurelio Miró Quesada de la BNP), 'Poemas Humanos: 1923-1938' (París, 1939. Fondo Intermedio de la BNP) y 'Rusia ante el segundo plan quinquenal' (Lima, 1965. Colección Ricardo Angulo Basombrio de la BNP).La BNP indicó que en términos materiales, estos ejemplares de Vallejo (1892-1938) "presentan singularidades que permiten conocer su historia y procedencia".El ingreso de los libros del peruano en dicho programa se decidió en el Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco, realizada en Santiago de Chile, donde se analizaron 32 postulaciones presentadas por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.Además, la BNP añadió que el Tratado Preliminar de Paz, Amistad, Comercio y Navegación entre el Perú y el Japón, firmado en 1873 en la ciudad de Edo (actual Tokio), custodiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores peruano, también ingresó a este archivo por ser el vínculo más antiguo que une América Latina y AsiaLa Unesco creó el Programa Memoria del Mundo en 1992 para promover la conservación y el acceso al patrimonio documental de la humanidad, ya que diversos factores como la falta de recursos, saqueos, guerras y el comercio ilegal hacen del patrimonio documental un material sensible de ser destruido o extraviado, por lo que radica la importancia de salvaguardarlo.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.