Todo eso aparece en la muestra 'Los vampiros no tienen miedo de los espejos' -dedicada a este movimiento contracultural caleño que irrumpió en escena en los años 70- y que se puede ver hasta septiembre en la ciudad francesa de Arlés (sur), invadida como cada verano por las exposiciones, conferencias y otras actividades.En 'Los vampiros no tienen miedo de los espejos', los comisarios de esta muestra organizada en los Encuentros de la Fotografía de Arles, los colombianos Andrés Matute Echeverri y María Wills Londoño, articulan una mirada global sobre aspectos menos conocidos del Grupo de Cali, con la imagen como eje transversal.Presenta, por ejemplo, el detrás de las cámaras de 'Agarrando pueblo' gracias a las fotografías de Eduardo 'La Rata' Carvajal, los dibujos de Ever Astudillo, la mirada sobre los marginados de Fernell Franco o la influencia del movimiento caleño en artistas posteriores a su desaparición en los noventa, y más allá incluso de la denominada 'Caliwood', como la cartagenera María Isabel Rueda.El objetivo de la exposición, que ganó la beca curatorial de esta edición de los Encuentros de Arles, es precisamente "mostrar algo que no se había mostrado nunca de manera conjunta", indican a EFE los comisarios, y la intención es llevarla después a Colombia y otros países.De la generación original del Grupo de Cali quedan muy pocos artistas vivos, con lo que reunir sus obras para esta exposición ha sido, en palabras de Wills, "sumamente emotivo".La Cali de Caicedo (que se suicidó muy joven en 1977, con solo 25 años), de Mayolo, de Ospina y de todos los que se unieron en torno a la Ciudad Solar de Cali era un lugar de fiesta las 24 horas del día, de drogas y de rebeldía.De hecho, el grupo desapareció en los años 90 cuando el narcotráfico hizo verdaderamente insoportable la vida en la ciudad colombiana. Pero antes de eso hubo mucha rumba y ganas de cuestionar el 'statu quo'.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Terror tropicalEl otro gran eje de la muestra es el vampirismo y el estilo 'Tropical goth' que impregnaba la propuesta del grupo, ya que el horror fue un tema que interesó mucho a sus miembros, con influencias como el cine de Hollywood o los cuentos de Edgar Allan Poe, cuenta a EFE Wills."Ese horror, entendido desde el trópico y desde Cali, se torna como una metáfora del aspecto social y de los contrastes que había en una ciudad de provincia muy marcada por unas élites muy privilegiadas", detalla la comisaria.Se enmarca, para Matute Echeverri, en la tradición de "antropofagia" en el contexto latinoamericano, que asimila las referencias canónicas procedentes de las culturas hegemónicas para hacer con ellas algo local.Los miembros del grupo se decían que sería imposible plantear "algo gótico en un sector tropical", comenta en este sentido Matute Echeverri, porque cómo alguien podría "seguir siendo vampiro y aprender a bailar cumbia".Pero al mezclar ese imaginario con el horror de la violencia en Colombia surgió un nuevo vehículo de representación, un "vampirismo social" dicen los curadores.Los artistas son vampiros que extraen imágenes de ciertos sectores desfavorecidos de la población, a veces de una manera más metafórica y otras con el tono más cínico del humor negro, como en la denuncia de la pornomiseria que articula 'Agarrando pueblo'.Los comisarios también leen una suerte de vampirismo en la forma en la que compartían sus energías y en cómo las obras de unos alimentaban las de los otros, así como en el rechazo a envejecer, que tiene el suicidio de Caicedo como su más trágico exponente.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Hoy se cumplen 74 años desde el nacimiento del aclamado cineasta colombiano Luis Ospina, una figura icónica y referente indiscutible en el mundo del cine latinoamericano. A lo largo de su carrera, Ospina no solo dejó una huella imborrable en el séptimo arte, sino que también se convirtió en un defensor incansable de la cultura y el cine de Cali.Ospina, nacido el 14 de junio de 1949 en Cali, es reconocido por su valiosa contribución a la cinematografía colombiana y latinoamericana. Como fundador del Grupo de Cali, un colectivo de artistas que incluía a Carlos Mayolo, Karen Lamsassonne y Andrés Caicedo, Ospina fue parte fundamental del movimiento denominado "Caliwood", que revolucionó la forma de hacer cine en Colombia en la década de 1970.Este movimiento cultural se caracterizó por su enfoque en el cine de género. Los cineastas exploraron géneros como el cine negro, el cine de terror y la comedia. Sus películas se distinguieron por su estilo audaz, provocador y experimental. Los directores que hicieron parte de “Caliwood” se inspiraron en movimientos cinematográficos como el cine de la Nouvelle Vague francesa y el cine independiente estadounidense. Buscaron romper con las convenciones narrativas y visuales establecidas, explorando nuevas formas de contar historias.Durante su carrera, Luis Ospina incursionó en diversos roles dentro del cine, siendo reconocido tanto como director, guionista y productor. Su filmografía abarca una amplia variedad de géneros y formatos, desde documentales hasta largometrajes de ficción. Además de su trabajo como cineasta también se desempeñó como crítico de cine y escritor. Sus reflexiones sobre el cine y la cultura han sido publicadas en diversos medios y revistas especializadas, y ha sido reconocido como una figura importante en la promoción y difusión del cine colombiano.Algunas de las películas que le recomendamos de él son:"Pura sangre" (1982): Esta película puede ser considerada una de las primeras producciones cinematográficas colombianas que se centran en el tema del vampirismo, contando la historia de un anciano que padece una extraña enfermedad y que requiere constantemente de la sangre de niños para poder sobrevivir."Agarrando pueblo" (1977): Un cortometraje de carácter crítico que reflexiona sobre el papel de los documentalistas y la manipulación de la realidad en la creación de películas. Esta obra se ha convertido en un referente del cine latinoamericano y ha sido aclamada internacionalmente."La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo" (2003): Un documental que presenta una mirada íntima y reveladora del escritor colombiano Fernando Vallejo, autor de "La virgen de los sicarios". Ospina se adentra en la mente de Vallejo y nos muestra su visión cruda y provocadora de la sociedad."Un tigre de papel" (2007): la vida y obra de Pedro Manrique Figueroa, precursor de la técnica artística denominada como collage en Colombia. El documental hace un extenso recorrido por la vida del artista, iniciando en 1934 y finalizando en 1981, año en que Figueroa desapareció misteriosamente de la escena pública.“Todo comenzó por el fin” (2015): El último documental de Luis Ospina, concebido por el director como un autorretrato para exponer el origen y trayectoria de uno del Grupo de Cali o “Caliwood”, surgido en los años 70 como respuesta creativa, artística, intelectual e interdisciplinaria al caos político y social que en ese entonces causaban el narcotráfico y la violencia en la ciudad caleña y en el Colombia. Este espíritu inicial de la obra de Ospina tuvo un giro inesperado tras ser diagnosticado con un cáncer severo, que lo llevó a recluirse en una clínica. Desde ese momento, Todo comenzó por el fin ya no sería la historia del Grupo de Cali desde la mirada de un sobreviviente, sino desde el relato autobiográfico de un moribundo. Bonus: “Mudos Testigos” (2023): esta película que es dirigida por Ospina y Jerónimo Atehortúa es una hermosa pieza que reúne la totalidad del material sobreviviente del cine mudo colombiano. Como un collage cinematográfico, en esta obra póstuma de Ospina, se reeditan las imágenes, de tal forma que resulta en un solo filme imaginario: la historia de amor imposible de Efraín y Alicia que recorre la convulsa primera mitad del siglo XX en Colombia. Luis Ospina murió el 27 de septiembre de 2019 en Bogotá. Su muerte fue consecuencia de complicaciones de salud relacionadas con un cáncer que padecía desde hace varios años.No olvide conectarse con la señal en vivo de la HJCK.
“Este proyecto curatorial pretende reflexionar sobre el lugar que ocupa cada obra en la trayectoria del director Luis Ospina. El programa, por tanto, marca las pulsiones y tendencias del cine de Ospina, poniendo de manifiesto la indispensable relación con su generación y revelando cómo su filmografía se sigue transformando y escribiendo”, dice el curador Luis Esguerra Cifuentes. Estarán 22 títulos del director caleño de registro documental, ensayístico y ficción, clasificados en cuatro categorías que contienen largos y cortometrajes. Esta es la muestra digital más grande dedicada a Luis Ospina, que falleció en septiembre de 2019 a los 70 años.Hacer cine para no morir:Desde los años 80 y hasta los 2000, Luis Ospina parece concentrar su atención en la figura del artista marginal. Lo hace a través de personajes proscritos, rebeldes e identidades disidentes, que protagonizan un ciclo de películas interesadas en armar una suerte de historia alternativa de la cultura nacional.Ciudad solarLas series documentales de Ospina configuran testimonios. Son crónica y reflejo de la sociedad y de la época en que nacen. Este formato, al tiempo que le permitió a Ospina fijar en su trabajo fílmico un perspicaz registro de la ciudad en la que se crio, le proporcionó también las herramientas para prolongar el trabajo que sus primeras películas comenzaron. Un trabajo relativo al estudio histórico del cine y, en general, de la cultura.Lugar a dudasDentro de esta categoría se ubicaron un conjunto de piezas que, si bien establecen continuaciones temáticas y formales con las películas más icónicas de Luis Ospina, ofrecen estructuras, imágenes y narrativas que trazan el nivel más radical y experimental de su carrera como cineasta.Contra- historiasEstas películas funden la dimensión social y el experimentalismo, desvelan que para Luis Ospina el hecho artístico era indisociable de una postura política. Sus riesgos formales, siempre encaminados a expandir los límites del lenguaje cinematográfico, son un reflejo de ese compromiso en un visible sentido de ciudad.Luis Ospina estudió cine en la Universidad del Sur de California (USC) y en la Universidad de California (Ucla). Formó parte del Grupo de Cali, movimiento que se destacó en varias artes en la década de 1970 y, entre otras actividades, fundó el Cine Club de Cali. El movimiento cinematográfico que se gestó allí fue conocido como Caliwood.
La obra póstuma del reconocido cineasta caleño Luis Ospina, titulada ‘El ojo del turista: XIII Piezas fáciles’, será presentada por primera vez en la Cinemateca de Bogotá, haciendo una retrospectiva completa a su obra fílmica, con la proyección de 30 largometrajes del fallecido director. Y, además, abre las puertas a una exposición sobre su vida y obra.Además de director, guionista y productor de cine, Ospina fue uno de los pioneros del movimiento Caliwood, junto sus amigos el escritor Andrés Caicedo y el también cineasta Carlos Mayolo. Ellos junto con Ramiro Arbeláez, fundaron la revista Ojo al Cine dejando así un patrimonio en el cine colombiano tras su muerte en 2019, cuando tenía 70 años.Entre 2014 y 2016, Luis Ospina y la artista Lina González realizaron varios viajes a Oriente recolectando varias imágenes de lo recorrido que dieron forma al filme inédito ‘El ojo del turista: XIII Piezas fáciles’, un producto sin duda alguna que navega entre el cine experimental y las artes plásticas, que según la reseña, “se apropia de la narrativa de los diarios de viaje e indaga en la conexión con el espacio y los dispositivos que se emplean en su registro”.“Un proyecto que, tras casi dos años del fallecimiento del realizador, desvía su mirada hacia nuevos formatos y disciplinas artísticas, integrando en su legado cinematográfico y en la construcción de su memoria una apuesta que extiende su interés por dispersar límites entre el cine y otros campos de la creación”, describe la Cinemateca.La película, producida por Lina González, se expondrá en el Taller de la Imagen, y estará disponible del 27 al 29 de abril de 10:00 a.m. a 6:00 p.m. Adicional, del 22 al 30 de abril se llevará a cabo el proyecto curatorial ‘Creer en lo no se ha revelado’, que incluye la obra completa de Ospina, que incluye largos que se mueven entre el registro documental, el ensayo y la ficción.ExposiciónEste homenaje a Luis Ospina incluye una ponencia que estará abierta del 22 de abril al 20 de mayo en la Calle Museo, que muestra una selección de un archivo que abarca cinco décadas y que evidencia un legado cultural. Un riguroso trabajo de intervención e investigación que contó con Ospina a la cabeza y Luisa Fernanda Ordóñez como archivista principal, realizado entre 2009 y 2013.Ello, gracias a la donación de ese archivo para formar parte de los Fondos y Colecciones de la Cinemateca de Bogotá. Y que estará asequible para consulta de visitantes, estudiantes, investigadores y amantes del cine en general.Este archivo que hará parte de la ponencia, comprende algunos horizontes conceptuales sobre la vida y obra del director caleño, teniendo en cuenta que Luis Ospina ha sido un de los objetos de estudio prevaleciente para críticos e investigadores del cine en Colombia hasta el día de hoy.“El equipo de trabajo que hizo parte del proceso de investigación ha abogado por ampliar, a través de un detallado método de clasificación y catalogación, las potencialidades discursivas del director. En este sentido, el énfasis del trabajo con el archivo ha girado en torno a la apuesta por una organización curatorial dentro del mismo, que responda al diálogo entre una cronología coherente, y una serie de ejes temáticos que la alimentan”, explica la Cinemateca.Para iniciar este ciclo de retrospectiva integral y obra inédita de Luis Ospina, la agenda iniciará este sábado 24 de abril con un conversatorio virtual: ‘Los dos cuerpos del cineasta: obras póstumas de Luis Ospina’, que se transmitirá a las 11:00 a.m. en las redes sociales de la Cinemateca de Bogotá.Este proyecto es producido por Bruna Cine y curado por Luis Esguerra Cifuentes y Mateo Suárez Castiblanco, y cuenta con el apoyo de la Beca de curaduría audiovisual para la Cinemateca de Bogotá 2020, otorgada por el Instituto Distrital de las Artes - Idartes.
Luis Ospina estudió cine en la Universidad del sur de California desde 1968 hasta el año siguiente, y luego sigue con sus estudios en la universidad de California desde 1969 hasta 1972. Cuando termina sus estudios y vuelve a Colombia, empieza a hacer parte de importantes comunidades del cine en su ciudad natal, como el cine club de Cali, del cual fue codirector, la revista ojo al cine y la cinemateca del Museo de Arte Moderno La tertulia en la capital del valle.Como experiencia en trabajos cinematográficos, ha sido coproductor de películas, como “Jackpot”, filme alemán hecho en Colombia en 1976, y largometrajes como “Carne de tu carne” de Carlos Maloyo en 1983 y “La mansión de Araucaína” en 1986. También ha trabajado en este mismo rol en cortometrajes como “Viene el hombre” (creación colectiva, 1973), “La hamaca” (Carlos Mayolo, 1975), “Sin telón” (Carlos Mayolo, 1975), “Cartagena: Festival de cine” (Luis Crump,1976), “La otra cara de La Moneda” (Eduardo Carvajal, 1976), “Atrapados” (Juan José Vejarano, 1987), “Valeria” (Oscar Campo, 1987), entre otros importantes proyectos.Ha participado en el campo educativo, pues fue profesor de varias universidades importantes en Colombia como la Universidad del Valle, que desde 1979 hasta 1980 ejerció la docencia en la carrera de cine. También, dictó el taller de documental en la Pontificia Universidad Javeriana desde 2001 hasta 2004, y en la Universidad de los Andes del 2003 al 2004.Su trabajo lo ha llevado a ganarse importantes premios como la medalla al mérito de las comunicaciones “Manuel Murillo Toro” en 1986, la medalla al Mérito Cultural en Cine, concedida en el Festival Internacional de Arte de Cali (2001) y el trofeo del II Festival de Cine y Video “Cinmilímetros” de Cali “por su valioso aporte al cine colombiano” (2001). En 2007 la Universidad del Valle le confiere el Grado Honoris Causa en Periodismo y Comunicación Social de la Universidad del Valle y en 2010 el Ministerio de Cultura le otorga el Premio “Toda una vida dedicada al cine” y el Festival InVitro Visual reconoce su aporte al cine colombiano con el Premio Santa Lucía.Gracias a todo esto, la Biblioteca Luis Ángel Arango, con la colaboración de colegas y amigos artistas del director, harán una conmemoración a Ospina desde el miércoles 11 de diciembre hasta el 13 de diciembre, presentando conversatorios acerca de su obra y la exhibición de algunas de sus películas. Se llevará acabo en el Museo de Arte Miguel Urritia (MAMO), ubicado en la calle 11 #4-21 en Bogotá. Para el miércoles, día de apertura, desde las 4 hasta las 5 de la tarde se realizará la conferencia “Luis, el memorioso. Una introducción a la obra del director caleño”, en donde se presentará el porqué Ospina es una pieza importante para poder entender el cine colombiano por los últimos 60 años. Será presentada por Pedro Adrián Zuluaga, comunicador social y mágister el Literatura.Este mismo día se presentará, desde las 5 hasta las 6 de la tarde, la conferencia “Una aproximación a Cali en tiempos de vanguardia”, el cual será conducido por Katia Gonzales Martínez, investigadora de arte colombiano y candidata a doctora en Historia del Arte de la UNAM. Así, para seguir con este homenaje, se presentarán varias de sus películas el viernes 13 de diciembre. Este será el itinerario para seguir: “Oiga vea” desde las 4:15pm hasta las 4:45pm, y “Un tigre de papel” desde las 2:00pm hasta las 3:45pm.
El pasado viernes 27 de septiembre falleció a sus 70 años el cineasta Luis Ospina, una triste pérdida para el cine colombiano y el mundo cinematográfico, que ha rendido homenaje a su figura y obra en los últimos días. Lea también: Homenaje a Luis Ospina, el último rebelde de CaliwoodPara conocer la importancia de Ospina en la historia del séptimo arte en el país, el reconocido crítico de cine Manuel Kalmanovitz hizo una selección de cinco películas imperdibles que dirigió el último rebelde de Caliwood y explicó el impacto del trabajo que este desarrolló en conjunto con otros artistas y amigos suyos, como Carlos Mayolo, Andrés Caicedo, Ramiro Arbeláez y Sandro Romero Rey.Agarrando pueblo (1978)Para Kalmanovitz, Agarrando pueblo fue una película “clarividente” frente al futuro del cine nacional. En ella destacan “muchas cosas importantes, una de esas es el sentido del humor y otra es la conciencia. Es la película que definió la palabra ‘pornomiseria’”, explica el experto.Según la sinopsis oficial hecha por el propio Ospina, disponible en su página web, “Agarrando pueblo fue concebida dentro de un proyecto de mayor envergadura llamado El corazón del cine, haciendo alusión a un texto de Vladimir Maiakovski. En El corazón del cine, la pregunta por el sentido del mismo se lleva a un nivel casi que ontológico: la influencia de la sociedad de consumo y la insólita permeabilidad del cine político frente a esta, concluyen en un llamado al orden, esto debe terminar”.Todo esto, explica Kalmanovitz, “es una actitud con la que convivimos hasta el día de hoy. Sí ha sido un problema social y político del cine colombiano que temáticamente hay una fijación con las víctimas y los pobres, pero también en ese intento de retratarlos muchas veces lo que se hace es explotarlo”.Pura sangre (1982)Esta cinta es una reinterpretación de Ospina de una película de vampiros y una de las pocas cintas argumentales que hizo, “algo que también tiene que ver con problemas de financiación (…) uno ve de dónde venía la estética y los intereses de él, que hace parte de Caliwood, este grupo bastante reducido de gente que eran muy cinéfilos indiscriminadamente”.Este grupo veía “tanto lo que consideramos alta cultura como también tenían una gran apreciación por el cine B, entonces esa fue otra fuente de interés para todo ese grupo y para Luis Ospina en particular”, señala Kalmanovitz.La película presenta la historia de Roberto Hurtado, un anciano magnate azucarero, regresa a Cali después de hacerse un examen médico en los Estados Unidos. Lo acompañan en el avión privado su hijo Adolfo y el médico norteamericano Hughes. Este último le revela a Adolfo que su padre padece de una extraña enfermedad que exige transfusiones masivas de sangre de niños o adolescentes del mismo sexo. Dicha enfermedad ha convertido a Roberto Hurtado en un inválido de aspecto monstruoso. Vive aislado del mundo en un penthouse, desde donde controla su imperio económico. Su única comunicación con el mundo exterior es por medio de un circuito cerrado de televisión, según la sinopsis oficial.Todo comenzó por el fin (2016)Esta película es, básicamente, “un recuento de su vida”, un autorretrato del Grupo de Cali.Kalmanovitz explica que en la cinta se ve el gran peso de Andrés Caicedo “para toda esa generación (del llamado Caliwood)” y a la vez es “un gran documento de cómo esta generación existía. Un retrato de una forma de ser hombre y de la época que atravesó el país”.Todo comenzó por el fin es el autorretrato del Grupo de Cali, también conocido como Caliwood, un grupo de cinéfilos, que en medio de la rumba desenfrenada y del caos histórico de los años 70s y 80s, lograron producir un conjunto de obras cinematográficas que ya son parte fundamental de la historia del cine colombiano. A su vez, es la historia clínica del propio realizador, quien se enfermó gravemente durante la producción del film. Es el relato de un sobreviviente.La desazón suprema (2003)Una de las ideas recurrentes de Ospina fue ver y retratar al cine como algo que ayuda a conectarse a la gente. Así lo ve Kalmanovitz al analizar las cintas La desazón suprema y Nuestra película.“Tanto Lorenzo Jaramillo como Vallejo eran cinéfilos (igual que Ospina), por lo que es un tema recurrente en su obra y vida; era un tipo que se la pasaba viendo cine y era uno de sus temas, el cine como lubricante social y une gente”, explica.En La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo Ospina realiza un documental sobre el escritor colombiano Fernando Vallejo. Como señala una reseña compartida en su página web, la cinta sigue “una estructura literaria y una intensa intertextualidad con obras de Vallejo y otros escritores”, constando de un prólogo con epígrafe y nueve capítulos (también con epígrafe cada uno) alrededor de diferentes episodios de la vida del escritor.Nuestra película (1992)Para esta película, Ospina entrevistó al pintor Lorenzo Jaramillo poco antes de morir. “El resultado no es un documental más sobre la vida y obra de un pintor sino una pequeña obra maestra del video”, como explica una crítica que el propio Ospina comparte en su web.
El cine colombiano está de luto. Al mediodía de este viernes en un hospital de Bogotá falleció a los 70 años de edad el director, guionista y productor de cine caleño Luis Ospina, una de las mentes más influyentes del séptimo arte en nuestro país.Nacido en la ciudad de Cali el 14 de junio de 1949, Ospina estudió cine en la Universidad del Sur de California USC y en la Universidad de California UCLA a principios de los 70.Junto a Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Ramiro Arbeláez, fue fundador de la revista Ojo al Cine y el Grupo de Cali, esa banda de jóvenes que en los años setenta se dedicaron a filmar la ciudad que los rodeó, que los llenó de ideas, pero que se los tragó vivos. Caliwood se quedó sin sus rebeldes. Lea también: Arte y pintura: la voz del fallecido Rodrigo ObregónEn este homenaje, HJCK recupera archivos con la voz de Luis Ospina, sus ideas, opiniones del cine e incluso un secreto íntimo de la obra de su amigo Andrés Caicedo, específicamente, frente al origen del título del cuento Calibanismo.En el año 2016, recién estrenada su película autobiográfica Todo comenzó por el fin, Ospina se aventuró a dar diez consejos imprescindibles sobre cómo hacer películas.En otro audio recuperado del archivo HJCK, en noviembre del año 2009 Ospina habló largo y tendido sobre su primer acercamiento al cine, además de reflexionar sobre las temáticas de sus principales obras y su encanto por el “mal cine”. Le puede interesar: Semana del Fanzine en la Biblioteca NacionalAl final de su vida, desde hace tres años, Ospina volcó en el cine revelaciones sobre su propia vida y el padecimiento que finalmente le quitó la vida, algo que se retrata en su filme Todo comenzó por el fin, que es precisamente una de las últimas reflexiones que compartió con el público, en un breve post en Facebook apenas hace un par de días, donde anunciaba de manera premonitoria que vivía una suerte de remake de su película que no le deseaba a nadie.
Este viernes falleció el director y productor de cine caleño Luis Ospina, reconocido por cintas como Todo comenzó por el fin, Pura Sangre, Soplo de vida, entre otras.Según fuentes cercanas al cineasta, y una publicación reciente que él mismo hizo en su página de Facebook, Ospina padeció otra vez los golpes de un cáncer, por lo que permanecía internado en un hospital.Este viernes falleció el director y productor de cine caleño Luis Ospina, reconocido por cintas como Todo comenzó por el fin, Pura Sangre, Soplo de vida, entre otras.Según fuentes cercanas al cineasta, y una publicación reciente que él mismo hizo en su página de Facebook, Ospina padeció otra vez los golpes de un cáncer, por lo que permanecía internado en un hospital.Esa enfermedad Ospina la retrató en la película Todo comenzó por el fin, un documental que no solo narra su vida, sino que es un recorrido por la escena artística de Cali a mediados de la década de 1980. Lea también: Arte y pintura: la voz del fallecido Rodrigo ObregónEl Archivo HJCK recupera la voz de Luis Ospina, quien el 4 de noviembre de 2009 habló sobre sus primeros acercamientos al cine, antes siquiera pensar en hacer su primera película, Vía Cerrada, del año 1964.
"El imperio de la luz" ("L'Empire des lumieres"), de 1954, había sido tasada en 95 millones de dólares. El valor final superó el récord anterior para una obra de Magritte (1898-1967), que había sido de 79 millones.Tras una puja de 10 minutos, la pintura que juega con luces y sombras hasta confundir el día con la noche fue rematada por 121.160.000 dólares, "un récord mundial para el artista y para una obra de arte surrealista en una subasta", afirmó la casa Christie's.La obra del maestro del surrealismo integraba la colección privada de la diseñadora y mecenas de origen rumano Mica Ertegun, fallecida a los 97 años en diciembre pasado.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíLa venta del Magritte, que coincide con el centenario del movimiento surrealista, era uno de los destaques de la actual temporada de subastas en Nueva York, cuyo mercado espera recuperarse del retroceso sufrido el año pasado.En la misma sesión del martes, la icónica obra "Standard Station", del estadounidense Ed Ruscha, se vendió por 68,26 millones de dólares, un nuevo récord en subastas para el referente del arte pop, actualmente de 86 años.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Wicked", la adaptación cinematográfica del éxito de Broadway, es protagonizada por la sensación del pop Ariana Grande, mientras que "Gladiador II" marca el regreso a la Roma antigua de Ridley Scott, 24 años después de que su épica original ganara el Óscar a mejor película.Pero resta por verse si el público recibirá con gusto los memes de "Glicked" o "Wickiador" (que ya están haciendo circular en las redes los departamentos de marketing), o si acudirá a las salas de cine con sombreros de brujas o sandalias romanas.Las salas de cine y varios de los centros comerciales en Estados Unidos ya se están pintando de tonos verde y rosa, en referencia a las brujas de "Wicked", y llenando de Coliseos en miniatura, preparándose para un período que según los analistas será crucial para la industria."Estoy seguro de que este será el mayor Día de Acción de Gracias que la industria ha presenciado", dijo Jordan Hohman, un ejecutivo del grupo Phoenix Theaters, en referencia a la fiesta nacional que coincide con la primera semana en cartelera de ambas producciones."Wicked", de Universal, es por sí sola "la película que más entradas ha vendido anticipadamente" en los 24 años de historia de la cadena estadounidense, superando en un 63% a "Barbie", añadió su propietario y presidente, Cory Jacobson.Tradicionalmente, los estudios de Hollywood tenían sus reservas sobre lanzar dos grandes películas en un mismo fin de semana, pero el verano boreal de récords de 2023 demostró que puede funcionar para ambas producciones, siempre que sean las adecuadas.Como "Barbie" y "Oppenheimer", "Wicked" y "Gladiador II" (Paramount) hablan a diferentes audiencias, opina el analista David A. Gross, del grupo Franchise Entertainment Research.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"Wicked" ha inspirado como parte de su campaña de promoción una línea de maquillaje y un kit para hornear tus propios cupcakes, mientras que los anuncios relacionados con "Gladiador" son una constante durante las transmisiones de la liga de fútbol americano. "No existe la posibilidad de pisarse la manguera entre bomberos", dijo Gross.Pero alcanzar las vertiginosas cifras de "Barbie" y "Oppenheimer" será digno de conjuros y proezas. Sólo en su primer fin de semana en América del Norte, estas películas de 2023 se hicieron con 245 millones de dólares en taquilla."Barbenheimer fue un ejemplo de dos películas que superaron con creces sus resultados (...) algo inesperado en el mejor de los escenarios", advirtió Daniel Lora, vicepresidente senior de estrategia de contenidos de Boxoffice Media.Parte del actual optimismo de la industria se debe a que otro éxito, "Moana 2", de Disney, que se unirá a "Wicked" y "Gladiador II" en las salas de cine una semana después. "No creo que se trate de una experiencia de dos películas, sino de tres", dijo Jacobson.Campañas por todo lo altoAlcanzar estas altas expectativas es algo que Hollywood necesita.A pesar de un lucrativo verano boreal con secuelas exitosas como "Intensa Mente 2" y "Deadpool & Wolverine", 2024 ha sido un año dispar para una industria que aún sueña con volver a las cifras anteriores a la pandemia.Los cinco primeros meses del año se vieron perjudicados por los pocos estrenos, debido a los retrasos en la producción provocados por las huelgas de Hollywood el año pasado y la pandemia.Los últimos dos meses también han sido decepcionantes, con el fracaso en la taquilla de "Guasón 2: Folie à Deux", entre otros fiascos y estrenos mediocres.Pero las primeras señales para este fin de semana parecen prometedoras. "Gladiador II" se estrenó en otros países la semana pasada haciéndose con 87 millones de dólares fuera de Estados Unidos. Y Paramount espera números similares este fin de semana en los cines estadounidenses."Wicked", de Universal - el estudio detrás de "Oppenheimer"-, debe vender 100 millones de dólares en boletería este fin de semana en América del Norte de acuerdo con los pronósticos.De paso, los estudios apostaron en ambas producciones con una larga y extensa campaña de publicidad. En abril, Paramount abrió su presentación anual en una convención de cine en Las Vegas con un ejecutivo entrando en la arena del Caesars Palace en un carro flanqueado por soldados romanos.Mientras que Universal terminó su presentación dándole miles de flores de plástico al público para crear un gigantesco espectáculo de luces electrónicas verdes y rosas con el tema "Wicked".Ocho meses después, los estudios medirán si sus esfuerzos rendirán frutos en la taquilla. "Cuando algo pega de verdad, más allá de una campaña de publicidad, puede despegar e ir más lejos de lo esperado", comentó Gross. "Así que veremos qué pasa".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Voltaire, cuyo nombre real era François-Marie Arouet, fue un filósofo, escritor e historiador francés, y uno de los principales exponentes del movimiento de la Ilustración. Famoso por su ingenio, su aguda crítica a las instituciones tradicionales y su férrea defensa de la libertad de expresión, la tolerancia religiosa y la reforma social, Voltaire dejó un legado que trasciende siglos.Voltaire arremetió contra el fanatismo, la superstición y la intolerancia, defendiendo la razón como base de una sociedad más justa. Sus obras atacan la hipocresía de las instituciones religiosas y abogan por la separación entre Iglesia y Estado. Fue un precursor del derecho a expresarse libremente. Su famosa frase, aunque apócrifa, resume este ideal: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo".Voltaire y la Ilustración La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual que transformó el pensamiento europeo durante los siglos XVII y XVIII. En este contexto, Voltaire emergió como uno de los principales artífices de las ideas que moldearon esta era.Voltaire abogó por el uso de la razón para analizar y desafiar las estructuras sociales, religiosas y políticas. Sus escritos, caracterizados por su ironía y agudeza, cuestionaron las verdades aceptadas y promovieron el escepticismo hacia dogmas impuestos. Este enfoque ayudó a popularizar una mentalidad que valoraba la investigación científica y el análisis lógico como pilares del progreso humano.El escritor denunció incansablemente el fanatismo religioso y los abusos de la Iglesia católica, que en su época ostentaba un inmenso poder político. Obras como el "Tratado sobre la tolerancia" y "El Diccionario Filosófico" no solo plantearon la necesidad de libertad de pensamiento, sino que también inspiraron reformas posteriores hacia la separación entre Iglesia y Estado, como lo mencionamos anteriormente.Aunque Voltaire no era un revolucionario en el sentido moderno, su ideal de "despotismo ilustrado" influyó en monarcas como Federico el Grande de Prusia y Catalina la Grande de Rusia. Voltaire creía que los gobernantes educados en los principios de la Ilustración podrían promover reformas para mejorar la vida de sus súbditos, sentando las bases de sistemas más justos y racionales.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíVoltaire y los libros El impacto de Voltaire fue evidente en la generación que lideró la Revolución Francesa (1789). Figuras como Diderot y Rousseau, aunque a veces en desacuerdo con Voltaire, se inspiraron en su crítica al absolutismo y en su fe en el progreso racional. Su pensamiento influyó en discursos sobre la libertad, la igualdad y los derechos individuales que marcaron este periodo.La sátira de Voltaire, especialmente en Cándido, sirvió como modelo para escritores como Jonathan Swift y, más tarde, autores del siglo XIX como Mark Twain. Su capacidad para denunciar las injusticias a través del humor y el absurdo consolidó una tradición literaria de crítica social mordaz.Autoras feministas como Mary Wollstonecraft y novelistas como George Eliot heredaron de Voltaire una perspectiva secular que desafió las normas patriarcales y religiosas. Aunque no fue explícitamente feminista, su insistencia en la libertad de pensamiento y en los derechos individuales influyó en las luchas por la igualdad de género.Algunas obras recomendadas"Cándido o el optimismo" (1759): Una sátira mordaz que pone en evidencia el optimismo filosófico de Leibniz, representado por la frase "vivimos en el mejor de los mundos posibles". A través de las desventuras de su protagonista, Cándido, Voltaire critica las injusticias sociales, el poder corrupto y el sufrimiento humano con un humor cáustico."Tratado sobre la tolerancia" (1763): Escrito tras el juicio y ejecución injusta de Jean Calas, este ensayo es una apasionada defensa de la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento. En él, Voltaire aboga por la convivencia pacífica y denuncia la barbarie de la intolerancia."Cartas filosóficas" (1734): En esta colección de cartas, Voltaire compara la sociedad francesa con la inglesa, alabando la tolerancia, el sistema parlamentario y la libertad de comercio de Inglaterra. La obra, considerada subversiva en su época, fue prohibida en Francia.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
1Mi madre me llamó Penélope. Le fascinaba el personaje de la ingeniosa esposa de Ulises tejiendo de día para destejer de noche y así engañar a sus pretendientes. Yo prefería al marido navegante. Me carga la idea de tejer y esperar eternamente, pero por esperar me quedé atrapada en Madrid. Fui de las últimas que entró antes de que cerraran el aeropuerto en marzo cuando se decretó el confinamiento por la pandemia. Había llegado de Nicaragua para ocuparme de los asuntos de mi madre muerta. Ella había fallecido en diciembre. En mi familia diciembre era el mes de morirse. Mi abuela, mi padre, una tía y un tío murieron en esas fechas. Meticulosos hasta en eso de llegar al último mes del año para declarar la vida por terminada. No quise quedarme entonces. Me llevé las cenizas de mi madre para dejarlas en nuestro país y postergué mi regreso a España. Dejé que pasaran enero y febrero. Me dije que en marzo el clima sería más benigno y en abril llegaría la primavera. Por ser hija única a mí sola me correspondían los bienes de mi madre: la casa y su contenido, sus cuentas, la utilería del teatro de su vida que, de seguro, habría dejado dispersa y en desorden por esa su filosofía de vivir el presente que era cómoda para ella, pero un rollo para los demás. No había apuro, me dije. Poco podía imaginar que llegaría la pandemia y mi vida quedaría atrapada como el barco de Shackleton, mi explorador favorito, atorado en el hielo de la Antártida. No era una mala metáfora. La pandemia llegó como la Edad del Hielo. Había que permanecer refugiado de ese mordisco invisible de la muerte asediando en el aire y, peor aún, en el hálito del prójimo. Me costó aceptar mi mala suerte. Me había imaginado deambulando por Madrid, recorriendo el barrio de las Letras, Chueca, las librerías, el Retiro; en vez de eso me tocaba el confinamiento y esa época tipo distopía del fin del mundo. No podría vender la casa de mi madre en medio de la pandemia, pero al menos tenía un lugar donde quedarme, un coche también, cafetera, cocina, cama, almohadas. Y mi computadora: los zooms, los chats, las series. El siglo xxi había aniquilado la soledad a golpe de teclas. Uno tenía compañía hasta la saciedad, compañía y chismes y los reels de Instagram que no sabía cómo controlar para que me dejaran de mostrar las vidas de las celebridades y sus parejas perfectas. Un asco todos los perfectos. Yo era tan flaca que, como decía un amigo, era de frente, filo, y de filo, nada. Me consolaba ver a Joyce Carol Oates. Ella era de mi equipo, del equipo de los endebles, raquíticos seres esqueléticos que, sin embargo, tenían mucho que decir o que escribir. A fin de cuentas, mi IQ era alto y aunque era flaca mi cara era de mejor ver que la de Joyce Carol Oates, con perdón de ella, que me cae muy bien, y que es una gran escritora, no hay duda. Me había dejado dos mechones de canas a lo Susan Sontag en mi pelo corto, oscuro y liso. Las gafas de marco negro, ancho y redondo, mi cara un poco larga, nariz y boca sin importancia me hacían una flaca con estilo.Como editora de una editorial mediana, podía seguir haciendo mi trabajo a distancia. Por otro lado, vaciar de cosas personales un caserón cerca de la sierra, abandonado por la inesperada y definitiva partida de una dueña que gustaba de guardarlo todo, me mantendría ocupada la soledad. Así lo pensé al principio. No imaginé viajar al vientre de mi madre y descubrir cuánto más había allí que yo desconocía. No imaginé lo que sería sumergirme en las cuevas cuidadosamente selladas de una existencia interrumpida de súbito. No llegué preparada para un encierro donde los recuerdos se dejaran ver y el pasado se levantara por las noches haciéndome oír sus susurros.2Mi madre fue guerrillera en los años setenta, en la Revolución Sandinista, la última que triunfó en Latinoamérica. De joven tomó las armas y vivió en pocos años varias vidas. Cuando contaba sus recuerdos parecía que quien hablaba era un personaje centenario. Había sido una mujer de huesos grandes, alta, de brazos musculosos y piernas de corredora, con una energía incesante. Su rostro era imperfecto. Heredé sus ojos grandes y oscuros y sus pómulos altos, pero no las cejas tupidas, ni la nariz respingona, ni la boca ancha y carnosa, de labios delineados. A ella ese rasgo y una gestualidad desenfadada le conferían un aire sensual dentro de un cuerpo de atleta. Paradójicamente, su familia ostentaba una larga trayectoria al servicio de la dinastía de los Somoza, que gobernó Nicaragua de 1936 a 1979 y a cuyo último ejemplar, Anastasio Somoza, ella combatió. Su abuelo era famoso porque manejó las confiscaciones a los alemanes cuando el fundador de la dinastía declaró la guerra a los países del Eje, entre ellos Alemania, el 7 de diciembre de 1941. El dictador se adelantó veinticuatro horas a la declaración de guerra de Estados Unidos luego del ataque japonés a Pearl Harbor. Semejante premura bélica fue un ardid para apropiarse de las tierras cedidas en 1852 a familias alemanas que iniciaron el cultivo del café. Las haciendas de los alemanes eran modelos de productividad. Mi bisabuelo fue el encargado de expropiarlas. Dos de ellas fueron el pago a su perruna fidelidad. Eran unas propiedades muy grandes, en las zonas altas del país, atravesadas por ríos, con hondas quebradas pobladas de árboles centenarios que daban sombra al café. Contaban con casashaciendas de muros anchos, hermosas. Él las administró muy bien. Fueron la base para acumular una cuantiosa fortuna. Con el dinero llegaron otras inversiones y amigos potentados. «Era a mí a quien mandaba a atenderlos —me decía mi madre—. Yo era adolescente, pero él me usaba de señuelo, me exponía.» Se reía con su humor sarcástico. Entre ellos podría encontrar marido, bromeaba. «Tu abuelo era un asco —me decía con una dolida expresión de desprecio—. Tu abuela no se atrevía a enfrentarlo. Como pasaban mucho tiempo en sus haciendas en el campo, yo me quedaba durante la semana en la ciudad en casa de Marisa, mi mejor amiga. Su padre dirigía una estación de radio importante.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíA esa casa llegaban poetas, cantantes y un profesor de historia erudito con un don excepcional para contar episodios nacionales con la verbosidad de un cuentacuentos. Eran opositores a la dictadura. Me trataban con cierto recelo. Empecé a relatarles lo que sabía de los negocios de Somoza. Me escuchaban con atención. Yo quería estar de su parte. Hacerles ver que era diferente a mi familia. Un día un grupo de universitarios se tomaron la radio del papá de Marisa. El ejército la rodeó. Él salió con los brazos en alto y pidió que no mataran a los muchachos, que se los llevaran, pero que no los mataran. Se metió el obispo a negociar y al final se los llevaron presos. Uno de los muchachos parecía el jefe, se llamaba Ajax. Al día siguiente se llevaron al papá de Marisa. Como a las dos semanas la Seguridad del Estado urdió el cuento del intento de fuga de Ajax. Lo mataron. La gente sabía que hacían eso. “Le aplicaron la Ley de Fuga”, decían. Recuerdo la foto en el periódico: la mamá con el cuerpo ensangrentado en los brazos porque la llevaron al patio de la prisión para que viera el cadáver. A los meses mataron al papá de Marisa porque su radio denunció el crimen. Apareció tirado en un camino, el cuerpo lleno de señas de tortura. Me radicalicé. Marisa y yo nos metimos en la resistencia contra Somoza. Después del bachillerato, Marisa se fue a estudiar al exterior. Yo decidí irme clandestina. Robé plata y armas de la hacienda y ése fue mi pasaje a la guerrilla. No volví más a mi casa.»Yo la oía. Imaginaba lo que sería enemistarse con el propio apellido. Crecí oyéndola negar a su familia. No hubo para mí ni abuelos ni tíos ni primos. En el colegio un profesor joven, recién ungido revolucionario, un poco sádico en su fanatismo, fue quien se dio a la tarea de ilustrarme sobre la calaña servil de mi parentela. Afirmaba que quien había sido encargado de exhumar el cadáver del fundador de la dinastía, que el hijo se llevó en una maleta en el vuelo que lo sacó del país cuando huyó al saberse derrocado, había sido nada menos que mi abuelo, que también lo acompañó en su huida.—Es verdad —me dijo ella, sonriendo con ironía—. Ahora decile que te cuente qué fue lo que hizo tu madre.Al profe se le subió el color cuando se lo pregunté.—Te dije lo de tu abuelo para que aprecies de cuánto se despojó tu madre para llegar a ser Comandante Guerrillera —uno de los títulos honoríficos de la Revolución Sandinista—. Ella liberó la segunda ciudad más importante del país con un Estado Mayor compuesto casi en su totalidad por mujeres. Cuentan que ella sola, desde la torre del comando a la que logró subir subrepticiamente, eliminó, con su puntería de francotiradora, a los guardias que impedían la toma del último reducto somocista de León.—Eso es lo que vale —le dije, orgullosa—. Cuando mi mamá le da la espalda a algo, no vuelve la vista atrás.Mientras vivió, amé y temí a mi madre. Mi amor de niña fue incondicional, lleno de admiración. Ya de adolescente empecé a resentir su devoción revolucionaria y sus incursiones por mi identidad. Pienso que temía que mis genes me traicionaran. Sentía que quería envolverme como hiedra, o comerme como planta carnívora. A mi padre lo habían matado en la lucha contra la dictadura somocista. No lo conocí, pero tuve varios padres, los amantes de ella que, en general, eran mimosos conmigo. Cuando llegaba a quererlos me daba por vigilar los ánimos de mi madre. Conocía perfectamente las señales de cuando se cansaba de ellos. Allí empezaba mi sufrimiento o mi labor de zapa a sus intenciones, remarcando lo bien que lo pasaba con X o Y, lo que aprendía con él. Me escuchaba y sé que retrasó más de una vez el final del juego por mí.Ella cambió después de la revolución. El sandinismo estuvo en el poder de 1979 a 1990. En esos once años tuvo que vérselas con una guerra contrarrevolucionaria. Estados Unidos temía otra Cuba en el continente y armó a los descontentos que se oponían a los cambios. Impuso, además, un embargo comercial. Hubo muchas muertes, escasez: faltaban el pan, la luz eléctrica, el papel higiénico; sobraba la arrogancia juvenil de los guerrilleros.Aun en medio de las dificultades, los sandinistas pensaron que ganarían en las elecciones de 1990. No fue así. La noche de la derrota electoral, el 25 de febrero de 1990, cuando el conteo de votos dio la victoria a Violeta Chamorro, candidata de la oposición, fue, para mi madre y sus compañeros, como el terremoto que destruyó Managua, la capital, en 1972. El edificio que contenía sus sueños y sus proyectos de vida, ese que siempre estaba en construcción, y que a ella le ocupaba más tiempo del que disponía, cayó estrepitosamente. Fueron días de duelo. Los amigos llegaban, lloraban sacudidos por la incredulidad. Parecía que se les acababa el mundo. Yo era una chavala de quince años. Había crecido dentro de la revolución, como en un escenario magnífico. Era la mascota del grupo. Me llevaban a las manifestaciones multitudinarias. Me compraban helados o refrescos. Desde mi infancia los había visto actuar como profetas. Se juntaban en mi casa a tomar ron y a discutir cuestiones que yo apenas entendía, pero que me inspiraban la idea de que todos ellos eran como los héroes de los cómics desafiando y destruyendo monstruos. Mi corto entendimiento no lograba comprender que el pueblo hubiese votado por el fin de la revolución, que ya no quisiera más esa romántica época de júbilo en las plazas y gente que proponía acabar con la pobreza. Buscaba, en medio del lamento de los adultos, alguien que me explicara la derrota.Poco tiempo transcurrió antes de que la desilusión y el desconcierto echaran raíces entre los que habían sido compañeros. La camaradería dio paso a amargas discusiones. El tinglado que antes parecía sólido se agrietó. En su afán de salvarse de la debacle, Daniel Ortega se hizo todopoderoso. Lo que había sido un heroico movimiento guerrillero se transformó en un informe partido político. Menos mal que, en medio de la dispersión y de buscarse otra vida, mi madre se enamoró, a mediados de los noventa, de un arquitecto español. Ella había vivido en España de joven. Apenas hablaba de ese tiempo. Lo recordaba como el peor de su vida. Quería borrarlo de su memoria. En aquella época la revolución la salvó, solía decir. Bromeaba por lo irónico de que España la salvara de nuevo, esta vez del fracaso de la revolución. A mí me pareció mentira la facilidad con que se marchó de Nicaragua con su nuevo amor, como si se tratara de Sodoma y Gomorra y ella estuviera decidida a no cometer el error de la mujer de Lot de volver la vista atrás. Su decisión de marcharse, el resplandor del amor que la iluminó, la disposición de que yo me quedara viviendo con su amiga Sofía hasta terminar la universidad, hizo que yo cortara el resto de cordón umbilical. Dejé de llamarla mamá. Pasé a llamarla Valeria.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Con ecos del 'Oliver Twist' de Charles Dickens y trazas de la discriminación racial que ya ha tratado en películas como '12 años de esclavitud' ('12 Years a Slave', 2013) o series como 'Small Axe' (2020), McQueen construye una emotiva y emocionante historia en torno a una madre blanca y su hijo mestizo.Ronan brilla en su papel de Rita, la madre de George, interpretado por el debutante Elliott Heffernan. Con un padre ausente, viven con el abuelo, otro actor novel a sus 66 años, el cantante Paul Weller, el mítico líder de The Jam y The Style Council.Con una espectacular ambientación y secuencias que son capaces de encontrar poesía en los bombardeos sobre Londres, 'Blitz' se desarrolla en una etapa muy concreta de la Segunda Guerra Mundial.'Blitz' es como se conoce al periodo que va de septiembre de 1940 a mayo de 1941 en el que Alemania bombardeó incesantemente el Reino Unido, comenzando por Londres, al final de la Batalla de Inglaterra, un combate aéreo que supuso la primera derrota importante del Ejército alemán en esa guerra.Una época en la que los londinenses ponían a salvo a sus hijos enviándolos lejos de la capital británica en viajes organizados por el Gobierno. Y eso es lo que hace Rita, pero su hijo no está de acuerdo, así que salta del tren que le lleva a un lugar seguro y decide regresar a pie a su casa.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíMcQueen aprovecha para lanzar una crítica contra el trato a los negros con una historia que a través de las vivencias del niño muestra el horror de la guerra, no solo por las bombas, sino por el comportamientos de personas sin escrúpulos que trataban de aprovecharse de la situación.Una película escrita por el realizador, que partió de una fotografía que se guarda en los archivos del Museo Imperial de la Guerra y que muestra a un niño pequeño, negro, cargado con una maleta atada con cuerdas.Eso le llevó a imaginar quién sería ese niño, como ha explicado McQueen en varis entrevistas, y escribió esta historia en la que, como en muchos de sus trabajos anteriores, la música desempeña un papel importante.Ronan se muestra como una solvente cantante y demuestra que las canciones y los bailes fueron el refugio de la población británica para soportar unos bombardeos que les llevaban a refugiarse casi cada día en estaciones de metro, ante la falta de lugares más seguros.'Blitz' aparece en las quinielas de los medios especializados de cara a los Óscar, no solo para el premio a mejor película sino en la mayoría de las categorías técnicas.Ronan también está entre las intérpretes que podrían optar al Óscar a mejor actriz secundaria, una categoría que se presenta muy competitiva y que podría incluir nombres como los de Zoe Saldaña, por 'Emilia Pérez'; Isabella Rosellini, por 'Cónclave'; Felicity Jones, por 'The Brutalist', o Ariana Grande, por 'Wicked'.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.