En 1890, activistas políticos en Finlandia se manifestaban contra la opresión rusa y Jean Sibelius se había unido a un círculo de escritores y artistas que cultivaban todo lo finlandés. En la víspera de Navidad de ese año, el compositor de 25 años le escribió a su prometida desde Viena: "Estoy leyendo mi Kalevala con atención y creo que ya entiendo mucho mejor el finlandés. El Kalevala me parece una obra muy moderna.(El Kalevala es una epopeya finlandesa compilada por el historiador Elias Lönnrot en el siglo XIX a partir de fuentes folclóricas finlandesas, transmitidas oralmente de generación en generación, o a través de las recopilaciones de las narraciones populares hechas por los recitadores)En junio siguiente, Sibelius escuchó melodías finlandesas en un concierto de una mujer que cantaba antiguas canciones nórdicas. Sibelius, alumno de Karl Goldmark en Viena y muy versado en la música germánica dominante de aquella época, ahora tenía en sus oídos un sonido musical finlandés que correspondía a la poesía que había estado leyendo con tanta avidez. Empezó a incorporarlo en un poema sinfónico que estaba componiendo sobre Kullervo, un héroe trágico cuya historia se cuenta en los Cantos 35 y 36 del Kalevala.Kullervo conoce a una joven doncella en el bosque y la seduce, sólo para descubrir que ella es su hermana perdida hace mucho tiempo. La muchacha deshonrada se arroja a un río y se ahoga. Para escapar de su agravio y vergüenza, Kullervo va a la guerra, pero su camino finalmente lo lleva de regreso al lugar del crimen. Kullervo le pregunta a su espada si debería suicidarse, y la espada responde que, dado que ha quitado la vida a muchos hombres inocentes… Kullervo cae sobre su espada y muere.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.El maestro de Sibelius, Goldmark, escuchó partes de la obra mientras se escribía y le exclamó: "Como eres finlandés, tu música, que tiene un sabor nacional tan fuerte, agrada a tu país".En el estreno de la Sinfonía de Kullervo Op 7, dirigida por el compositor en Helsinki el 28 de abril de 1892, el público aplaudió con entusiasmo después de cada movimiento y se levantó en una ovación exultante al final.Cada uno de los cinco movimientos presenta una parte de la vida de Kullervo, basado en el ciclo de Kullervo (cantos 31 a 36) del Kalevala. Los movimientos uno, dos y cuatro son instrumentales. El tercer y quinto movimientos contienen diálogo cantado del poema épico.En Canto y Música Coral HJCK.com transmitiremos Kullervo Op. 7, suite sinfónica o sinfonía coral del compositor finlandés Jean Sibelius, en interpretación de: Hillevi Martinpelto (soprano), Karl-Magnus Fredriksson (barítono), el Coro Sinfónico de Londres bajo la dirección de Stephen Westrop y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Sir Colin DavisPodrá escuchar la obra completa en la nueva edición de Canto y Música Coral este domingo, 27 de abril a las 9:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.
Cuentos desde el vientre de mi madreYo cuento cuentos desde el vientre de mi madre, tengo la fortuna —fortuna que comparto con muchos niños— de recordar cómo son las mamás por dentro. ¡Yo recuerdo cómo era mi mamá por dentro! …y las mamás por dentro —todos lo saben aunque muchos lo olvidan— son como el cosmos. Quizás la imagen que se podría acercar con mayor precisión a ese interior maravilloso son las magníficas fotos que la nasa ha tomado del espacio estelar. Porque las mamás por dentro son así: tienen estrellas, tienen luceros, tienen planetas. Y claro, cuando uno está adentro se para en sus patitas, así no estén conformadas, ¡ojo!, pero allí están como los cuentos. Uno mira hacia las teticas de la mamá y ve la vía láctea, como la de nuestro sistema solar.Pues yo empecé a contar cuentos en un momento en el que mi mamá estaba mirando hacia la noche pensando en mi padre ausente. Y era tanto el amor, que el corazón de ella se prendió —porque los corazones son como los bombillos: se prenden y se apagan en diferentes ocasiones—. Entonces se prendió el bombillo, porque naturalmente nada da más intensidad al corazón que el amor. Y al prenderse el bombillo de mi mamá fue tan intensa la relación de ella con la ausencia de mi padre y con la presencia del amor —porque cuando hay amor no hay ausencia, la ausencia es una ficción—, que salió del corazón como una gaviotica.Yo no sabía todavía lo que eran las gaviotas, por supuesto, pero sospeché que era algo parecido a lo que más tarde descubriría en la orilla del mar. Y esa gaviotica comenzó a revolotear por el interior de mi mamá: se paraba en una costilla, se bajaba por el pulmón izquierdo, subía por el pulmón derecho. Hasta que al final se posó en la parte superior del cuerpo de mi madre y ahí a mí me parecía que cantaba. Porque yo sí sabía qué era el canto, porque desde adentro uno oye lo que ocurre afuera, a pesar de que muchos pretenden olvidarlo.Y de pronto desapareció. Desapareció cuando mi madre cerró la ventana, regresó al interior de la casa y dejó por fuera el recuerdo de mi padre, y dejó por fuera también, la fuerza que le permitía a su corazón producir gaviotas.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí¡Y claro! Por primera vez en mi vida también lloré, no sabía lo que era el llanto, pero se me había ido la gaviota y lloré.En América Latina somos valerosos desde el vientre materno. Hay una virtud, tenemos muchas. Yo no caigo en la trampa de la apología a la miseria, porque eso no es cierto. El continente más rico del mundo es la América Latina. Somos valerosos desde el vientre materno y ese valor es una presencia de construcción, de amor. Y el valor me permitió resolver la situación en el sentido de convocar la presencia y convoqué otra vez a la gaviota. ¡Y apareció! Claro, al principio era tímida. Se asomaba, se iba, se asomaba, se iba. Y uno aprende rápidamente… Aprendí que mientras más abría mis manitas y mientras más pensaba en historias, ella se quedaba. Hasta que de manera maravillosa logré que se quedara porque inventé un cuento.Y cuando inventé el cuento, la gaviota se quedó y mi mamá se echó a reír. Cuando uno está por dentro de la mamá, la risa de la mamá es como una lluvia amorosa de ternura. Uno se siente muy bien. Las mamás lo saben, las mamás deberían reír con frecuencia. Porque uno adentro decide cómo es afuera. Fue una complicidad entre ella y yo. Porque ella sabía, las mamás siempre saben qué es lo que está pasando por dentro, así ellas no lo digan porque corren mucho riesgo de que las califiquen de locas o de cursis o yo no sé qué otro calificativo puede surgir por ahí. Así que fue un pacto: yo inventaba cuentos y ella se reía. Y mamá empezó a mirar el mundo también a través de los ojos de los cuentos. Es decir, ella sintió la necesidad de mirar la lluvia, por ejemplo, y yo a través de los ojos de ella, la aprehendía. Y miraba la luna y a través de los ojos de ella la vi por primera vez. Así empezó a mirar y a acariciar los animales y los niños y la poesía. Cantaba la poesía… porque intuitivamente sabía que la poesía es una música. Y la poesía es todo, ¿no?Por eso los ingleses en eso no se equivocan —en muchas otras cosas sí—. A mí no me gustan mucho, me gustan más los irlandeses y los escoceses. Pero en eso no se equivocaron, cuando dijeron que Shakespeare es el poeta, no el dramaturgo, porque la trampa de los géneros y toda esa arquitectura horrible de la academia vendría después. Nadie se inventó un discurso extraliterario cuando Homero cantaba sus cosas en las tabernas y se emborrachaba con la gente y aparecía otra vez la imagen de Aquiles y de Helena y de Paris… eso estaba ligado a la vida no a la especulación. Así que ese fue el comienzo.Y claro, cuando salí a la luz, pues fue una fiesta… Yo amo la vida. Estoy del lado del amor y no de la muerte. Y lo digo en este país que parece agobiado por el horror y la sangre y la muerte. Pero no es completamente cierto, es decir, existe el horror, pero existe el amor. Y yo que recorro este país, todo el tiempo, descubro que esas fuerzas son las que nos salvan. Hay una parte de la realidad que no nos han dejado ver, por intereses políticos y económicos y de todo tipo. Porque es que desgraciadamente, el horror es rentable. El horror se convierte en una mercancía y en un elemento político de dominación, eso ya el doctor Goebbels lo llevó hasta sus últimas consecuencias. Los políticos —¡que detesto!— no saben, no sabrían qué hacer con el amor, porque el amor no se puede manipular. El amor es libertad, el amor es asombro. El amor no es respuestas sino preguntas. Entonces ellos no pueden manipular eso. Y la otra parte de la vida está ahí, terca y presente, pero no nos la dejan ver y los poetas tienen que abrir esa puerta para que se pueda ver.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
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Trascendencias de la pielMás que recubrirlo, entrega el cuerpo. Expone lo mismo que protege. La piel es lo más propio y, sin embargo, confirma la aparición ajena. Motor hipersensible, colecciona agresiones. Propaga las caricias. Y parece condenada a exagerar. Se le atribuyen aproximadamente cuatro kilogramos y dos metros cuadrados de infinito.Además de constituir un solo, omnipresente órgano, la piel posee memoria absoluta, como un oído que sintiese el daño en todas las frecuencias. Recuerda cada día con rencor justiciero. En este sentido, representa una suerte de divinidad anatómica. Por eso la adoramos.Intercambia líquidos, toxinas, intuiciones y afectos con el mundo exterior. Vive rozando sus límites. Gracias a esa insistencia sabemos que el dolor y el placer son profundidades de superficie, buceos en el reino del ahora. Que no hay frío ni calor, solo pieles que buscan abrigo o se zambullen. Observada con lente cobra un aire de soga náutica, acaso porque nace sospechando las tormentas de la edad. En etapas ancianas, su sequedad desprende partículas de experiencia y cada mancha adquiere cierta cualidad de Altamira. Al otro extremo, la piel de bebé se nos derrite casi entre los dedos y opera un pequeño prodigio: la cosquilla la siente quien la toca.Una sedosa nos cautivará con sus brillos de papel de regalo, pero su carácter resbaladizo tenderá a escabullirse. Mejor tracción presenta una piel áspera, con sus terrenos propicios para la velocidad del tacto. Las sebosas se dejan amasar con paciencia panadera. Admiten amontonamientos, pliegues y todo género de pellizcos. Las sudorosas emergen al ritmo de las uvas bajo el agua. La falta de prestigio ha empañado su generosidad, que accede a confundir nuestra suciedad con la suya. Sumando otro relieve a su relato, la tatuada se enorgullece de refundarse. Algunos especialistas la llaman metapiel.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEn materia de colores, las cegueras políticas suelen eclipsar las realidades ópticas. ¿No parece ridículo postular la hegemonía del color más tenue, el menos destacado en la escala cromática? El don de una piel clara reside en que la luz pasa a través de ella, dejando que las venas se iluminen. El de una piel oscura, en que absorbe esa misma luz, reforzando sus contornos. Otras destellan en función del horario: las aceitunadas se inspiran por las tardes, cuando el sol se hace tierra, mientras que las trigueñas agradecen las mañanas y su brío de yema de huevo.El capitalismo no ha tardado en explotar las mudanzas de tono, desde obsesivos tratamientos blanqueadores al chamuscado ultravioleta. Nadie ignora el abismo que separa las pigmentaciones de una modelo afro o una estrella del hip-hop y las de un inmigrante cualquiera. También la claridad tiene sus gamas. Nunca serán iguales la lividez malnutrida, la palidez del estudiante y esa blancura preservada bajo parasol.Quizá la mayor impropiedad consista en reducir la piel a su primera capa. Que es, dermatológicamente hablando, anecdótica para su estructura. Si recurrimos a un dibujo longitudinal, su aspecto puede resultar desconcertante: un colchón por el que asoman los resortes del vello; un acuario poblado de algas psicodélicas; y un apacible suelo cereal. Examinemos estos tres estratos.En la epidermis se manifiestan los accidentes de la identidad. Unos cuantos fanáticos han creído ver jerarquías en sus índices de melanina, convirtiendo prejuicios en esen- cias. Ni siquiera la piel escapa al autoengaño.Aparte de multiplicarla en grosor, la dermis la supera en sensaciones. En esta área se localiza el tejido conectivo o social. De ahí que en ella proliferen glándulas laborales y concentraciones elásticas. Acciones nerviosas y vasos sangrientos. Golpes y traumatismos. Todo eso, en síntesis, que somos más al fondo.En los espesos yacimientos de la hipodermis aguarda otra clase de energías. La reserva del peso de las cosas. La despensa general, con una convicción de abuela de provincias. Ya no hay pose que valga en sus dominios, lo que impera aquí abajo es pura franqueza. Grasa. Vida. Verdad. Las patologías de la piel nos conquistan poro a poro.Van trabajando la susceptibilidad hasta causarnos lesiones autorreferenciales. Ensayos clínicos realizados por los más rigurosos poetas demuestran que la dermatitis es un temperamento; la urticaria, un rubor que no cesa; el herpes, un regreso del fantasma; la psoriasis, una performance de la angustia; el vitíligo, un olvido en expansión; y el acné, una crisis ante el paso del tiempo.Precisamente el tiempo va imprimiendo, como en código morse, su interés por la piel. Puntos, rayas. Gozos, sustos. Celebramos y tememos esos mensajes. Narramos el argumento de cada marca. Sobrevolamos archipiélagos de lunares. Y a veces, conteniendo el aire, confiamos en la elipsis de alguna extirpación.Procedería preguntarse si en la piel hay heridas o si, en términos históricos, la piel es una herida en movimiento. Desde la trinchera que separa las batallas del pasado y la supervivencia presente, responden las cicatrices.Magnitud de la cabezaPara bien o para mal, aquí empieza y concluye la persona. Sus puntos de partida y sin retorno parecen concen- trarse en esta aparatosa corona que desafía el equilibrio de la especie.El pacto entre cabeza e individuo funciona con implacable reciprocidad. La primera sostiene al segundo, con frecuencia a pesar de sus emociones; y este debe soportar las múltiples cargas de aquella. Tal es el caso de las tradicionales cabezadas, que someten nuestra rectitud a la gravedad del sueño.La cabeza puede pensarse en bloque, como un pesado todo. O bien como recipiente con ínfulas de contenido, una oquedad en torno al gran secreto. Las reglas de juego cambian cuando agita su sonajero de ideas.Es también cómplice del trajín like/dislike de nuestro tiempo: se pasa el día asintiendo o negando. Cada uno de estos tics, en apariencia irresistibles, tiene su propia dinámica.Los síes comprometen a los sótanos occipitales y la vértebra Atlas, que sujeta el mundo mental. No es nada fácil asentir varias veces consecutivas, ya que el trabajo de la cabeza al dejarse caer y enderezarse de nuevo resulta extenuante. El placer de la negativa se nutre en cambio de la inercia, reproduciendo sin esfuerzo los noes. Tan solo se requiere el concurso del sujeto cabezón.El repertorio de caricias capitales presenta numerosas inflexiones. Conocemos la de ternura, con tendencia a circular por la región frontal o parietal. La condescendiente, que aplica un irritante repiqueteo en la coronilla. La protectora, con participación de ambas manos en la región temporal. Mayor duración muestran la de consuelo, respetuosamente limitada a las zonas posteriores, o la provocadora, a base de palmaditas laterales que repercuten en el hueso esfenoides y la paciencia del prójimo.Para nuestra mano entrometida, cada cráneo infantil representa una lámpara de Aladino: esperamos que brote alguna maravilla. Si este ademán se acompaña de grititos y onomatopeyas, la malaventura quedará garantizada.Dos cabezas que se encuentran son capaces de todo. De producir conceptos más altos que la suma de sus vuelos. De anularse entre sí, desperdiciando con ejemplar torpeza sus respectivos recursos. Y de leer a la vez una misma línea de la realidad, acto que las corrientes esotéricas llaman telepatía y que aquí denominaremos atención en equipo.Dominan asimismo el arte de encajar o permutarse en el saludo, bordeando la acrobacia cuando incluye un intercambio de dos, tres o más besos. En ausencia de roce, se distinguen los siguientes niveles de reconocimiento: alzado, inclinación y reverencia. Esta última exige a ambas cabezas un plus de coordinación, para evitar que el protocolo devenga en accidente.Pero la testa es además instrumento de la mayor agresión en un bípedo con malas intenciones. Irónicamente, la trayectoria de este ataque comprende el arco de todos los saludos antedichos. Podemos observar una variante en el choque de cornamentas viriles, ceremonia de selección del macho alfa, mientras su comunidad evoluciona hacia las líderes omega.Si tenemos en cuenta el desorbitado número de tareas que se ve obligada a simultanear, la cuestión del tamaño está lejos de resultar baladí. Ello no impide que, como de costumbre, la magnitud dependa de la destreza.Las cabezas voluminosas escenifican la amplitud natural del pensamiento, que rara vez acepta límites. Camuflarlas no es menos dificultoso que llevarles la contraria. Las pequeñas poseen un talento innato para acotar y reducir problemas que en cualquier otra se agigantarían. Por regla general, se lucen a posteriori. Las medianas llegan al sentido común con envidiable facilidad. No hay sombrero que deje de darles la razón.En cuanto a su forma, las braquicéfalas o aplastadas abundan en quienes sienten el peso de cada opción, cada argumento, cada error. Las dolicocéfalas o alargadas suelen preocuparse bastante menos y se enfocan en sus aprendizajes; de ahí su diseño vertical. De contextura más afilada, las ovocéfalas analizan sin miramientos. Su aerodinámica logra que las críticas pasen con rapidez. No faltan investigadores empeñados en catalogarlas como étnicas. Cometen un desliz de principiantes: no ser conscientes de su propia tribu.En mitad de estas consideraciones, o justo delante de ellas, sobresale una invitada estelar. La única, la grande, la inconfundible frente. Su prominencia desconoce el pudor. Taparla es todo un reto: siempre se escaparán porciones entre el flequillo, rodajas bajo el gorro. Pergamino vital, en ella va inscribiéndose la historia de su cabeza. Por eso los liftings y otros borrados revisten aquí consecuencias fatales.El oficio de cubrir cabezas abarca de lo sagrado a lo iconoclasta, desde el temor divino hasta una irreverencia de suburbio, sin renunciar a la bohemia.El sombrero les presta alas, en busca de una elevación acaso inalcanzable para lo que en realidad contienen. Menos aspiracional, la gorra las adorna sin transformarlas. Si el turbante las retuerce en consonancia con su lógica, un casco se propone resguardar, sustituir, omitir las cabezas. El modelo obrero finge cuidar del trabajador, que se lanza sin otras precauciones a la intemperie laboral. El deportivo incorpora protecciones delanteras, tonos épicos y fines millonarios. Saltando al templo, una kipá corona la bóveda de la fe y un hiyab envuelve el trance de la plegaria.En postura cabizbaja las inquietudes se agolpan bruscamente en la zona frontal, produciendo un efecto de maraca. Para ladear la testa, basta trasladar algunas dudas hacia los parietales. El retroceso se consigue amontonando los olvidos en el fondo occipital. Cuando lo acontecido no cabe en su reducto, solo queda agarrarse la cabeza.Nos consta que sus juicios engendran monstruos. Dos bestias mitológicas, Cefalea y Migraña, la asedian sin piedad. Y no descansarán hasta que el cráneo pose calavera.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por HJCK (@lahjck)La espera terminó: este 25 de abril abrió oficialmente sus puertas la edición 2025 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el evento literario más importante del país y uno de los más destacados de América Latina. Durante trece días, Corferias se convertirá en el epicentro de la palabra escrita, el pensamiento crítico y la imaginación, con una agenda cargada de lanzamientos editoriales, charlas con autores, talleres, actividades infantiles y debates sobre los grandes temas de nuestro tiempo.Como cada año, la HJCK se suma al cubrimiento especial de la feria con una propuesta periodística pensada para lectores curiosos, exigentes y apasionados. Desde el primer día, nuestro equipo está en Corferias registrando lo mejor de la programación: entrevistas exclusivas con autores nacionales e internacionales, recorridos por los pabellones, crónicas del ambiente que se respira en la feria, reseñas de las novedades editoriales más esperadas y toda la información práctica que necesitas para disfrutar al máximo esta celebración de los libros.En nuestra sección especial sobre la FILBo 2025 encontrarás recomendaciones de lectura, adelantos editoriales, análisis del país invitado de honor, datos sobre horarios, boletería, transporte y accesibilidad, así como una agenda curada con los eventos imperdibles de cada jornada.Este año, además, redoblamos la apuesta con una cobertura multiplataforma: contenidos en nuestra web, entrevistas en video, cápsulas en redes sociales y transmisiones en vivo desde los diferentes auditorios del recinto ferial.La invitación está abierta: sumérgete en la FILBo con nosotros. Vive la feria desde adentro, escucha las voces que la hacen posible y déjate sorprender por el universo literario que se despliega en Bogotá cada abril. Porque leer también es una forma de estar juntos, y contarlo, nuestra manera de celebrarlo.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.