Un poco cansada, con las compras deformando la nueva bolsa de malla, Ana subió al tranvía. Depositó la bolsa sobre las rodillas y el tranvía comenzó a andar. Entonces se recostó en el banco en busca de comodidad, con un suspiro casi de satisfacción. Los hijos de Ana eran buenos, algo verdadero y jugoso. Crecían, se bañaban, exigían, malcriados, por momentos cada vez más completos. La cocina era espaciosa, el fogón estaba descompuesto y hacía explosiones. El calor era fuerte en el departamento que estaban pagando de a poco. Pero el viento golpeando las cortinas que ella misma había cortado recordaba que si quería podía enjugarse la frente, mirando el calmo horizonte. Lo mismo que un labrador. Ella había plantado las simientes que tenía en la mano, no las otras, sino esas mismas. Y los árboles crecían.Crecía su rápida conversación con el cobrador de la luz, crecía el agua llenando la pileta, crecían sus hijos, crecía la mesa con comidas, el marido llegando con los diarios y sonriendo de hambre, el canto importuno de las sirvientas del edificio. Ana prestaba a todo, tranquilamente, su mano pequeña y fuerte, su corriente de vida. Cierta hora de la tarde era la más peligrosa. A cierta hora de la tarde los árboles que ella había plantado se reían de ella. Cuando ya no precisaba más de su fuerza, se inquietaba. Sin embargo, se sentía más sólida que nunca, su cuerpo había engrosado un poco, y había que ver la forma en que cortaba blusas para los chicos, con la gran tijera restallando sobre el género. Todo su deseo vagamente artístico hacía mucho que se había encaminado a transformar los días bien realizados y hermosos; con el tiempo su gusto por lo decorativo se había desarrollado suplantando su íntimo desorden. Parecía haber descubierto que todo era susceptible de perfeccionamiento, que a cada cosa se prestaría una apariencia armoniosa; la vida podría ser hecha por la mano del hombre.En el fondo, Ana siempre había tenido necesidad de sentir la raíz firme de las cosas. Y eso le había dado un hogar, sorprendentemente. Por caminos torcidos había venido a caer en un destino de mujer, con la sorpresa de caber en él como si ella lo hubiera inventado. El hombre con el que se había casado era un hombre de verdad, los hijos que habían tenido eran hijos de verdad. Su juventud anterior le parecía tan extraña como una enfermedad de vida. Había surgido de ella muy pronto para descubrir que también sin la felicidad se vivía: aboliéndola, había encontrado una legión de personas, antes invisibles, que vivían como quien trabaja con persistencia, continuidad, alegría. Lo que le había sucedido a Ana antes de tener su hogar ya estaba para siempre fuera de su alcance: era una exaltación perturbada a la que tantas veces había confundido con una insoportable felicidad. A cambio de eso, había creado algo al fin comprensible, una vida de adulto. Así lo había querido ella y así lo había escogido. Su precaución se reducía a cuidarse en la hora peligrosa de la tarde, cuando la casa estaba vacía y sin necesitar ya de ella, el sol alto, y cada miembro de la familia distribuido en sus ocupaciones. Mirando los muebles limpios, su corazón se apretaba un poco con espanto. Pero en su vida no había lugar para sentir ternura por su espanto: ella lo sofocaba con la misma habilidad que le habían transmitido los trabajos de la casa. Entonces salía para hacer las compras o llevar objetos para arreglar, cuidando del hogar y de la familia y en rebeldía con ellos. Cuando volvía ya era el final de la tarde y los niños, de regreso del colegio, le exigían. Así llegaba la noche, con su tranquila vibración. De mañana despertaba aureolada por los tranquilos deberes. Nuevamente encontraba los muebles sucios y llenos de polvo, como si regresaran arrepentidos. En cuanto a ella misma, formaba oscuramente parte de las raíces negras y suaves del mundo. Y alimentaba anónimamente la vida. Y eso estaba bien. Así lo había querido y elegido ella.El tranvía vacilaba sobre las vías, entraba en calles anchas. Enseguida soplaba un viento más húmedo anunciando, mucho más que el fin de la tarde, el final de la hora inestable. Ana respiró profundamente y una gran aceptación dio a su rostro un aire de mujer.El tranvía se arrastraba, enseguida se detenía. Hasta la calle Humaitá tenía tiempo de descansar. Fue entonces cuando miró hacia el hombre detenido en la parada. La diferencia entre él y los otros es que él estaba realmente detenido. De pie, sus manos se mantenían extendidas. Era un ciego.¿Qué otra cosa había hecho que Ana se fijase erizada de desconfianza? Algo inquietante estaba pasando. Entonces lo advirtió: el ciego masticaba chicle… Un hombre ciego masticaba chicle.Ana todavía tuvo tiempo de pensar por un segundo que los hermanos irían a comer; el corazón le latía con violencia, espaciadamente. Inclinada, miraba al ciego profundamente, como se mira lo que no nos ve. Él masticaba goma en la oscuridad. Sin sufrimiento, con los ojos abiertos. El movimiento, al masticar, lo hacía parecer sonriente y de pronto dejó de sonreír, sonreír y dejar de sonreír -como si él la hubiese insultado, Ana lo miraba. Y quien la viese tendría la impresión de una mujer con odio. Pero continuaba mirándolo, cada vez más inclinada -el tranvía arrancó súbitamente, arrojándola desprevenida hacia atrás y la pesada bolsa de malla rodó de su regazo y cayó en el suelo. Ana dio un grito y el conductor dio la orden de parar antes de saber de qué se trataba; el tranvía se detuvo, los pasajeros miraron asustados. Incapaz de moverse para recoger sus compras, Ana se irguió pálida. Una expresión desde hacía tiempo no usada en el rostro resurgía con dificultad, todavía incierta, incomprensible. El muchacho de los diarios reía entregándole sus paquetes. Pero los huevos se habían quebrado en el paquete de papel de diario. Yemas amarillas y viscosas se pegoteaban entre los hilos de la malla. El ciego había interrumpido su tarea de masticar chicle y extendía las manos inseguras, intentando inútilmente percibir lo que estaba sucediendo. El paquete de los huevos fue arrojado fuera de la bolsa y, entre las sonrisas de los pasajeros y la señal del conductor, el tranvía reinició nuevamente la marcha.Pocos instantes después ya nadie la miraba. El tranvía se sacudía sobre los rieles y el ciego masticando chicle había quedado atrás para siempre. Pero el mal ya estaba hecho.La bolsa de malla era áspera entre sus dedos, no íntima como cuando la había tejido. La bolsa había perdido el sentido, y estar en un tranvía era un hilo roto; no sabía qué hacer con las compras en el regazo. Y como una extraña música, el mundo recomenzaba a su alrededor. El mal estaba hecho. ¿Por qué?, ¿acaso se había olvidado de que había ciegos? La piedad la sofocaba, y Ana respiraba con dificultad. Aun las cosas que existían antes de lo sucedido ahora estaban precavidas, tenían un aire hostil, perecedero… El mundo nuevamente se había transformado en un malestar. Varios años se desmoronaban, las yemas amarillas se escurrían. Expulsada de sus propios días, le parecía que las personas en la calle corrían peligro, que se mantenían por un mínimo equilibrio, por azar, en la oscuridad; y por un momento la falta de sentido las dejaba tan libres que ellas no sabían hacia dónde ir. Notar una ausencia de ley fue tan súbito que Ana se agarró al asiento de enfrente, como si se pudiera caer del tranvía, como si las cosas pudieran ser revertidas con la misma calma con que no lo eran. Aquello que ella llamaba crisis había venido, finalmente. Y su marca era el placer intenso con que ahora gozaba de las cosas, sufriendo espantada. El calor se había vuelto menos sofocante, todo había ganado una fuerza y unas voces más altas. En la calle Voluntarios de la Patria parecía que estaba pronta a estallar una revolución. Las rejas de las cloacas estaban secas, el aire cargado de polvo. Un ciego mascando chicle había sumergido al mundo en oscura impaciencia. En cada persona fuerte estaba ausente la piedad por el ciego, y las personas la asustaban con el vigor que poseían. Junto a ella había una señora de azul, ¡con un rostro! Desvió la mirada, rápido. ¡En la acera, una mujer dio un empujón al hijo! Dos novios entrelazaban los dedos sonriendo… ¿Y el ciego? Ana se había deslizado hacia una bondad extremadamente dolorosa.Ella había calmado tan bien a la vida, había cuidado tanto que no explotara. Mantenía todo en serena comprensión, separaba una persona de las otras, las ropas estaban claramente hechas para ser usadas y se podía elegir por el diario la película de la noche, todo hecho de tal modo que un día sucediera al otro. Y un ciego masticando chicle lo había destrozado todo. A través de la piedad a Ana se le aparecía una vida llena de náusea dulce, hasta la boca.Solamente entonces percibió que hacía mucho que había pasado la parada para descender. En la debilidad en que estaba, todo la alcanzaba con un susto; descendió del tranvía con piernas débiles, miró a su alrededor, asegurando la bolsa de malla sucia de huevo. Por un momento no consiguió orientarse. Le parecía haber descendido en medio de la noche.Era una calle larga, con altos muros amarillos. Su corazón latía con miedo, ella buscaba inútilmente reconocer los alrededores, mientras la vida que había descubierto continuaba latiendo y un viento más tibio y más misterioso le rodeaba el rostro. Se quedó parada mirando el muro. Al fin pudo ubicarse. Caminando un poco más a lo largo de la tapia, cruzó los portones del Jardín Botánico.Caminaba pesadamente por la alameda central, entre los cocoteros. No había nadie en el Jardín. Dejó los paquetes en el suelo, se sentó en un banco de un atajo y allí se quedó por algún tiempo.La vastedad parecía calmarla, el silencio regulaba su respiración. Ella se adormecía dentro de sí.De lejos se veía la hilera de árboles donde la tarde era clara y redonda. Pero la penumbra de las ramas cubría el atajo.A su alrededor se escuchaban ruidos serenos, olor a árboles, pequeñas sorpresas entre los “cipós”. Todo el Jardín era triturado por los instantes ya más apresurados de la tarde. ¿De dónde venía el medio sueño por el cual estaba rodeada? Como por un zumbar de abejas y de aves. Todo era extraño, demasiado suave, demasiado grande. Un movimiento leve e íntimo la sobresaltó: se volvió rápida. Nada parecía haberse movido. Pero en la alameda central estaba inmóvil un poderoso gato. Su pelaje era suave. En una nueva marcha silenciosa, desapareció.Inquieta, miró en torno. Las ramas se balanceaban, las sombras vacilaban sobre el suelo. Un gorrión escarbaba en la tierra. Y de repente, con malestar, le pareció haber caído en una emboscada. En el Jardín se hacía un trabajo secreto del cual ella comenzaba a apercibirse.En los árboles las frutas eran negras, dulces como la miel. En el suelo había carozos llenos de orificios, como pequeños cerebros podridos. El banco estaba manchado de jugos violetas. Con suavidad intensa las aguas rumoreaban. En el tronco del árbol se pegaban las lujosas patas de una araña. La crudeza del mundo era tranquila. El asesinato era profundo. Y la muerte no era aquello que pensábamos.Al mismo tiempo que imaginario, era un mundo para comerlo con los dientes, un mundo de grandes dalias y tulipanes. Los troncos eran recorridos por parásitos con hojas, y el abrazo era suave, apretado. Como el rechazo que precedía a una entrega, era fascinante, la mujer sentía asco, y a la vez era fascinada.Los árboles estaban cargados, el mundo era tan rico que se pudría. Cuando Ana pensó que había niños y hombres grandes con hambre, la náusea le subió a la garganta, como si ella estuviera grávida y abandonada. La moral del Jardín era otra. Ahora que el ciego la había guiado hasta él, se estremecía en los primeros pasos de un mundo brillante, sombrío, donde las victorias-regias flotaban, monstruosas. Las pequeñas flores esparcidas sobre el césped no le parecían amarillas o rosadas, sino del color de un mal oro y escarlatas. La descomposición era profunda, perfumada… Pero todas las pesadas cosas eran vistas por ella con la cabeza rodeada de un enjambre de insectos, enviados por la vida más delicada del mundo. La brisa se insinuaba entre las flores. Ana, más adivinaba que sentía su olor dulzón… El Jardín era tan bonito que ella tuvo miedo del Infierno.Ahora era casi noche y todo parecía lleno, pesado, un esquilo pareció volar con la sombra. Bajo los pies la tierra estaba fofa, Ana la aspiraba con delicia. Era fascinante, y ella se sentía mareada.Pero cuando recordó a los niños, frente a los cuales se había vuelto culpable, se irguió con una exclamación de dolor. Tomó el paquete, avanzó por el atajo oscuro y alcanzó la alameda. Casi corría, y veía el Jardín en torno de ella, con su soberbia impersonalidad. Sacudió los portones cerrados, los sacudía apretando la madera áspera. El cuidador apareció asustado por no haberla visto.Hasta que no llegó a la puerta del edificio, había parecido estar al borde del desastre. Corrió con la bolsa hasta el ascensor, su alma golpeaba en el pecho: ¿qué sucedía? La piedad por el ciego era muy violenta, como una ansiedad, pero el mundo le parecía suyo, sucio, perecedero, suyo. Abrió la puerta de la casa. La sala era grande, cuadrada, los picaportes brillaban limpios, los vidrios de las ventanas brillaban, la lámpara brillaba: ¿qué nueva tierra era ésa? Y por un instante la vida sana que hasta entonces llevara le pareció una manera moralmente loca de vivir. El niño que se acercó corriendo era un ser de piernas largas y rostro igual al suyo, que corría y la abrazaba. Lo apretó con fuerza, con espanto. Se protegía trémula. Porque la vida era peligrosa. Ella amaba el mundo, amaba cuanto había sido creado, amaba con repugnancia. Del mismo modo en que siempre había sido fascinada por las ostras, con aquel vago sentimiento de asco que la proximidad de la verdad le provocaba, avisándola. Abrazó al hijo casi hasta el punto de estrujarlo. Como si supiera de un mal -¿el ciego o el hermoso Jardín Botánico?- se prendía a él, a quien quería por encima de todo. Había sido alcanzada por el demonio de la fe. La vida es horrible, dijo muy bajo, hambrienta. ¿Qué haría en caso de seguir el llamado del ciego? Iría sola… Había lugares pobres y ricos que necesitaban de ella. Ella precisaba de ellos…-Tengo miedo -dijo. Sentía las costillas delicadas de la criatura entre los brazos, escuchó su llanto asustado.-Mamá -exclamó el niño. Lo alejó de sí, miró aquel rostro, su corazón se crispó.-No dejes que mamá te olvide -le dijo.El niño, apenas sintió que el abrazo se aflojaba, escapó y corrió hasta la puerta de la habitación, de donde la miró más seguro. Era la peor mirada que jamás había recibido. La sangre le subió al rostro, afiebrándolo.Se dejó caer en una silla, con los dedos todavía presos en la bolsa de malla. ¿De qué tenía vergüenza?No había cómo huir. Los días que ella había forjado se habían roto en la costra y el agua se escapaba. Estaba delante de la ostra. Y no sabía cómo mirarla. ¿De qué tenía vergüenza? Porque ya no se trataba de piedad, no era solamente piedad: su corazón se había llenado con el peor deseo de vivir.Ya no sabía si estaba del otro lado del ciego o de las espesas plantas. El hombre poco a poco se había distanciado, y torturada, ella parecía haber pasado para el lado de los que le habían herido los ojos. El Jardín Botánico, tranquilo y alto, la revelaba. Con horror descubría que ella pertenecía a la parte fuerte del mundo -¿y qué nombre se debería dar a su misericordia violenta? Sería obligada a besar al leproso, pues nunca sería solamente su hermana. Un ciego me llevó hasta lo peor de mí misma, pensó asustada. Sentíase expulsada porque ningún pobre bebería agua en sus manos ardientes. ¡Ah!, ¡era más fácil ser un santo que una persona! Por Dios, ¿no había sido verdadera la piedad que sondeara en su corazón las aguas más profundas? Pero era una piedad de león.Humillada, sabía que el ciego preferiría un amor más pobre. Y, estremeciéndose, también sabía por qué. La vida del Jardín Botánico la llamaba como el lobo es llamado por la luna. ¡Oh, pero ella amaba al ciego!, pensó con los ojos humedecidos. Sin embargo, no era con ese sentimiento con el que se va a la iglesia. Estoy con miedo, se dijo, sola en la sala. Se levantó y fue a la cocina para ayudar a la sirvienta a preparar la cena.Pero la vida la estremecía, como un frío. Oía la campana de la escuela, lejana y constante. El pequeño horror del polvo ligando en hilos la parte inferior del fogón, donde descubrió la pequeña araña. Llevando el florero para cambiar el agua -estaba el horror de la flor entregándose lánguida y asquerosa a sus manos. El mismo trabajo secreto se hacía allí en la cocina. Cerca de la lata de basura, aplastó con el pie a una hormiga. El pequeño asesinato de la hormiga. El pequeño cuerpo temblaba. Las gotas de agua caían en el agua inmóvil de la pileta. Los abejorros de verano. El horror de los abejorros inexpresivos. Horror, horror. Caminaba de un lado para otro en la cocina, cortando los bifes, batiendo la crema. En torno a su cabeza, en una ronda, en torno de la luz, los mosquitos de una noche cálida. Una noche en que la piedad era tan cruda como el mal amor. Entre los dos senos corría el sudor. La fe se quebrantaba, el calor del horno ardía en sus ojos.Después vino el marido, vinieron los hermanos y sus mujeres, vinieron los hijos de los hermanos.Comieron con las ventanas todas abiertas, en el noveno piso. Un avión estremecía, amenazando en el calor del cielo. A pesar de haber usado pocos huevos, la comida estaba buena. También sus chicos se quedaron despiertos, jugando en la alfombra con los otros. Era verano, sería inútil obligarlos a ir a dormir. Ana estaba un poco pálida y reía suavemente con los otros.Finalmente, después de la comida, la primera brisa más fresca entró por las ventanas. Ellos rodeaban la mesa, ellos, la familia. Cansados del día, felices al no disentir, bien dispuestos a no ver defectos. Se reían de todo, con el corazón bondadoso y humano. Los chicos crecían admirablemente alrededor de ellos. Y como a una mariposa, Ana sujetó el instante entre los dedos antes que desapareciera para siempre.Después, cuando todos se fueron y los chicos estaban acostados, ella era una mujer inerte que miraba por la ventana. La ciudad estaba adormecida y caliente. Y lo que el ciego había desencadenado, ¿cabría en sus días? ¿Cuántos años le llevaría envejecer de nuevo? Cualquier movimiento de ella, y pisaría a uno de los chicos. Pero con una maldad de amante, parecía aceptar que de la flor saliera el mosquito, que las victorias-regias flotasen en la oscuridad del lago. El ciego pendía entre los frutos del Jardín Botánico.¡Si ella fuera un abejorro del fogón, el fuego ya habría abrasado toda la casa!, pensó corriendo hacia la cocina y tropezando con su marido frente al café derramado.-¿Qué fue? -gritó vibrando toda.Él se asustó por el miedo de la mujer. Y de repente rió, entendiendo:-No fue nada -dijo-, soy un descuidado -parecía cansado, con ojeras.Pero ante el extraño rostro de Ana, la observó con mayor atención. Después la atrajo hacia sí, en rápida caricia.-¡No quiero que te suceda nada, nunca! -dijo ella.-Deja que por lo menos me suceda que el fogón explote -respondió él sonriendo. Ella continuó sin fuerzas en sus brazos.Ese día, en la tarde, algo tranquilo había estallado, y en toda la casa había un clima humorístico, triste.-Es hora de dormir -dijo él-, es tarde.En un gesto que no era de él, pero que le pareció natural, tomó la mano de la mujer, llevándola consigo sin mirar para atrás, alejándola del peligro de vivir. Había terminado el vértigo de la bondad.Había atravesado el amor y su infierno; ahora peinábase delante del espejo, por un momento sin ningún mundo en el corazón. Antes de acostarse, como si apagara una vela, sopló la pequeña llama del día.
Hablar de la obra de Clarice Lispector es hablar de uno de los mayores mitos de la literatura de la segunda mitad del siglo XX y a la vez es una invitación a conocer esa extraña mujer que a través de sus obras permite ver, cual si fuera un velo, rastros de su vida artística, de la incomprensible lógica de su mundo y su madurez que, envuelta en llamas, le augura una cercanía inexorable con la muerte.Chaya Pinkhasovna Lispector nació el 10 de diciembre de 1920 en Tchetchelnik, un pueblo ucraniano en medio del frío y la hambruna, y fue la tercera hija del matrimonio de una pareja de origen judío que huía en una época de convulsión social. Al año siguiente de su nacimiento, su familia tuvo que huir de los constantes pogromos antijudíos del Imperio Ruso, primero a la región de Moldavia y más tarde, en 1922 a la ciudad de Maceió (la capital del estado de Alagoas), donde vivían desde hace tiempo unos familiares suyos. Al llegar a Brasil, la familia cambió sus nombres: su padre, Pinkhas, se convirtió en Pedro, su madre, Mania, en Marieta, y ella, Chaya, recibió un nuevo nombre: Clarice.Tras vivir una década lejos de su tierra y despojada absolutamente de todo, la madre de Clarice, que había sido violada durante la Primera Guerra Mundial, murió de sífilis, misma enfermedad que había contraído desde que fue abusada. Sin embargo, aunque Clarice siempre supo sobre su origen, la muerte de su madre marcó en ella un profundo sentimiento de culpa que atravesaría su vida y su obra creativa como escritora. A los diez años, Clarice se mudó con su familia a Rio de Janeiro y gracias al empeño que había puesto el padre sobre su excepcional talento, pudo ingresar en uno de los reductos de la élite, la Facultad de Derecho Nacional de la Universidad de Brasil. Pese al esfuerzo, ella perseguí su sueño en las redacciones de los periódicos más prestigiosos y leídos de Brasilia.El mismo año en que publicó su primera historia conocida, "El triunfo", su padre muere, por lo que antes de cumplir los 20 años, Clarice ya era huérfana. Al año siguiente publicó "Cerca del corazón salvaje", por la que recibió el premio Graça Aranha como mejor novela. Aunque en 1943 Clarice se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, un viejo amigo al que conoció mientras estudiaba Derecho, acabó separándose de este en 1959, tras lo que ella siempre llamó "una aburrida vida de esposa perfecta". Durante este tiempo, viajó a Napoles donde fue voluntaria en los hospitales que atendían a soldados brasileños heridos en el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial.Pese a ser una incansable viajera, Clarice nunca se encontró acogida en algún otro lugar que no fuera Brasil. La lejanía con esa tropical tierra que le acogió cuando no superaba los cinco años de edad, despertó en ella un profundo letargo de depresión del que solo podía escapar dándole rienda suelta a su inquieta narrativa. Para 1949, Lispector publica "La ciudad sitiada", en 1952 publica "Algunos cuentos" y en 1954 se publicó la primera traducción al francés de "Cerca del corazón salvaje".Aunque se había afincado en Berna hacía algunos años atrás, Clarice decide regresar a Brasil en 1959, donde publicó "Lazos de familia", un libro de cuentos bastante aplaudido por la crítica, y un año más tarde la novela "La manzana en la oscuridad", que fue llevada al teatro años más tarde. Sin embargo, fue en 1963 cuando Clarice publicó la que es considerada su obra maestra, "La pasión según G.H.".Su inexpugnable personalidad era única: pocas veces se presentaba en las entrevistas, y si lo hacía, sus lacónicas y esquivas respuestas enfurecían al mundo. Para 1966, mientras la escritora dormía, un cigarrillo encendido en su dormitorio acabó por incendiarlo y a ella, por propinarle quemaduras en gran parte de su cuerpo. Aunque su mano derecho se vio muy afectada y por poco tuvo que ser amputada, nunca pudo recuperar su movilidad y como si fuera poco, el accidente acabó por afectar su estado de ánimo y las notables cicatrices en su cuerpo le causaron continuas depresiones.Clarice Lispector falleció en Río de Janeiro el 9 de diciembre de 1977 a los 56 años, en la víspera de su cumpleaños, víctima de un cáncer que no fue detectado a tiempo. Fue enterrada días después en el cementerio de Cajú y su lápida lleva su nombre en hebreo: Chaya Bat Pinkhas, “la hija de Pinkhas”.
Clarice Lispector es considerada una de las grandes escritoras brasileñas de la segunda mitad del siglo XX. Su estilo y prosa quebraron los moldes que existían en la época y abrieron un panorama para los detalles de la cotidianidad y los relatos en primera persona. Era distinta desde su pluma hasta su imagen y esa extrañeza se convirtió en su fuerza. Declaró siempre “No escribo para agradar a nadie” y marcó la tercera fase de la Generación del 45 en Brasil.Sin mayor apuesta que la honestidad y la escritura, Lispector sigue siendo una lectura pendiente y obligada. No en vano lleva un siglo conquistando lectores en todo el mundo. Lean aquí cinco poemas para recordarla, para hundirse y naufragar en sus libros.Es allí a donde voy, de SilencioMás allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy.La punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espalda magia: es allí a donde voy.En la punta del pie el salto. Parece historia de alguien que fue y no volvió: es allí a donde voy. ¿ O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas.Si continúan mágicas. ¿Realidad? Te espero. Es allí a donde voy. En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra “tertulia”, y no sé dónde ni cuándo.Al lado de la tertulia está la familia. Al lado de la familia estoy yo. Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí a dónde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe.Después de muerta es hacia la realidad adonde voy. Mientras tanto, lo que hay es un sueño. Sueño fatídico. Pero después, después de todo es real.Y el alma libre busca un canto para acomodarse.Soy un yo que anuncia. No sé de qué estoy hablando.Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien me dirá con amor mi nombre. Es hacia mi pobre nombre adonde voy. Y de allá vuelvo para llamar al nombre del ser amado y de los hijos. Ellos me responderán. Al fin tendré una respuesta. ¿Qué respuesta? La del amor. Amor: yo os amo tanto.Yo amo el amor. El amor es rojo. Los celos son verdes. Mis ojos son verdes tan oscuros que en las fotografías salen negros.Mi secreto es tener los ojos verdes y que nadie lo sepa. En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta.Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo. Yo al lado del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto. Oh, cachorro, ¿dónde esta tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.PerfecciónLo que me tranquilizaes que todo lo que existeexiste con absoluta precisión.Cualquier cosa del tamaño de una cabeza de alfilerno se desborda ni una fracción de milímetromás allá del tamaño de una cabeza de alfiler.Todo lo que existe es de gran precisión.Lástima que la mayor parte de lo que existecon esta exactitudes técnicamente invisible para nosotros.Lo bueno es que la verdad nos llegacomo un sentido secreto de las cosas.Terminamos adivinando, confundidos,sobre la perfección.Hora y tiempo para todo"¿Por qué hay mujeres que nunca se acuerdan de mirar el reloj cuando van a salir?Por eso es normal verlas, por la mañana temprano, camino de la oficina,ya cargadas de pinturas, joyas y perfumes, ostentando vistosos atuendos.No notan el ridículo que hacen.Otras, exagerando lo que pretenden que sea su sencillez, se presentan en cualquierlugar, en horario nocturno, a veces incluso en reuniones encasas particulares, con sandalias, faldas y blusas deportivas,cuando no con pantalones y los peinados menos indicados.Una mujer elegante no hace esto.Para ésta el lugar y la hora son factores importantes para la tarea de vestirse bien y presentarse bien.Tan importantes como la edad en relación con la moda, el maquillaje y el peinado.Si no quieres ser objeto de críticas irónicas, de risitas,antes de empezar a arreglarte, antes de elegir el peinado y el vestido que vas a llevar,mírate primero a ti misma: «¿qué edad aparento?».Después tu tipo: «¿no estaré un poco gorda (o delgada) para llevar esto?».Después el reloj.Todo esto, claro, después de haber decidido si vas a un lugar donde se exige ropa deportiva o traje de vestir.He venido a escribirte, es decir, a ser“En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. Pero la que canta. La que dice palabras.¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.Yo al lado del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy.Y me transmuto.Oh, cachorro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente.¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros”.
El 23 de abril de 1616 es un día histórico para la literatura universal, pues ese mismo día el mundo se despedía de tres grandes escritores, cuyas letras quedaron plasmadas en la historia y se siguen leyendo de generación en generación alrededor del mundo.Pese a que falleció un día antes, el 23 de abril en Madrid, España, fue el funeral de Miguel de Cervantes Saavedra, el novelista, poeta y dramaturgo más famoso del país europeo, reconocido principalmente por ser el autor de La Galatea (1585) y Don Quijote de la Mancha (1605).Mientras Madrid despedía a Cervantes, al sur de España, en Córdoba, fallece Inca Garcilaso de la Vega, cronista y escritor del período colonial español en América, quien nació en Cusco, Perú en 1539.Como si esa no fuera una gran coincidencia, ese mismo 23 de abril en Stratford-upon-Avon, Reino Unido falleció William Shakespeare, poeta, dramaturgo y escritor, uno de los más grandes de la historia, recordado, entre otros, por tragedias como Hamlet, Romeo y Julieta y Macbeth.Esta suma de momentos históricos hicieron que fuera el 23 de abril el día elegido para celebrar el Día Internacional del Libro. Una fecha proclamada por la Conferencia General de la UNESCO en 1995 con el fin de “rendir homenaje a los libros y a los autores y fomentar el acceso a la lectura para el mayor número posible de personas”.Para acompañar esta conmemoración, en la HJCK le recomendamos cinco novelas históricas que, además de ser ricas en su narración, reviven importantes momentos ocurridos alrededor del mundo y transportan al lector a ambientes que quizás hoy parecen ficción, pero son parte de la memoria.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.“El barracón de las mujeres” (2024) Iniciamos esta lista con una novela reciente, de la escritora, investigadora e historiadora española Fermina Cañaveras. Esta novela relata la historia de las mujeres españolas que fueron obligadas a prostituirse en el campo de concentración de Ravensbrück al norte de Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.“Personajes reales y ficticios, un horror inimaginable, pero también amistad, resistencia y fraternidad componen esta novela de la que no se sale inmune sobre los perdedores de la guerra de España y su exilio a infiernos donde la crueldad es incomprensible incluso desde la más profunda de las insanias”, reza la sinopsis de esta historia que narra en primera persona la búsqueda de la historia de esas mujeres, víctimas de la guerra.“El dios de la lluvia llora sobre México” (1939)Esta novela, que cuenta la historia de México, fue escrita por el escritor y periodista húngaro László Passuth. Esta narración se remonta al México de la época precolombina hasta la Revolución Mexicana del siglo XX, centrándose especialmente en la conquista española y el período colonial.A través de la trama, Passuth explora los eventos clave de la historia mexicana, como la caída de Tenochtitlán ante los conquistadores españoles liderados por Hernán Cortés, la lucha por la independencia, y los conflictos sociales y políticos que culminaron en la Revolución.“Shogun” (1975)En tendencia por estos días, gracias a la serie homónima estrenada este año por Disney+, Shogun es una mezcla de ficción histórica y aventura, ambientada en el Japón feudal del siglo XVII.Escrita por el novelista y guionista australiano James Clavell, esta obra sigue a un marinero inglés llamado John Blackthorne, quien naufraga en las costas de Japón y se ve envuelto en la política y las intrigas del país durante el periodo conocido como el "Período Sengoku", una época de guerra civil y luchas por el poder entre los señores feudales.“Sinuhé, el egipcio” (1945)De la autoría del escritor finlandés Mika Waltari, esta novela histórica se desarrolla en el antiguo Egipto durante el reinado de Amenhotep III y Akenatón, aproximadamente en el siglo XIV a. C.La historia está narrada en primera persona por el protagonista, Sinuhé, un médico egipcio que narra su vida desde su nacimiento hasta su vejez. La trama sigue los eventos de la vida de Sinuhé, desde su crianza como hijo adoptivo de un noble egipcio hasta sus aventuras como médico y viajero por tierras lejanas, incluyendo Mesopotamia y la región de Canaán."Historia de dos ciudades" (1859)Cerramos esta lista con una novela clásica del escritor británico Charles Dickens ambientada en Londres y París durante la época de la Revolución Francesa, recordado como un período de agitación política y social en Europa.La historia sigue las vidas de varios personajes, incluyendo al honorable Charles Darnay, un aristócrata francés que renuncia a su título nobiliario por convicción personal; Sydney Carton, un abogado inglés alcohólico y desilusionado que se encuentra en un estado de desesperación; y Lucie Manette, una joven francesa cuyo destino está entrelazado con el de los otros personajes.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Tampoco se definieron abiertamente sobre la disciplina que querrían ver reconocida en esta edición, la cuadragésimo cuarta, después de que el pasado año el premio fuese para la actriz estadounidense Meryl Streep y, un año antes, para la cantaora de flamenco Carmen Linares y la bailaora María Pagés (España).Según el presidente del jurado, el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, es el año con "mayor número de candidaturas, muy diversas, muy abiertas" y con un alto nivel.Por este motivo, las deliberaciones van a ser muy interesantes para decidir entre las diferentes opciones del arte, "que no solo contempla las disciplinas más tradicionales".Arquitectura, arte, música, fotografía, música, teatro, danza o cine se encuentran representadas en la lista de candidatos, de la que solo ha trascendido la de la Comédie-Française de entre los catorce miembros que integran el jurado, que habitualmente evita dar nombres.En ocasiones anteriores, el jurado premió la trayectoria de cineastas como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Woody Allen, de músicos de la talla de Paco de Lucía y Bob Dylan o de arquitectos reconocidos como Norman Foster.Según el director español de cine y guionista Sergio Gutiérrez Sánchez, dado que este premio es el más amplio de todos los Princesa de Asturias "hay que intentar repartir cada año" y más en una edición en la que hay "nombres muy potentes e increíbles, algunos de ellos que se van repitiendo año tras año".💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.El Princesa de las Artes está destinado a reconocer "la labor de creación, cultivo y perfeccionamiento de la arquitectura, la cinematografía, la danza, la escultura, la fotografía, la música, la pintura, el teatro y otras manifestaciones artísticas".Y será el primero de los que ocho que conceda la Fundación Princesa de Asturias en la ciudad española de Oviedo durante las próximas semanas.Los otros serán de Comunicación y Humanidades, Ciencias Sociales, Deportes, Letras, Cooperación Internacional, Investigación Científica y Técnica y Concordia.El acto de entrega se celebra el mes de octubre en una solemne ceremonia presidida por los reyes de España en el Teatro Campoamor de Oviedo, acompañados de la princesa Leonor, heredera del trono, y su hermana, la infanta Sofía.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Han pasado 32 años desde la inauguración del primer Festival Internacional de Poesía de Bogotá, un catalizador para la promoción de la lectura y el pensamiento, especialmente entre los jóvenes. Este año, el festival llega en su 32° edición que se celebrará entre el 29 de abril y el 5 de mayo con invitados nacionales e internacionales.“Esta versión no solo celebra la riqueza de la poesía, sino que amplía su enfoque para abrazar la interacción entre esta y otras formas de arte, creando un diálogo vibrante entre diferentes expresiones creativas bajo el lema: la poesía en las artes”, explica la organización del evento, que está a cargo de la Corporación para la Promoción de las Artes y las Letras Ulrika y la Revista Ulrika. A Ulrika, en este evento también se suma el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y su Programa Nacional de Concertación.Con el propósito de mostrar lo interdisciplinario de la poesía en las artes, la programación del festival para este año incluye espacio de reflexión sobre la escritura poética y la música, el teatro, la cinematografía y hasta la traducción, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo los diversos campos artísticos pueden enriquecerse mutuamente. Además, se llevarán a cabo lanzamientos de libros, eventos musicales, proyecciones audiovisuales, conversatorios, lectura de poemas, mesas redondas, performance y más.Para asistir tenga en cuenta los lugares en los que puede ingresar a las actividades y charlas sin costo alguno, y en los que hay un pago, como es el caso de Corferias, donde los eventos se enmarcan en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo), por lo que el valor es el mismo de ingreso a la feria.Además de la FilBo, también serán parte de la programación: el Centro Cultural Gabriel García Márquez, el Teatro Delia Zapata, Las Universidades Pedagógica y Javeriana, la Biblioteca Nacional, el Instituto Caro y Cuervo, La Cinemateca Distrital, el Planetario Distrital y el Centro Cultural Español Reyes Católicos, entre otros. También habrá espacios virtuales para participar y escuchar poesía.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Por otro lado, la selección de los invitados estuvo guiada por un riguroso proceso de curaduría que valoró tanto la habilidad técnica como la capacidad de los poetas para conectar con su audiencia. Rafael del Castillo, poeta y director del evento, enfatizó que la poesía es un acto de amor y libertad, que ofrece no solo belleza estética, sino también herramientas críticas para examinar y afinar las realidades del mundo.Entre los invitados internacionales destacados se encuentran Roberto Alifano, Griselda Dominelli, Sergio Abaldi, de Argetina; el chileno Ivo Maldonado; de Eslovaquia, Martin Solotruk; las españolas Luis María Marina y Elena Barreras y el italiano Claudio Pozzani.En cuanto a los participantes colombianos se destacan nombres como Víctor Gaviria, Rafael Urrea, Orietta Lozano, Carlos Palacio, Ángela Mavisoy, Águeda Pizarro, Mulato Bantú y Elsa Cristina Posada. Además, como ya es costumbre, se rendirá homenaje a un escritor colombiano, en esta oportunidad, a Patricia Ariza, reconocida mujer de las artes y las letras. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Poesía Bogotá (@poesiabogota) Eventos recomendados del Festival Internacional de Poesía de BogotáAunque la programación completa del festival la pueden encontrar en la página oficial del festival, en la HJCK le recomendamos algunos de los eventos destacados de cada día:Lunes 29 de abrilLectura de poemasParticipan: Rosaura Mestizo y Eugenia Sánchez Nieto (Colombia); Rudy Cifuentes (Venezuela). Presenta: director taller de la Biblioteca del Instituto Penitenciario. Coordina: Rosaura Mestizo (revista Ulrika).📍 Cárcel de Mujeres El Buen Pastor🕒 9:00 a. m.Martes 30 de abril¿Para qué la poesía hoy?Participan: Griselda Dominelli (Argentina), Ángela Mavisoy (Nación Kamënstá, Colombia), Adriana Hoyos (Col/España), Roberto Alifano (Argentina), Luis María Marina (España). Presenta: Luis Araújo (Valledupar, Colombia)/John Fitzgerald Torres (revista Ulrika). Coordina: Rafael Del Castillo (director del FIPB).📍 FILBo, Sala María Mercedes Carranza🕒 11:30 a. m.“La poesía en las artes I” - Saludo a Patricia Ariza, artista homenajeada 2024Participan: Patricia Ariza (poesía; Colombia), Ángela Mavisoy, Pablo Cuarán y Eisen Ramos Jacanamejoy (Ainán, Poesía Sonora; Nación Kamëntsá, Colombia), Luis María Marina (poesía; España), Rudy Cifuentes (poesía; Venezuela), Miguel Iriarte (poesía; Colombia), Juan Carvajal Franklin y Lolo López (performance, Colombia), Mauricio Guapacha (música; Colombia). Presentan: Luz Mary Giraldo y Darío Sánchez Carballo (revista Ulrika).📍 FILBo, Carpa Cultural🕒 2:30 p. m.Instalación oficial 32 Festival Internacional de Poesía de Bogotá “La poesía en las artes I”Participantes: Sergio Abaldi (performance; Argentina), Patricia Ariza (poesía; Colombia), Ángela Mavisoy & Ainán – Poesía Sonora (poesía y música; Nación Kamëntsa, Colombia), Adriana Hoyos (poesía; Col/España), Los Camándulas (música campesina, Colombia), entre otros.📍 Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella🕒 7:00 p. m.Miércoles 1° de mayoProyección audiovisual y conversatorioProyección del documental Entre montañas [lecturas de José Manuel Arango] de Santiago Herrera. Participan: Víctor Gaviria, Gustavo Adolfo Garcés (Medellín, Colombia, presencial), Santiago Herrera (virtual). Presenta y coordina: Fabián Rodríguez (revista Ulrika).📍 Centro Cultural Gabriel García Márquez🕒 4:00 p. m.Jueves 2 de mayoPoesía y pinturaParticipan: José Ángel Leyva (México), Adriana Hoyos (Col/España), Ramón Cote (Colombia), Roberto Alifano (Argentina), Marisol Bohórquez (Col/EE.UU.). Coordina y presenta: Darío Sánchez Carballo (revista Ulrika).📍 FILBo, Sala María Mercedes Carranza🕒 11:30 a. m.Mesa: poesía, artes visuales y escrituras expandidasInvitados: Sergio Abaldi (Argentina), Claudio Pozzani (Italia). Participan: Laura Angélica Rodríguez Silva (coordinadora, Licenciatura en Artes Visuales), Diego Germán Romero Bonilla (docente Anamorfosis, semillero de investigación en género, memoria y escrituras expandidas).📍 Universidad Pedagógica Nacional🕒 5:00 p. m.Conversatorio: Las entrevistas y charlas de Alifano con Borges, Sábato, Neruda, Parra, Fellini y GaboParticipan: Roberto Alifano (Argentina), Luz Mary Giraldo y John Fitzgeral Torres (Colombia). Presenta: Armando Rodríguez Ballesteros (revista Ulrika).📍 Biblioteca Nacional🕒 5:00 p. m.Viernes 3 de mayoProyección audiovisual y conversatorio: dos cortos de Víctor GaviriaCortos: Buscando tréboles y Los cuentos de campo Valdés. Participan: Víctor Gaviria (Colombia), Rafael Urrea (Colombia), Alejandro Rey (Colombia) y Nelson León (Colombia). Coordina y presenta: Darío Sánchez Carballo (revista Ulrika).📍 Cinemateca de Bogotá🕒 6:00 p. m.Sábado 4 de mayoLectura de poemasParticipan: Malena Luján (Uruguay), Stéphane Chaumet (Francia), Darío Sánchez Carballo y Elizabeth Córdoba (Colombia). Músico invitado: Mulato Bantú (Colombia). Presenta: Luisa Zuluaga.📍 Biblioteca Pública Usaquén🕒 3:00 p. m.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En una ceremonia presidida por Felipe VI y la reina Letizia, el autor, nacido en León en 1942, repasó su vida literaria, sus lecturas y su escritura desde niño en el discurso posterior a recibir el galardón en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).En presencia del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, otras autoridades y personalidades de la cultura, el escritor reconoció su "precaria incapacidad para escribir" lo que le pasa."Lo que en mi existencia sucede, lo que mi biografía propone, nada me interesa menos que yo mismo, y lo digo con una radicalidad sospechosa", aseguró el autor de obras como 'La fuente de la edad', ‘La ruina del cielo' y la trilogía ‘El reino de Celama’El escritor y miembro de la Real Academia Española, creador del mítico territorio de Celama, indicó que contar la vida ha sido siempre su aspiración, que ha vivido la literatura en la "conquista de lo ajeno" y que Don Quijote llegó a él de niño como un héroe "entrañable".Hasta que comenzó a saber que se trataba más bien de un "antihéroe" al que se fueron pareciendo sus propios personajes, que son, más bien, "héroes del fracaso".Precisamente, el autor recibió el Cervantes por “ser uno de los grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino, escritor frente a toda adversidad, creador de mundos y territorios imaginarios”, según destacó el jurado en su momento.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Es el único que ha recibido en dos ocasiones el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica y que tiene también el Nacional de las Letras de España.Vestido con chaqué, que como confesó ayer a los periodistas está acostumbrado a llevar en ocasiones por ser académico pero que a veces le recuerda al conde Drácula, el escritor recordó que, desde niño, tuvo necesidad de escribir para contar lo más ajeno a lo que le sucedía y cómo esto le producía un efecto beneficioso.Don Quijote, compañero de infancia y de creación Y "el libro que escuché con mayor deleite y aprovechamiento, en alguna de aquellas versiones apropiadas de nuestros clásicos, fue Don Quijote de la Mancha, y puedo recordar muy bien la mañana de su primera lectura", recordó Luis Mateo Díez.El hidalgo manchego llegó para quedarse, y poco a poco, en el mundo que fue creando como escritor, los seres de ficción tenían "una incierta imagen quijotesca, una atrabiliaria fisonomía de perdición y extravío, en la que no era accidental la fragilidad de su voluntad luchadora por la vida, el afán de vivirla y sobrellevarla con el rendimiento de la generosidad".No obstante, matizó, sus personajes, que no le pertenecen, tienen "una incierta heroicidad, tan cervantina y quijotesca, en aras de una imaginación liberadora y redentora, siendo, acaso, héroes del fracaso". "A ellos vivo entregado, ya que son ellos quienes me salvan a mí", enfatizo el premio Cervantes.Ahora, literariamente, se encuentra "con la inquietud de un octogenario de salud razonable, y conciencia de las ausencias correspondientes, ya que la edad que procura supervivencia hace irremediable a la vez el curso de las desapariciones".“Un formidable creador de mundos imaginarios”Felipe VI ensalzó la figura de Luis Mateo Díez como “un formidable creador de mundos y de territorios imaginarios”, que corrobora, con su escritura, que “la ficción es una parte imprescindible de la existencia”.“Un novelista excepcional” que acrecienta “el legado de los grandes fabuladores de la literatura universal”, destacó el rey.Además de su “calidad artística y dominio del lenguaje”, del escritor español destacó que haya practicado todos los géneros literarios con maestría, de ahí que “la hibridez sea un rasgo sobresaliente” a lo largo de su trayectoria.“Novelas construidas a base de cuentos, ensayos intercalados de relatos o viceversa, fábulas unificadas en un ciclo y narraciones autónomas que agrupadas constituyen un sugerente mosaico narrativo”, sintetizó.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Se trata de un cuadro con el que puede haber sorpresas, siempre que han aparecido cuadros de Klimt en subastas, se han conseguido muy buenas subidas. Lo que podemos decir es que el precio de estimación está fijado moderadamente", explica a Claudia Mörth-Gasser, de im Kinsky, la casa de subastas vienesa que organiza la venta.El retrato de la señorita Lieser es una de las piezas en las que Klimt estaba trabajando cuando murió, en febrero de 1918, a los 55 años.Se sabe que el pintor recibió 10.000 coronas como adelanto y se estima que habría recibido otras tantas al entregar la pieza terminada. Hoy día, esas cantidades equivalen a unos 120.000 euros.Perseguidos por los nazisEl cuadro fue encargado por los Lieser, una familia de empresarios judíos que sufrieron el expolio y la persecución de los nazis cuando Austria se unió al Reich alemán en 1938.A la obra se le pierde la pista en 1925, año del que es una foto en blanco y negro tomada para los preparativos de una retrospectiva de Klimt celebrada al año siguiente, y en la que ni se sabe si llegó a exponerse.Ahora se sabe que en un momento indeterminado fue vendido y que desde la década de 1960 estuvo en una mansión a las afueras de Viena.Varios miembros de la familia tuvieron que huir de Austria durante el nazismo y Lilly Lieser, una conocida mecenas, fue asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz.Tras la II Guerra Mundial, sus hijas volvieron a Austria y reclamaron los bienes confiscados por los nazis, pero el cuadro no se menciona en esa petición.Hace 18 meses, Ernst Ploil, uno de los gerentes de im Kinsky y perito experto en arte, recibió la llamada de alguien que contó haber heredado el cuadro y pidió ayuda para subastarlo.La casa de subastas inició una profunda investigación que ha concluido que no hay pruebas de si la obra fue expoliada o no entre 1938 y 1945, durante la dictadura nazi en Austria.Por eso, cuenta Ploil, la casa planteó al actual propietario la condición de llegar a un acuerdo con los herederos de los Lieser.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Repartir lo recaudado"El acuerdo es que subastan juntos y distribuyen lo recaudado", resume Ploil, quien afirma que de esa forma se supera cualquier posible injusticia y da seguridad jurídica.Este abogado describe este trato como un ejemplo de buenas prácticas, en un país que hasta hace relativamente poco tiempo puso muy difícil a los descendientes de víctimas del nazismo recuperar lo robado.Mörth-Gasser adelanta que la subasta ha despertado interés internacional y que es difícil saber cómo será la dinámica mañana, pero confía en el que el hecho de que el valor estimado sea tan "moderado" puede contribuir a que suban las pujas.Algo que añade interés al retrato es que no se sabe quién es la modelo, pero se cree que puede ser la sobrina de Lilly Lieser o, más probablemente, una de sus hijas.Sea quien sea, dice Mörth-Gasser, "tiene una presencia increíblemente cautivadora, un atractivo y una belleza juvenil sencillamente encantadores".Mörth-Gasser destaca cómo Klimt captura en los ojos, en el brillo de las pupilas, la esencia de la modelo, y cómo es capaz de transmitir que es alguien que "tiene aún el mundo por delante" y una mirada abierta sobre la vida. Además, el valor artístico de la obra es enorme.Un salto estilísticoSe considera que es un cuadro inconcluso, aún sin firmar y con un fondo en rojo sobre el que se estima que el pintor iba aún a trabajar.Pero es justo eso lo que, según esta experta, eleva la modernidad y la expresividad de la pieza, y adelanta una nueva etapa creativa."Me da la sensación de que si hubiera vivido otros cinco años se habría convertido en pintor abstracto y se habría orientado hacia Picasso", coincide Ploil.Klimt sigue siendo uno de los artistas más cotizados. En junio de 2023 su Dama con Abanico se subastó por 99,2 millones de euros (107,5 millones de dólares), y se convirtió en la obra de arte más cara vendida nunca en Europa.Serpientes de agua II llegó a los 187 millones de dólares en una venta privada en 2013, y sigue estando entre los diez cuadros más caros de la historia.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.