Con libros y pancartas cientos de miles de estudiantes y ciudadanos de Argentina salieron a las calles de Buenos Aires, y al menos catorce provincias, para exigir el derecho a la educación y protestar frente a los recortes presupuestales a la educación superior del Gobierno presidido por Javier Milei.“Hasta mayo o junio podemos funcionar con muchos recaudos y cuidando el dinero”, dijo Ricardo Gelpi, rector de la Universidad Buenos Aires, una de las más prestigiosas de ese país durante una entrevista en la emisora local Radio Mitre el 29 de marzo.Estas declaraciones se enmarcan en la crisis financiera que vive el sector de la educación superior argentina tras el anuncio del Gobierno en el que les asignó el mismo presupuesto que en 2023.Aunque no suene una medida “extrema”, si se tiene en cuenta la inflación de ese país, el anuncio significa una reducción de más del 60 % en el presupuesto de las universidades públicas del país.Las calles de Buenos Aires al unísono de "La UBA no se vende, la UBA se defiende" nos recuerda parte de la historia del país de Mercedes Sosa. Episodios oscuros de violencia y represión que marcaron a la Argentina, como la dictadura militar que se instauró en 1976, rememoran el poder que ha tenido el arte y la música para resistir, antes, frente a la violencia estatal, violencia física y ahora, frente al riesgo que se manifiesta en medidas políticas.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.En enero de este año, se dio a conocer una carta titulada “La cultura está en peligro”, en la que Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Claudia Piñeiro y Leonardo Sbaraglia y más de 20.000 argentinos rechazan las reformas en el sector cultural impulsadas por Milei, otro de los sectores afectados por su política presupuestal de “motosierra”."La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural", se lee en la misiva.Ese pedido por preservar su identidad a través de la cultura, de hacer memoria y de ser también lo han manifestado en su arte y en sus canciones. Piero, María Elena Walsh y Charly García son solo algunos de los artistas que han entregado mensajes que se oponen a la violencia y represión, que recuerdan su historia y que la gente ha adoptado como suyas. Sus letras son himnos a través de los que Argentina ha construido una memoria colectiva, estas son algunas de las más representativas.“Como la cigarra” (1973), María Elena WalshEsta obra es una de las canciones más icónicas de la reconocida compositora, escritora y cantante argentina María Elena Walsh. Su letra está cargada de metáforas poéticas que hablan sobre la fuerza del espíritu humano y la capacidad de renacer a pesar de las adversidades.Pese a que fue publicada en 1973, no fue popular de inmediato, durante la dictadura militar argentina fue prohibida y a la par que la represión crecía, el significado de esta canción cambiaba para representar la situación del país. Walsh fue exiliada, al igual que Mercedes Sosa, quien la grabó en 1978, convirtiéndola en un himno.“Para el pueblo lo que es del pueblo” (1973), PieroLa letra de está canción es una crítica a la injusticia social, la opresión y la desigualdad. Piero habla de la pobreza, la represión política y la lucha de clases, instando a la población a levantarse contra la injusticia y reclamar lo que legítimamente les pertenece. Al igual que el álbum homónimo del que hace parte, fue prohibido durante la dictadura militar, y al igual que muchos artistas, tuvo que exiliarse. Solo hasta 1983, cuando regresó la democracia a Argentina, el disco fue reeditado.“Los dinosaurios” (1983), Charly GarcíaUna metáfora, en los años en los que Argentina vivió los últimos días oscuros de la dictadura militar, García hablaba de la desaparición de los dinosaurios, también de la desaparición de seres queridos, de los amigos del barrio o de los cantores de radio. Todo está dicho.“Sobreviviendo” (1984), Victor HerediaLa letra de esta canción relata la experiencia de un pueblo que ha sufrido la opresión y la violencia, pero que aún así encuentra la fuerza para resistir y seguir adelante. La canción es un testimonio de la lucha y la perseverancia del pueblo argentino en tiempos de adversidad, y al igual que varias de las canciones de esta lista, solo pudo ver la luz una vez terminaron los años de censura.“Nunca más” (2005), Teresa ParodiLa necesidad de seguir alzando la voz y manifestarse, en la calles, en la academia, o en la música la manifestó acertadamente Teresa Parodi, cantante y la primera ministra de Cultura de Argentina en una entrevista con el medio uruguayo Brecha, en octubre de 2023:“Quizás nosotros nos creímos que había cosas sobre las que ya no había necesidad de seguir hablando. Es muy ahora lo que nos pasa como para pensarlo en perspectiva, y quizás tenga que pasar un poco de tiempo para mirar más de lejos esta situación, pero creo que tiene que ver con que, a lo mejor, dejamos de repetir algunas cosas. Que existieron las torturas, los centros clandestinos. Que la democracia, si bien tiene 40 años, es algo nuevo. Y aunque estén las madres y las abuelas, aunque aparezcan los nietos recuperados, la militancia no debe parar nunca”.“Desapariciones” (1992), Los Fabulosos CadillacsQue alguien me diga si ha visto a mi hijoEs estudiante de pre medicinaSe llama Agustín y es un buen muchachoA veces es terco cuando opinaLo han detenido, no sé qué fuerzaPantalón blanco, camisa a rayasPasó anteayerEn 1984 Rubén Blades presentó Desapariciones, una canción habla del dolor de los secuestros, las desapariciones y los asesinatos extrajudiciales que aún hoy siguen siendo una realidad de muchos de los países sudamericanos.Caso tras caso, la letra de esta canción habla del dolor de las personas buscadoras, y en la voz de Vicentico y los Fabulosos Cadillacs, quienes hicieron su versión en 1992, nos remonta a la lucha incansable de las Madres de Plaza de Mayo por recuperar a los desaparecidos.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
De ser leído como un sistema —es decir, un conjunto ordenado de principios— el rock Argentino es un completo sistema solar. Grandes estrellas, estrellas fugaces, voces y cantoras que han quedado suspendidas en las alturas con la suavidad de las nubes y siempre, algo más, alguien más. Arriba de todo un estruendo atraviesa el cielo. El destello luminoso cruza en una diagonal perfecta la bóveda oscura y parece no apagarse, pero su caída queda registrada en un extremo de la línea del horizonte. Parece fugaz, pero en cambio, es un todo fenómeno en el cielo y es Charly García.Carlos Alberto García nació el 23 de octubre de 1951 en Argentina. Decir que es músico redunda con la obviedad, Charly García más que ser un cantante, compositor, vocalista y multinstrumentista, ha sido un hombre destinado a ser canción como si se tratara de su único lenguaje, la mejor forma de habitar el planeta y no siendo esto suficiente, se le encargara a ese hombre de bigote a blanco y negro, mostrarle al mundo su historia a través del sonido.Su encuentro con la música fue temprano y definitivo: Charly García no iba a ser un buen músico, tampoco una gran estrella, él iba a ser el eterno presente, el compositor atemporal. A los cinco años era un niñito que, con las manos puestas en el piano, viajaba a través de la música de los siglos XIV, XV y XVI. Hecho uno con su instrumento, García parecía invocar a Bach, Mozart y Chopin en cada recital, gracias a un oído afinado que le ha permitido —hasta el presente— convertir todo lo que lo rodea en un sonido en potencia.Su deseo de querer oír el mundo entero lo llevó, en 1969, a The Beatles. Ese sonido en conjunto, experimental todavía, despertó una sensación de vacío en el escenario para García. Ya no se trataba de grandes teatros y silencio hasta el final, para finalmente ser aplaudido. No. Ahora quería colectividad y ruido, gente gritando desde el otro lado del micrófono sus canciones, pidiendo más y más. La primera búsqueda del fuego.La primera chispa fue Sui Generis —único en su tipo—, una banda de amigos junto a Nito Mestre con quien empezó el camino de la música que ya jamás dejó de buscar terreno. El dúo marcó a toda una generación desde dos frentes: como oyentes y como músicos a la vez.Muchas primeras veces vinieron de esa combinación García/Mestre: conciertos en Luna Park, discos, colaboraciones con otros artistas que aunque sumaron al proyecto no lograron quedarse, como si se tratara de un lugar inaccesible. Nadie más pudo ser parte de Sui Generis porque esos lugares estaban destinados y reservados para solo dos. Desde las letras de la banda, fue la primera vez que García dio indicios de su forma de escribir canciones que no podrían tener otra forma, sino de rayo. Directo e incisivo se decidió por cantar “Quizás porque no soy un buen soldado, dejo que ataques de frente y costado, cuando discutimos de nuestros proyectos”, aunque los militares se pasearan por los alrededores de los lugares en los que cantaban.Pero cuando la fórmula parecía ser descifrada, una nueva piel envolvía a Charly García. Navegando en en otra sensación, pero siempre con la inquietud de ver lo que sucedía en su entorno, García hizo equipo una vez más y formó Serú Girán, otra superbanda junto a David Lebón, Pedro Azanar y Óscar Moro. Era 1982. La particularidad de la banda vino con el concepto y la escenografía, en medio de una dictadura que parecía oscurecer todo y viendo morir soldados jovencitos en la Guerra de las Malvinas.Cinco álbumes inmortalizaron la banda en la historia del rock latinoamericano: “Music Hall”, “La grasa de las capitales”, “Bicicleta”, “Peperina” y “Serú ‘92”. Y dieron forma a sus tiempos interrumpidos de existencia que finalizó en 1992.Toda esa década fue el inicio de un gran temblor en la vida de García. Las adicciones y el peso de una mente que nunca para hicieron lo propio y fueron el derrumbe, el salto al precipicio que dio en 2008, desde una ventana en un noveno piso, luego de un concierto junto a Mercedes Sosa, con quien colaboró varias veces y construyó una amistad que se basó en el cuidado. Poco a poco y gracias a los amigos que le salvaron la vida, Charly García se mantuvo en pie, dando tumbos, claro, pero nunca se apagó.La música fue, de nuevo, su cerillo y su fuego. Con los 90 por delante volvió al ruedo. Llegaron “Los días de exceso,”, “La era de say no more” y “Random”, y la fuerza de Charly García apareció de nuevo para el mundo.Aún hoy, 70 años después de aterrizar en la tierra, Charly García sigue siendo un fenómeno del cielo, un animal de origen. Su fuego ha atravesado y destruido todo a su paso, sobre todo a él mismo, pero ha sido el hueco del génesis, la promesa de la no repetición del estilo. “Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer” y después de que todo acabe, Charly García va a seguir porque él es el meteorito.
"Treinta y cinco años después de ganar el premio a la mejor actriz por 'Evil Angels' (Un grito en la oscuridad', 1988), su única aparición en el Festival de Cannes hasta la fecha, hará su esperado regreso a la Croisette", celebró el certamen francés en el mensaje.Meryl Streep se declaró "extremadamente honrada" de recibir la Palma de Honor, un homenaje que en esta edición también se concederá al realizador George Lucas y al Estudio Ghibli."Para la comunidad internacional de artistas ganar un premio en Cannes siempre ha representado la máxima distinción en el arte cinematográfico. Estar a la sombra de los que ya han ganado es a la vez humilde y emocionante. Estoy impaciente por ir a Francia este mayo para dar las gracias a todos en persona", dijo Streep, según el comunicado.La protagonista de títulos como 'Out of Africa' ('Memorias de África'), 'The Bridges of Madison County' ('Los puentes de Madison') o 'Sophie's Choice' ('La decisión de Sophie') fue elegida por su presencia en "innumerables obras maestras" a lo largo de cinco décadas de cine, en palabras de Iris Knobloch y Thierry Frémaux, la presidenta y el director artístico del Festival, y por formar parte "del imaginario colectivo".💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Con tres premios Oscar y una cifra récord de 21 nominaciones, Streep "utiliza su intuición y su trabajo duro para reinventarse con cada aparición" en pantalla, destacó también el Festival al hacer un repaso de su extenso currículum, que incluye igualmente películas como 'Mamma Mia!', 'Kramer vs. Kramer' ('Kramer contra Kramer') o 'The Devil Wears Prada' ('El diablo viste de Prada').Además, "a lo largo de toda su carrera", Meryl Streep "no ha temido denunciar públicamente la precariedad de las mujeres en la industria del cine" y ha sido consciente de los desafíos que rodean a la "representación de las mujeres en el cine", añadieron las fuentes.Es por eso que ella ha encarnado, "deseosa" de retratar a las mujeres en "toda su complejidad y fragilidad", papeles en todo tipo de registros y géneros cinematográficos, desde el drama al musical o la comedia.Recientemente lo hizo en la vertiente más familiar y de época en la adaptación de 'Little Women' ('Mujercitas', 2019) dirigida por Greta Gerwig, quien será precisamente la presidenta del jurado de la competición oficial de Cannes, donde este año se medirán figuras como Francis Ford Coppola, Yórgos Lánthimos, Paolo Sorrentino o David Cronenberg."Dos mujeres, dos generaciones, dos exigencias y una misma pasión por el Séptimo Arte reunidas en el escenario del Gran Teatro Lumière", indicó el Festival en referencia a la gran gala de apertura del 14 de mayo, en la que también se estrenará la película 'Le deuxième acte' ('El segundo acto'), del director francés Quentin Dupieux.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Era ingenua, pero había imaginado que yo sería la persona que anunciaría la muerte de mi marido, Paul Auster. Murió en casa, en una habitación que le encantaba, la biblioteca, una habitación con libros en todas las paredes desde el suelo hasta el techo, pero también con altas ventanas que dejaban entrar la luz. Murió con nosotros, su familia, a su alrededor el 30 de abril de 2024 a las 18:58. Algún tiempo después, descubrí que incluso antes de que se llevaran su cuerpo de nuestra casa, la noticia de su muerte circulaba por los medios de comunicación y se habían publicado obituarios. Ni yo, ni nuestra hija Sophie, ni nuestro yerno Spencer, ni mis hermanas, a las que Paul quería como a sus propias hermanas y que fueron testigos de su muerte, tuvimos tiempo de asimilar nuestra dolorosa pérdida. Ninguno de nosotros pudo llamar o enviar un correo electrónico a sus seres queridos antes de que empezaran los gritos en línea. Nos robaron esa dignidad. No conozco la historia completa de lo sucedido, pero sé una cosa: Está mal.Paul nunca abandonó Cancerlandia. Resultó ser, en palabras de Kierkegaard, la enfermedad de la muerte. Tras el fracaso de los tratamientos, su oncólogo le ofreció quimioterapia paliativa, pero él dijo que no y pidió un hospicio en casa. Muchos pacientes sufren los estragos del tratamiento contra el cáncer, y algunos se curan, pero lo que el mundo de la medicina llama educadamente "efectos adversos" se convierte fácilmente en una realidad en cascada de una crisis tras otra, causada, no por el cáncer, sino por el tratamiento. Las inmunoterapias, que actúan a nivel molecular, pueden ser especialmente peligrosas. Un "efecto" puede poner en peligro la vida y exigir una intervención drástica, que a su vez provoca otro efecto potencialmente mortal, que exige una nueva intervención, y el cuerpo agredido se debilita cada vez más.Paul ya estaba harto. Pero nunca, ni con palabras ni con gestos, dio muestras de autocompasión. Su valor estoico y su humor hasta el final de su vida me sirven de ejemplo. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que era poco probable, y sonrió.Paul era, sobre todo, un contador de historias. Escribía muchas historias, tanto ficticias como reales, pero también le encantaba contarlas, y a veces me divertía ver cómo, cuando nos sentábamos juntos en la consulta de un médico tras otro en estos dos últimos años, se ponía en modo narrador, volvía atrás para preparar el escenario y luego avanzaba con la fascinante historia de su propia enfermedad. Yo, en cambio, soltaba preguntas concisas sobre procesos biológicos que necesitaban aclaración. Muchas veces, como esperaba, los médicos no tenían respuestas.Los dejo con la última frase de la última novela de Paul, Baumgartner. No fingiré que cuando me la leyó no sentí la gravedad de su significado. Entonces estaba enfermo, sufría fiebres todas las tardes y, aunque aún no le habían diagnosticado cáncer, yo tenía la potente sensación de que a él y a mí no nos quedaba mucho tiempo juntos, pero observen la ambigüedad, la suave ironía, el rechazo de lo definitivo, lo absoluto, lo rígido o categórico. El querido anciano de Paul ha tenido un accidente de coche: "Y así, con el viento en la cara y la sangre aún goteando de la herida de su frente, nuestro héroe sale en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, comienza el capítulo final de la saga de S.T. Baumgartner".💬Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.No olvidemos que detrás de nuestros inventos técnicos y de las redes sociales hay seres humanos, que los fallos nos pertenecen, no a las máquinas, por mucho que la tecnología ayude a la simplificación. Una máquina no gritó la noticia de la muerte de Paul antes de que yo o nuestra hija hubiéramos dicho una sola palabra al respecto. Lo hizo una persona. También puede ser ingenuo por mi parte pedir amabilidad, respeto y amor en un mundo de beligerantes categorías sin aire, a las que tantos de nosotros hemos sido asignados, Paul incluido. La brutalidad de esas categorías encogen la realidad dinámica en cosas estáticas. Sustituyen la humildad del no saber por una fea certeza. Es desconcertante mirar a mi alrededor y descubrir que innumerables personas que conocieron a Paul, más y menos, a menudo menos, pontifican ahora sobre el hombre que yo amé. Bueno, que así sea. No tengo control sobre eso.Me he reído a carcajadas del estereotipo perpetrado en los medios de comunicación de este país, y a veces también en los del Reino Unido, de Paul Auster, el escritor frío, inteligente, "posmoderno" e "intelectual". Esta caricatura fabricada es tan ajena tanto a la persona como a los escritos que he conocido íntimamente durante cuarenta y tres años, y era, francamente, tan confusa para él, que simplemente no podía entender de qué se trataba. Como su testigo, amiga, amante, colega escritora y primera lectora (como él lo fue mío), sólo puedo decir que escribía desde las profundidades del sentimiento, desde los espacios de ensueño donde nacen, se desarrollan y terminan los grandes libros. No son los espacios de las convenciones prescritas, de las novelas y memorias que salen de los departamentos de escritura creativa de las universidades de Estados Unidos, resbaladizas obras de prosa bruñida que se han convertido en los equivalentes literarios de los algoritmos que "normalizan" los datos deshaciéndose de los "valores atípicos", absurdas mercancías de mercado de "relacionabilidad". ¿Qué significa esa palabra? ¿"Relacionable" con quién? Una relación requiere al menos dos personas concretas. ¿Se ha reducido la cultura de los medios de comunicación a considerar la enorme diversidad de personalidades humanas y sus historias como una sola masa? ¿No es un acto de terrible arrogancia declarar que una obra de arte es o no relacionable?Mi marido no tenía ordenador. Escribía a mano y mecanografiaba sus manuscritos en una máquina de escribir Olympia. En los últimos días de su vida, escribía cartas a nuestro nieto Miles. Su diminuta caligrafía se tambaleaba como consecuencia de un temblor causado por el tratamiento, pero tachó esas cartas hasta que perdió toda fuerza. Nuestra ayudante y querida amiga, Jen Dougherty, descifró los textos después de que yo los hubiera fotografiado, y los mecanografió para él. Quería que fuera su último libro. En un arrebato de determinación, consiguió terminar una carta y redondear su texto, pero el manuscrito no es largo. Con esa carta terminó su vida de escritor.Las historias de Paul viajan. A diferencia de gran parte de la literatura publicada en Estados Unidos, su obra no es parroquial. Aunque creció y floreció sobre todo en su propio terreno -una infancia en Nueva Jersey, una pasión constante por el béisbol, un amor por la tradición y la historia de Estados Unidos-, su obra se ha traducido a más de cuarenta idiomas. Hace años perdimos la cuenta exacta. Es muy querido en América, Europa, Oriente Medio, Japón, Corea y recuerdo haber visto su cara en la portada de lo que creo que era el Esquire chino. Su escritura traspasa fronteras porque, aunque sus novelas y memorias se visten con los ropajes de sus épocas y lugares particulares y la mayoría de las veces se desarrollan íntegramente en Estados Unidos, los huesos de sus historias abordan cuestiones que van mucho más allá de cualquier aquí y ahora. ¿Qué significa estar vivo? ¿Cómo podemos los seres humanos cegados encontrar un camino a seguir cuando estamos atrapados por nuestras propias limitaciones perceptivas? ¿Qué es un acto moral? Y una y otra vez, ¿cómo sigue adelante la gente tras la terrible pérdida de un ser querido? Es una pregunta excelente. ¿Cómo lo hacemos?No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
'El proceso' es una de las novelas más aclamadas del siglo XX que, nada más aparecer en 1925, tras la muerte de Kafka, fue admirada por escritores como Thomas Mann y elogiada por grandes pensadores como Walter Benjamin, Adorno o Hannah Arendt.El epílogo que completa esta nueva edición explica el origen biográfico de la obra y proporciona una visión panorámica de sus múltiples interpretaciones y resonancias, explicó este jueves Arpa.Esta novedosa traducción es obra del filósofo y germanista Luis Fernando Moreno Claros, que sigue fielmente los manuscritos originales de Kafka y recrea su estilo tan característico.Josef K., un ciudadano corriente, se despierta una mañana en presencia de unos misteriosos funcionarios que han ido a detenerlo a la pensión en la que reside.Le interrogan y le comunican que se le permite seguir con su vida diaria a pesar de estar detenido y, a partir de ahí, se ve envuelto en un proceso judicial laberíntico cuyo inexplicable entramado intentará desentrañar.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Para ello tendrá que adentrarse en el enigmático mundo del 'tribunal', una instancia omnisciente que todo lo domina desde las sombras.Con este argumento, 'El proceso' se ha interpretado como la novela que mejor simboliza la alienación y el desamparo del hombre moderno: un ser perdido en una maraña de burocracia absurda, anonadado ante la fuerza de un poder abstracto que lo somete, y que se ve abandonado a su desesperación en medio de un mundo falto de cordura, o simplemente condenado a existir y morir sin haber dado un sentido a su vida.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
“Al final los festivales lo que consiguen es crear una especie de pequeña ciudad, una ciudad efímera durante unos días en los que tiene que poner a disposición de miles de personas todas las necesidades básicas para favorecer un desarrollo sostenible”, destacó en una entrevista Paula Ráez, consultora de cultura y sostenibilidad de la Asociación Española de Festivales de Música y Gabeiras & Asociados.En 2023 se celebraron en España cerca de mil festivales en un negocio que generó casi 580 millones de euros, según los datos del Anuario de la Música en Vivo. Un sector en el que uno de los principales objetivos es reducir su impacto y cumplir, entre otros, con los compromisos adquiridos en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible de la ONU.Un desafío que ya se traduce en mejoras significativas como el descenso del 75% con respecto a 2022 en el uso de plásticos o una reducción de las emisiones medias por persona y día, según el estudio de la británica Greener Future, una de las principales certificadoras y asesoras de sostenibilidad en festivales.“Se ha avanzado bastante. Cada vez son más los festivales que se suben a este carro. Creemos que el carácter transformador de la cultura puede contribuir directamente a favorecer un desarrollo más sostenible de los territorios, más responsables”, añadió Ráez.Pero también se unen los propios músicos, con bandas como Radiohead o Coldplay que ya exigen conciertos de “carbono neutro” y en los que haya una gestión responsable de los residuos.En este sentido, Coldplay logró emitir con su última gira mundial “Music Of the Spheres” hasta un 47% menos de CO2 en comparación con la de 2016-2017 gracias al uso de baterías y vehículos eléctricos, reducción de plásticos o el uso en sus escenario de materiales sostenibles como el bambú, según el informe publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí. Empresas y promotores, unidos“Los festivales son pequeñas ciudades donde se pueden llevar a cabo pruebas movilidad, de suministro o de alimentación”, destacó a EFE Ignacio Asensi, responsable de patrocinio de Endesa, empresa que entró en 2023 en el mundo de la música para aportar soluciones en emisiones, transporte eléctrico, concienciación ambiental o uso de materiales sostenibles.De este modo, el pasado verano lograron que el festival Cruïlla de Barcelona fuera el primero en España con un suministro energético cien por cien renovable.“La sostenibilidad es algo que está absolutamente integrado en nuestro negocio. Sumarte al entorno local y ver las problemáticas o las necesidades que tienen. Por ejemplo, ahora en Cataluña sería muy interesante poder hacer algo en torno al agua, la utilización correcta del agua”, asegura.Otro de los sectores clave para minimizar la huella de los festivales es el de las bebidas, que suponen el 60% del patrocinio total, con marcas obligadas a ofrecer materiales reutilizables y una gestión de residuos sostenible.“Todo lo que se hace tiene un filtro de sostenibilidad. Tenemos que ser muy estrictos con este tipo de problemas. En general hay una buena cultura de los asistentes o en la convivencia de los propios festivales con la ciudad. Es un impacto muy positivo”, añade el Content Manager de Vibra Mahou, David Pejenaute.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Yo tenía ocho años. En aquel momento de mi vida, nada me importaba más que el béisbol. Mi equipo era el New York Giants, y seguía las actividades de aquellos hombres de gorra naranja y negra con la devoción de un verdadero creyente. Incluso ahora, al recordar ese equipo que ya no existe, que jugaba en un estadio que ya no existe, soy capaz de recitar los nombres de casi todos los jugadores. Alvin Dark, Whitey Lockman, Don Mueller, Johnny Antonelli, Monte Irvin, Hoyt Wilhelm. Pero ninguno era tan grande, tan perfecto ni tan digno de veneración como Willie Mays, el incandescente Say-Hey Kid.Aquella primavera me llevaron a mi primer partido de liga. Unos amigos de mi padre tenían asientos de tribuna en el Polo Grounds, y una noche de abril fui con mis padres y sus amigos a ver a los Giants contra los Milwaukee Braves. No sé quién ganó, no recuerdo un solo detalle del partido, pero sí recuerdo que, cuando acabó, mis padres y sus amigos se quedaron charlando en sus asientos hasta que todos los espectadores se hubieron marchado. Se nos hizo tan tarde que tuvimos que cruzar el campo y salir por una de las puertas centrales, que era la única que estaba abierta. Y dio la casualidad de que esa salida estaba justo debajo de los vestuarios de los jugadores.En el momento en que nos acercamos a la puerta, atisbé a Willie Mays. No había duda alguna de que era él. Se trataba de Willie Mays en persona, ya sin el uniforme del equipo, vestido con ropa de calle a menos de tres metros de mí. Conseguí que mis piernas me llevaran hacia él, y a continuación, haciendo acopio de todo mi valor, hice que las palabras me salieran de la boca:—Señor Mays —le dije—, ¿podría firmarme un autógrafo?Mays debía de tener unos veinticuatro años, pero fui incapaz de llamarle por su nombre de pila.Su respuesta a mi pregunta fue brusca pero amigable.—Claro, chaval —dijo—. ¿Tienes un lápiz?Recuerdo que estaba tan lleno de vida, hasta tal punto rebosaba juventud y energía, que no dejaba de dar saltitos mientras hablaba.💬Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Pero yo no llevaba lápiz, de modo que le pedí a mi padre si podía prestarme el suyo. El tampoco llevaba. Ni mi madre. Y resultó que los demás adultos tampoco.El gran Willie Mays seguía allí, mirándome en silencio. Cuando quedó claro que no había nadie en el grupo que llevara nada con lo que escribir, se volvió hacia mí y se encogió de hombros.—Lo siento, chaval —dijo—. Si no tienes lápiz, no puedo firmarte un autógrafo.Y salió del estadio perdiéndose en la noche.No quería llorar, pero las lágrimas empezaron a caerme por las mejillas, y no pude hacer nada para impedirlo. Y lo peor fue que seguí llorando en el coche hasta que llegamos a casa. Sí, estaba abatido, decepcionado, pero también irritado conmigo mismo por no ser capaz de controlar las lágrimas. No era ningún crío. Tenía ocho años, y se suponía que un muchacho de esa edad no debía llorar por algo así. No sólo no tenia el autógrafo de Willie Mays, sino que tampoco tenía nada más. La vida me había puesto a prueba, y yo no había sabido dar la talla.Después de aquella noche, comencé a llevar un lápiz conmigo allí donde iba. Adquirí la costumbre de no salir de casa sin antes asegurarme de que llevaba un lápiz en el bolsillo. No es que planeara hacer nada con él, pero no quería que me cogieran otra vez desprevenido. En una ocasión ya me habían pillado con las manos vacías, y no iba a permitir que eso volviera a pasarme.Cuando menos, los años me han enseñado esto: si llevas un lápiz en el bolsillo, hay bastantes posibilidades de que algún día te sientas tentado a utilizarlo.Como me gusta decirles a mis hijos, así es como me hice escritor.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.