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Al contrario de la Primera Sinfonía en la que es perceptible el modelo de Haydn y Mozart, la Segunda Sinfonía de Beethoven se presenta internamente más lacónica y al mismo tiempo más dilatada y en conjunto más imponente. La estructura aparece más cuajada y las confrontaciones rítimico-métricas se hacen sobre todo más tensas. Por primera vez irrumpen acentos heroicos. Beethoven escribe su primer Scherzo sinfónico. El final conforma el contrapeso que equilibra el primer tiempo.
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Más que ninguna otra sinfonía, a excepción de la Novena del propio Beethoven, la “Heroica” cambió la faz de la música y la historia del género. Sus enormes dimensiones (dos veces la extensión de cualquiera de las sinfonías de Haydn o de Mozart) y su vasta complejidad hicieron que resultara más que problemática para muchos de los contemporáneos de Beethoven.
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La Quinta Sinfonía en do menor, op.67, cuya composición se extendió a lo largo de varios años entre 1804 y 1808, pertenece a un período de febril actividad de composición por parte de su autor. Varios de los frutos de este período fueron presentados al público por primera vez en el 22 de diciembre de 1808.
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Entre los años 1805 y 1806, todos los esfuerzos de Beethoven en cuanto a composición estuvieron concentrados en su única ópera, Fidelio. Esa obra le trajo innumerables problemas y exigió repetidas revisiones. Jamás se sintió totalmente contento con ella, al punto de afirmar: “Todo este asunto de la ópera es de lo más agotador que hay en el mundo porque estoy insatisfecho con la mayor parte y prácticamente no existe en ella ningún número que, con mi actual insatisfacción, no cambiaría aquí y allá con cierto agrado”.
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Para celebrar los 250 años del nacimiento de Beethoven haremos un viaje en el tiempo y nos sentaremos en su piano junto a él. Escucharemos las obras del inicio, la mitad y el final de su vida y las historias que rodearon a cada una.
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