El gran compositor Ludwig van Beethoven (1770-1827) atravesó dificultades económicas durante toda su vida. Hoy probablemente habría sido un hombre muy rico: sólo los derechos de autor de su Novena Sinfonía, que, en su estreno, hace 200 años, parecía el acto de locura de un compositor sordo, lo habrían convertido en uno de los músicos más ricos del mundo.Sólo el final, conocido como la "Oda a la Alegría", habría bastado. Incluso sólo la melodía sin letra: al fin y al cabo, esos 50 compases de música han servido como himno de la Unión Europea, una unión de 27 estados con casi 450 millones de habitantes, desde 1972. Eso sí: sin letra de Friedrich Schiller - la música de Beethoven resuena en el Parlamento Europeo como una especie de "canción sin palabras". Pero, ¿por qué los europeos de la posguerra eligieron a Beethoven?¿Por qué Beethoven?Su génesis se remonta a más de medio siglo. A finales de los años 60, el Consejo de Europa se propuso encontrar un símbolo musical para una Europa que crecía unida."Sabemos que ya antes de la Comunidad Europea existía un movimiento paneuropeo en el que la música de Beethoven se interpretaba una y otra vez", explica Malte Boecker, director de la Casa de Beethoven, en Bonn. La obra de Beethoven encabezaba la lista de finalistas. Pero no salió elegida sin discusión: "Ya había alternativas a Beethoven que se consideraron seriamente", dice Malte Boecker.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Rápidamente se acordó que no se podía elegir una composición contemporánea, por lo cual se descartó la idea de un concurso, y se recurrió a los "viejos maestros". El compositor George Frideric Handel, nacido en Halle pero londinense por adopción, y el compositor francés Marc-Antoine Charpentier fueron algunos de los otros candidatos."Un himno sin palabras"Sin embargo, en 1972 se eligió a Beethoven para el himno: "Beethoven se asocia con una personalidad europea. Y con su obra, algo que está por encima de una perspectiva puramente nacional", analiza las razones Malte Boecker.Según Boecker, la Sinfonía nº 9 es "la esencia de la música utópica. Música que formula una visión tras la cual muchos pueden unirse". En 1985, la versión instrumental fue adoptada por los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Europea como himno oficial de la UE. No sustituye a los himnos nacionales de los Estados miembros, pero es una expresión de los valores -libertad, paz y solidaridad- que comparten todos los miembros y una expresión del lema europeo "Unidos en la diversidad".Karajan como controvertido coautorPero un himno no nace simplemente omitiendo el texto. El majestuoso cuarto movimiento de la Novena Sinfonía dura unos 25 minutos, demasiado para los actos oficiales. El maestro Herbert von Karajan, afamado director de orquesta, se encargó de los arreglos de la música de Beethoven para las ceremonias de Estado. El director titular de la Orquesta Filarmónica de Berlín era una de las figuras centrales de la música mundial, y era apodado el "director Musical de Europa". Eligió los compases 140 a 187 y los arregló para instrumentos de viento.En algún momento, la mención del nombre de Karajan desapareció de la web oficial de la UE. Quizá la UE quería distanciarse de Karajan, cuyo pasado nazi salía cada vez más a la luz. En cualquier caso, se encargaron más arreglos, incluido uno del compositor francés Christian Guyard.Beethoven como europeoQueda la pregunta: ¿qué habría dicho Ludwig van Beethoven sobre la idea europea, sobre su "Novena" como himno de una Europa unida?"Beethoven creció en una época en la que había comenzado la era burguesa", analiza Malte Boecker. "Fue uno de los padres fundadores del movimiento burgués emancipador. En esta época, habría sido un europeo convencido, ¡sin duda!". Y seguramente, el compositor tampoco les habría dicho que no a sus derechos de autor.No olvides conectarte con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La Misa en do mayor de Beethoven vio la luz en 1807 como resultado de un encargo del príncipe Nikolaus Esterhazy II, el cuarto y último de los patronos de Haydn pertenecientes a esta eminente familia, que seguro ya han escuchado en episodios anteriores. El príncipe quería que se cantase una misa todos los años en la onomástica de su esposa. A la celebración de éstas, que tenían lugar en Eisenstadt, ciudad de Austria, debemos las obras más importantes de Haydn en este género, así como varias de Johann Nepomuk Hummel, quien estuvo al servicio de los Esterhazy a partir de 1804.La Misa de Beethoven pertenece, por tanto, al período más prodigioso de la creatividad del compositor. Otras obras compuestas en esta época son el Cuarto concierto para piano y la Quinta y sexta Sinfonías, interpretadas todas ellas, junto con partes de la Misa, en la famosa Akademie o concierto benéfico de Beethoven del 22 de diciembre de 1808.Beethoven no había escrito ninguna Misa anteriormente y resulta interesante el hecho de que no hiciera ningún esfuerzo para igualar la grandeza “sinfónica” de las últimas Misas de Haydn. Por el contrario, reflexionó sobre la composición litúrgica y consiguió un estilo que, al menos en cierto sentido, era más sencillo, humilde y espiritual que el modelo vienés habitual. “Creo que he tratado el texto de un modo en el que raramente ha sido tratado”, escribió Beethoven.Esta Misa impresiona como una obra inusitadamente apacible, al menos en el mundo de la Quinta Sinfonía, la Obertura Coriolano y las vigorosas sonatas y cuartetos de cuerda de la época media. Luego de conocer sinfonías, historias, piezas y personajes en más de diez capítulos, con esta obra termina nuestro recorrido por El tiempo de Beethoven, pero no termina ahí. La celebración de los 250 años de este genio musical se extiende y junto a la Embajada de Alemania, seguiremos indagando por la vida de Beethoven, su huella en la historia y la importancia de su legado que nos negamos a dejar morir.
Lo que hace que la música para piano del primer Beethoven suene tan vital-y tan diferente de la de sus contemporáneos-es el grado en el que explota un amplio espectro de texturas. Existen, claro está, modelos y técnicas básicos, convencionales, característicos de la música para teclado, que operan en su música y a partir de los cuales puede reconocerse fácilmente una deuda con las generaciones anteriores como, por ejemplo, una entre tantas, la técnica que tomó probablemente de la música de Mozart, el cruce de una mano sobre la otra. Convencionalmente, este procedimiento se utiliza para permitir que la melodía y el bajo se respondan entre sí sobre un acompañamiento continuo en un registro central.Por otra parte, todas las sonatas para piano de Mozart, y casi todas las de Haydn y Clementi, están escritas en tres movimientos. A este respecto, las primeras sonatas de Beethoven muestran una mínima dependencia estructural de las de sus predecesores: empezó a escribir sonatas en un molde integrado por cuatro movimientos y sólo hasta finales de la década de 1790 comenzó a favorecer un plan tripartito,(es decir en tres movimientos).Tres son las sonatas que conforman el op.2 de Beethoven. Estas obras, las primeras piezas para piano solo que se publicaron con un número de opus, fueron dedicadas a Haydn, la figura musical más destacada de Viena en la década de 1790 y el primer y más importante profesor de Beethoven en su ciudad adoptiva, Viena. La documentación de estas sonatas es escasa: se conservan pocos borradores y, como es característico de la música publicada en el primer período, no se han descubierto ninguno de los autógrafos. La tercera y más conocida de las sonatas op.2 es también la más extensa y la más brillante de la colección: su virtuosismo ha constituido para los pianistas un desafío raramente igualado por ninguna otra obra seria para teclado del siglo XVIII.