La música clásica en Colombia está de luto luego de que el pasado domingo en la noche se conociera la noticia del fallecimiento de Blas Emilio Atehortúa, compositor antioqueño ampliamente reconocido como uno de los más grandes maestros musicales del país. Según sus allegados, Atehortúa murió por complicaciones en una intervención quirúrgica en la ciudad de Bucaramanga, luego de más de 70 años de carrera musical en que se destacó como director de las orquestas Filarmónica de Bogotá y la Sinfónica Nacional, además de ser uno de los compositores más prolíficos del siglo XX. De hecho, en el año 2016 el Festival Internacional de Música de Cartagena le rindió un homenaje calificándolo como “el compositor vivo más importante de Colombia”. Su importancia también fue destacada en el libro Blas Emilio Atehortúa: tallando una vida de timbres, acentos y resonancias, publicado en 2014 por el Ministerio de Cultura, que le otorgó el Premio Vida y Obra en el 2011, reconocimiento que el propio músico consideró “una especial motivación por la valiosa significación del artista nacional, como elemento vital en el progreso de un país”.A cargo de ese texto estuvo la investigadora Susana Friedmann, quien diseccionando la vida y obra del antioqueño halló a un hombre totalmente comprometido con sus múltiples trabajos en torno a la música, combinando en los últimos 20 años su actividad docente en Venezuela con la de la composición y dirección de sus obras, “respondiendo no solo a las múltiples comisiones, sino también atento a solicitudes de sus colegas para producir obras que le pedían en determinadas ocasiones”. Una de las tantas obras que compuso fue el Divertimento a Siete, Op 138, que creó con motivo del aniversario 35 de la emisora HJCK. El 20 de septiembre de 1985 charló sobre esto en el programa Revista Dominical, en una entrevista en que reveló varios detalles su proceso creativo.“El arte para el pueblo debe avalarse como una necesidad en la estructuración general de la educación”, consideraba el maestro antioqueño, quien en 2013 habló con el periodista Hernán Restrepo durante el rodaje de su documental biográfico BLAS: EL HOMBRE Y SU LEYENDA. En aquella cinta, Atehortúa compartió su visión sobre la vida y la música, destacando que, en ese momento, pese a sufrir ya complicaciones de salud, su música era “más madura, la composición más madura”. “Tengo más conciencia estética, mayor claridad pedagógica”, decía el compositor al reflexionar sobre el tiempo que le quedaba de vida al ya sentir cercana su hora de partir.En un fragmento de la charla recuerda su etapa como estudiante y cavila sobre el aporte de varios de sus maestros, especialmente el director de orquesta estoniano Olav Roots:Mientras se preparaba para un trasplante en una clínica de Caracas, Venezuela, en 2007, el músico antioqueño ya pensaba en la posibilidad de la muerte, algo a lo que no temía pues, según decía, su preocupación siempre fue la música. “Yo no tengo miedo a morir, para nada. Lo que quiero es, lo que me toque vivir, vivirlo bien. Si me toca morir, me tocó. Ya he vivido bastante. He trabajado bastante, podría hacer mucho más, por eso quiero mi oratorio, hacerlo como si fuera la última obra de mi vida”, compartió en aquella ocasión.El maestro Atehortúa finalmente partió de este mundo en una fecha especialmente relacionada con la música, el 5 de enero mientras se celebraba el XIV Cartagena Festival de Música, que este año tiene como slogan “Lo bello y lo sublime”, frase extraída del título de un popular ensayo de Immanuel Kant. En aquel texto el filósofo prusiano estampó una reflexión sobre el asombro del hombre frente a lo sublime, algo con lo que bien podría recordarse a Blas Emilio Atehortúa y su amor por la música, a la que dedicó su vida entera:“La expresión del hombre, dominado por el sentimiento de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada. Lo sublime presenta a su vez diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o también melancolía, en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de belleza extendida sobre una disposición general sublime”.
En 1900, cuando Matilda Burgos llegó a la capital del país, el casco de la ciudad terminaba, hacia el norte, en el río del Consulado, y frente a la Beneficencia Española hacia el sur. Los límites por el oriente estaban demarcados por Jamaica, mientras que por el occidente se prolongaban hasta el Bosque de Chapultepec. Las líneas de los tranvías eléctricos unían ya a las amenas villas de Tacubaya, Mixcoac y San Ángel con el ritmo acelerado de la ciudad.Desde las primeras horas de la mañana, la prisa de la gente cambiaba la dirección del aire en las calles, y de noche las luces incandescentes del alumbrado público protegían a los vecinos de colonias acomodadas y las correrías de los transeúntes en perpetuo desvelo. Al empezar el siglo habitaban la ciudad, de acuerdo con el censo general de población, 368,898 capitalinos. Matilda Burgos, a los quince años, se convirtió en la número 368,899.Con la frente apoyada en el cristal de la ventanilla del tren, Matilda observó la lenta aproximación del animal urbano con una mezcla de terror, asombro y desesperación. Era la primera vez que veía edificios. El pulso aumentó de ritmo en sus muñecas y una súbita marea de sangre en la parte posterior del cerebro le ocasionó un efímero dolor de cabeza. Sus manos quietas sobre el regazo y su rostro impávido frente al espectáculo de la ciudad, sin embargo, no la traicionaron. Decidió esconder su miedo. Nadie la vería llorar. Se mordió los labios. Mientras el tren reducía la velocidad y el sobresalto cundía entre los pasajeros antes adormilados, su nueva soledad brilló con color púrpura en sus ojos. El recuerdo del aroma de la vainilla llegó de improviso y, de igual manera, la venció. Una lágrima, antes de que se diera cuenta, rodó por su mejilla hasta alcanzar la comisura de la boca.—Todo va a salir bien, no te preocupes —una voz en tono bajo, mesurado, la sacó abruptamente del ensueño. Con ademanes discretos, intentando evitar que ella sintiera vergüenza, el hombre de tez blanca y nariz aguileña le estaba ofreciendo su pañuelo blanco. Matilda lo aceptó. En una de las esquinas pudo ver las iniciales J.B. bordadas con hilo color café. Le sonrió.—Gracias, señor —el acento pueblerino que salió de sus palabras venía de lejos. De la infancia. Entonces, entre sus brazos, sobre el marchito pecho masculino, Matilda lloró en la ciudad por primera vez.El interior de la Biblioteca Nacional está lleno de murmullos apagados, ecos monótonos que chocan y luego desaparecen en la porosidad de las muros. Joaquín, cuya figura se desliza en las calles, en los bancos y en los comercios con los movimientos de alguien que no acaba de ajustar en la maquinaria de la ciudad, camina por los pasillos del recinto con soltura, serenidad, algo inusitado. En el salón de lectura sólo se escucha el lento paso de las hojas y, a veces, el compás de un par de tacones alejándose sin prisa. Antes de abrir uno de los siete libros que ha acomodado en pila sobre la mesa, Joaquín advierte que la luz del sol matutino forma caprichosas figuras geométricas en el piso. Papantla. 💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.El fotógrafo desea que esa luz ilumine la historia de la mujer, cada ángulo de su rostro, cada marca que el tiempo haya dejado en las rodillas, en los ojos. Más que tenerla dentro de sí y a oscuras, Joaquín necesita tenerla alrededor, luminosa. Como siempre, Joaquín necesita un contexto para aproximarse a una mujer. A los cuarenta y nueve años, todavía es un hombre que se enamora como si tuviera todo el tiempo por delante, y nada más que hacer. Totonacapan. Tajín. Tecolutla. Después de repasar los nombres en silencio, el fotógrafo los escribe sobre los renglones azules de su libreta. Detrás de cada uno, espiándolo sobre el lomo de las letras, los ojos juguetones de Matilda lo miran asombrarse y, luego, contener el sobresalto. Cada información lo aproxima un poco más a ella. Los totonacas arribaron a la zona del Tajín alrededor del año 800 de nuestra era, tiempo después y por razones que permanecen en el misterio, el área fue abandonada hacia el siglo XII. El territorio del Totonacapan iba desde las riberas del río Cazones hasta las del río La Antigua e incluía, sobre un costado de la sierra Madre, a Huauchinango, Zacatlán, Tetela, Zacapoaxtla, Tlatanquitepec, Teziutlán, Papantla y Misantla. Los nombres le sugieren ciénagas remotas, lodazales, paludismo, encarnizadas epidemias pero, poco a poco, a medida que las descripciones de los libros aumentan y la inmensa vegetación llena el espacio con variados tonos de verde, el olor de la miel, la zarzaparrilla, la pimienta, el copal y la vainilla lo transportan a lo que quisiera imaginarse como una parte de paraíso terrenal. En los dibujos de Tierra Caliente, la gente de razón aparece montada a caballo y las mulatas a pie, cubiertas con sencillos vestidos blancos, llevan tinajas de barro sobre la cabeza.La guerra de Independencia estalló pronto en el norte del antiguo Totonacapan y se extendió hasta bien entrada la década de los veintes. Mientras que el dominio militar de la zona no fue estable, se produjeron tomas y retomas de los principales puertos y plazas. En 1812 hubo un asalto insurgente frustrado contra Tuxpan. Al año siguiente los realistas tomaron Tihuatlán, Tepetzintla y Papantla. En 1816 se apoderaron de la importante base de aprovisionamiento insurgente que se encontraba en Boquilla de Piedras. Papantla es atacada de nuevo en 1819. Pedro Vega, Simón de la Cruz y Joaquín Aguilar fueron líderes destacados, aunque el caudillo que sobresalió fue Serafín Olarte, quien cohesionó a numerosos contingentes indígenas y mantuvo una denodada defensa, en su bastión de Coyuxquihui, contra las tropas coloniales. Los nombres se amontonan, los nombres no dicen nada. Las fechas son columpios donde Joaquín mece un aburrimiento largo, una expectación llena de urgencia. «¿Cuando, a qué hora apareces, Matilda?» En las ilustraciones que acompañan a las crónicas y los recuentos históricos, Papantla parece ser un poblado apacible aunque desordenado. Los blancos caseríos, techados con tejamanil o teja, se erigen entre zanjas y elevaciones sin organización aparente.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Cristina Rivera Garza, la escritora mexicana, fue galardonada con el Premio Pulitzer de Biografía 2024 por su libro "El invencible verano de Liliana", publicado en 2021. El premio fue anunciado en las redes sociales de Pulitzer quienes también felicitan a Penguin Libros y a Hogarth Books quienes publicaron la novela en inglés. "El invencible verano de Liliana" cuenta la historia de la hermana de Rivera Garza quien fue asesinada por su ex novio mientras ella cursaba su pregrado en Arquitectura, tenía 20 años. 💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.“El libro es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales”, dijo Rivera al diario Milenio en el 2021, año en que se publicó la obra. ¿Quién es Cristina Rivera Garza?Cristina Rivera Garza es una escritora, poeta y académica mexicana reconocida internacionalmente. Nació en Matamoros, Tamaulipas, México, en 1964. Ha escrito numerosas obras literarias que abarcan diversos géneros, incluyendo novelas, ensayos, cuentos y poesía. Su trabajo a menudo explora temas como la identidad, el género, la violencia y la historia, y se distingue por su estilo innovador y su compromiso con la experimentación lingüística. Ha recibido varios premios y reconocimientos por su obra, incluyendo el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero y el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, entre otros. Además de su carrera como escritora, Rivera Garza también es profesora de literatura en la Universidad de California, en San Diego.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Empezamos solamente como para ver qué pasaba, qué sucedía; y hoy en día esto nos ha enamorado. Ha estimulado este corazón y el corazón de mis compañeros", cuenta Orlando Velasco, uno de los presos que forma parte de este peculiar grupo de teatro antes de presentarse frente a sus propios compañeros del establecimiento penitenciario y de los familiares de los que actuaron.El grupo de teatro de internos de Tuluá, en el departamento de Valle del Cauca (suroeste), lleva año y medio trabajando en esta obra, haciendo trabajos de voz, de improvisación, "juegos de contarnos las vidas, de ser amigos, sobre todo de ser amigos, de romper las barreras que hay (...) lo que inicialmente sostuvo este grupo de principio a fin", rememora Valeria Giraldo, la persona que estuvo acompañándolos en todo este proceso."Las personas que se inscribieron eran nuevas, nunca habían hecho teatro y simplemente venían porque era más fácil estar en clase de teatro y no en un patio donde cualquier cosa puede pasar a cualquier hora", agrega Giraldo sobre el contexto de los presos que se sumaron a esta iniciativa.Un estímulo al corazónY armar una obra en la cárcel no es fácil, siempre hay cambios de centros penitenciarios o personas en permiso que no pueden asistir a los ensayos.Pero la obra conquistó a estos presos, que siempre estuvieron dispuestos a trabajar sus personajes para salvar la obra y acabaron enamorándose.En una realidad compleja como la que viven los presos en su día a día, algunos se encontraron con el teatro, que se convirtió en una puerta a la liberación y reconciliación que les ayudó a evadirse y a tener un propósito.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí."El mejor punto para resocializar a una persona, el corazón", explica Velasco, que tiene 45 años y ha vivido 16 de esos en prisión.El recluso añade: "El teatro estimula el corazón, la sensación es de poder crear un personaje que no eres tú, vivir el personaje de otra persona".Festival Nacional de Teatro CarcelarioEntre el 26 de abril y el 6 de mayo, los internos de las cárceles de las localidades de Anserma, Vélez, Acacías, Puerto Triunfo, Tuluá y Las Heliconias (Florencia), presentan sus obras en cada prisión frente a un jurado de expertos como los actores Mariana Gómez, Santiago Alarcón y Emmanuel Restrepo.La obra ganadora será presentada en un teatro fuera de la cárcel, con acceso a toda la comunidad, "como un esfuerzo por fomentar nuestro objetivo de diálogo y reconciliación", asegura la directora del Festival y de la Fundación Acción Interna, la actriz y activista colombiana Johanna Bahamón. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Fundación Acción Interna (@fundacionaccioninterna) La Fundación Acción Interna es una organización sin ánimo de lucro creada en 2012 por Bahamón con el objetivo de dignificar y mejorar la calidad de vida de la población carcelaria y que ha pagado penas, ayudándolos a transformar su vida, a reivindicarla y a reconciliarse con el resto de la sociedad.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Según informo este lunes el Museo, el lienzo se expondrá en una instalación individual especial, desde el 28 de mayo hasta octubre de 2024.La obra, cuyo propietario se desconoce, fue cedida a la pinacoteca española través de la galería de arte Colnaghi, quien la custodia desde que en abril de 2021 el Prado alertara al Ministerio de Cultura español de que iba a ser subastado un cuadro de relevancia que, en aquel momento, se atribuyó a un alumno de José de Ribera.El cuadro es lo que se conoce como 'un durmiente' ('sleeper'), un término con el que los expertos definen a aquellas obras no identificadas.La obra de Caravaggio podría superar los 100 millones de euros en una subasta, pero al estar protegido y no poder salir de España su cifra será mucho menor.Desde su aparición, el 'Ecce Homo' se convirtió en "uno de los mayores descubrimientos de la historia del arte", informó el Prado, "logrando un consenso sin precedentes en lo que a su autentificación se refiere".💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Tras una "profunda investigación diagnóstica", la restauración se llevó a cabo de "manera rigurosa y rigurosa", y cada decisión se apoyó en una evaluación exhaustiva de los materiales de la obra y el historial de conservación del cuadro, "reafirmando la atribución inicial al maestro italiano".En concreto, la obra, propiedad de la familia Pérez de Castro, fue vendida a un comprador que se mantiene en el anonimato, según contaron a EFE fuentes del Prado, en una subasta o compra particular.Y éste nuevo propietario contrató los servicios de Colnhagi, una de las firmas de anticuarios más antiguas del mundo y que ya fue responsable de vender -por más de cien millones de euros- otro Caravaggio encontrado en 2016 en un ático de Toulouse.Cuando el cuadro apareció por primera vez al público en 2021 en la casa de Subastas Ansorena, fue presentado como 'La coronación de espinas' y estaba atribuido al Círculo de José de Ribera (S.XVIII). Su precio de salida eran 1.500 euros, muy por debajo incluso para esa calificación, según todos los expertos.Hasta entonces había estado en el piso de la familia Pérez de Castro, en el barrio de Salamanca (Madrid), quienes, según se supo poco después, eran descendientes de Evaristo Pérez de Castro, político, académico, redactor de la Constitución de 1812 y gran coleccionista de arte.El óleo representa el motivo histórico del gobernador romano Poncio Pilato presentando a Cristo al pueblo con las palabras 'Ecce homo' ('He aquí el hombre'), uno de los momentos más dramáticos de la Pasión, recogido en el Evangelio de Juan."La obra es un poderoso ejemplo de la maestría de Caravaggio en cuanto al proceso de concepción: una hábil composición que presenta una escena tridimensional y dinámica totalmente innovadora dentro de los límites de una tradición iconográfica arraigada", matizaron desde la pinacoteca española.La presentación del 'Ecce Homo' y el anuncio de su préstamo -"en un acto de generosidad de su nuevo propietario", según el Prado- llevan también aparejada la edición de una publicación que reúne a expertos en la materia.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"No me gusta celebrar tal cosa, pero tengo que aceptarlo. Nunca he sido amante de mucha fiesta, pero estaré tranquilo en mi casa con mis hijas y mis nietos", adelantó el percusionista y director de orquesta, que tiene cuatro hijos -tres féminas y un varón-, seis nietos y un bisnieto.Nacido en Coamo, en el sur de Puerto Rico, el 6 de mayo de 1924, Rosario dio sus primeros pasos en la música como miembro del Conjunto Coamex y luego se definió por el timbal, inspirado por el estilo de Tito Puente, tras verlo tocar en el famoso salón de baile neoyorquino El Palladium.Posiblemente el artista en activo más longevo del mundo"Nunca pensé que llegaría a los 100 años. Yo estaba lo más bien hasta que cumplí 96. Yo nací en una familia bien pobre, nunca supe de cumpleaños, bizcochos ni nada de eso. A los 90 estaba trabajando bien, pero cuando me trajeron una parranda para celebrar los 96 años, ahí que dije, caramba, la cosa va pa' largo", relató.Pese a su longevidad, la única limitación física que se le refleja a 'Míster Afinque', uno de varios motes de Rosario, es su caminar, lo que en ocasiones tiene que hacer asistido de una o dos personas, y el uso de unos aparatos pequeños en sus oídos para mejorar su audición.Aun con el problema de movilidad, Rosario continúa tocando su inseparable timbal y dirigiendo su orquesta, cuya gesta debe ser considerada para ingresar al Libro de Récords Guinness como el artista activo más longevo del mundo."Yo siempre he sido una persona sana, pero no es cuestión de si soy sano y llegar a esta edad por ser sano, pero soy sano porque es la voluntad de Dios", indicó el fiel creyente.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Sigue complaciendo a su públicoComo preámbulo a su centenario, Fernando Luis Rosario Marín, nombre de pila del artista, celebró su cumpleaños con un concierto el pasado 27 de abril en un atestado Coliseo de Puerto Rico, en San Juan, en el que participaron los veteranos cantantes Gilberto Santa Rosa, Tony Vega y Chamaco Rivera."Hacer música me hace feliz, porque cuando subo a la tarima, pues trato de complacer al público. No estoy pensando en que me voy a tanto dinero, nunca he pensado en esa forma; voy a la tarima a tocar", sostuvo el legendario timbalero.Fue en Nueva York donde decidió formarse como músico de la mano de su compadre Willie Rodríguez, para luego integrarse en la orquesta de Johnny Seguí.A su regreso a Puerto Rico, Rosario se quedó con la orquesta, que en 1987 se convirtió en la primera agrupación de salsa en ser nominada a un Grammy anglosajón al Mejor Álbum Tropical por su disco Nueva Cosecha.La incorporación del saxofón barítono a su propuesta fue lo que llevó a Rosario a triunfar con éxitos como De Barrio Obrero a la 15, La cuesta de la fama, Lluvia y El callejero.Su biógrafo resalta su "energía y precisión"Para su biógrafo Robert Téllez, la oportunidad que tuvo Rosario de liderar su orquesta "con energía y precisión, demuestra la importancia y el impacto duradero que su obra ha tenido en Puerto Rico y Latinoamérica"."Musicalmente, este logro desafía las expectativas y rompe con cualquier límite, desatando más que admiración por la habilidad y la dedicación de Rosario a su arte a lo largo de los años", explicó."También es un testimonio del poder transformador de la música y de la capacidad del ser humano para trascender las barreras del tiempo a través de la expresión artística", añadió Téllez, quien recientemente lanzó la segunda edición de la biografía autorizada de El Rey del Ritmo.El biógrafo reconoció, además, el valor y visión musical de Rosario de integrar un saxo barítono con cuatro trompetas en una agrupación de salsa, lo que resultó ser un concepto sonoro único y distintivo que ha perdurado durante 65 años.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.