La obra póstuma del reconocido cineasta caleño Luis Ospina, titulada ‘El ojo del turista: XIII Piezas fáciles’, será presentada por primera vez en la Cinemateca de Bogotá, haciendo una retrospectiva completa a su obra fílmica, con la proyección de 30 largometrajes del fallecido director. Y, además, abre las puertas a una exposición sobre su vida y obra.Además de director, guionista y productor de cine, Ospina fue uno de los pioneros del movimiento Caliwood, junto sus amigos el escritor Andrés Caicedo y el también cineasta Carlos Mayolo. Ellos junto con Ramiro Arbeláez, fundaron la revista Ojo al Cine dejando así un patrimonio en el cine colombiano tras su muerte en 2019, cuando tenía 70 años.Entre 2014 y 2016, Luis Ospina y la artista Lina González realizaron varios viajes a Oriente recolectando varias imágenes de lo recorrido que dieron forma al filme inédito ‘El ojo del turista: XIII Piezas fáciles’, un producto sin duda alguna que navega entre el cine experimental y las artes plásticas, que según la reseña, “se apropia de la narrativa de los diarios de viaje e indaga en la conexión con el espacio y los dispositivos que se emplean en su registro”.“Un proyecto que, tras casi dos años del fallecimiento del realizador, desvía su mirada hacia nuevos formatos y disciplinas artísticas, integrando en su legado cinematográfico y en la construcción de su memoria una apuesta que extiende su interés por dispersar límites entre el cine y otros campos de la creación”, describe la Cinemateca.La película, producida por Lina González, se expondrá en el Taller de la Imagen, y estará disponible del 27 al 29 de abril de 10:00 a.m. a 6:00 p.m. Adicional, del 22 al 30 de abril se llevará a cabo el proyecto curatorial ‘Creer en lo no se ha revelado’, que incluye la obra completa de Ospina, que incluye largos que se mueven entre el registro documental, el ensayo y la ficción.ExposiciónEste homenaje a Luis Ospina incluye una ponencia que estará abierta del 22 de abril al 20 de mayo en la Calle Museo, que muestra una selección de un archivo que abarca cinco décadas y que evidencia un legado cultural. Un riguroso trabajo de intervención e investigación que contó con Ospina a la cabeza y Luisa Fernanda Ordóñez como archivista principal, realizado entre 2009 y 2013.Ello, gracias a la donación de ese archivo para formar parte de los Fondos y Colecciones de la Cinemateca de Bogotá. Y que estará asequible para consulta de visitantes, estudiantes, investigadores y amantes del cine en general.Este archivo que hará parte de la ponencia, comprende algunos horizontes conceptuales sobre la vida y obra del director caleño, teniendo en cuenta que Luis Ospina ha sido un de los objetos de estudio prevaleciente para críticos e investigadores del cine en Colombia hasta el día de hoy.“El equipo de trabajo que hizo parte del proceso de investigación ha abogado por ampliar, a través de un detallado método de clasificación y catalogación, las potencialidades discursivas del director. En este sentido, el énfasis del trabajo con el archivo ha girado en torno a la apuesta por una organización curatorial dentro del mismo, que responda al diálogo entre una cronología coherente, y una serie de ejes temáticos que la alimentan”, explica la Cinemateca.Para iniciar este ciclo de retrospectiva integral y obra inédita de Luis Ospina, la agenda iniciará este sábado 24 de abril con un conversatorio virtual: ‘Los dos cuerpos del cineasta: obras póstumas de Luis Ospina’, que se transmitirá a las 11:00 a.m. en las redes sociales de la Cinemateca de Bogotá.Este proyecto es producido por Bruna Cine y curado por Luis Esguerra Cifuentes y Mateo Suárez Castiblanco, y cuenta con el apoyo de la Beca de curaduría audiovisual para la Cinemateca de Bogotá 2020, otorgada por el Instituto Distrital de las Artes - Idartes.
Tras cumplirse 44 años de la muerte de Andrés Caicedo, ocurrida el 04 de marzo de 1977, Rosario Caicedo, hermana del escritor y una de sus herederas, confirmó a sus lectores que en junio de 2021 la editorial Planeta lanzará el libro Todos los cuentos, una obra que reunirá definitivamente toda la narrativa cuentística del autor.Aunque en 2014 la editorial Alfaguara publicó Cuentos completos, la obra del caleño aún estaba incompleta. “Los cuentos completos no estaban completos, eran solo algunos que ya habían aparecido en diferentes libros anteriores, reunidos en un solo volumen junto a uno inédito, pero faltaban muchos más que él escribió en su juventud, por eso en esta nueva edición sí se van publicar los cuentos completos que han sobrevivido”, afirmó Rosario Caicedo. En este nuevo lanzamiento, la selección de cuentos estará a cargo del escritor Sandro Romero Rey, quien además de ser amigo de Caicedo ha sido uno de los principales curadores de sus manuscritos. La obra incluirá 22 cuentos inéditos fechados desde 1966 y que revelan el genio creativo de un escritor aún adolescente. Romero también trabajó en la curaduría de las correspondencias del escritor caleño publicada en una edición hecha por Seix Barral.“Todos estos cuentos fueron editados por Sandro Romero a partir de miles de páginas escritas a mano por Andrés y que mi padre guardaba en un baúl. Ya con este libro se podría afirmar que los lectores podrán acceder a toda la narrativa que se ha podido recopilar de Andrés, pero también se publicará más adelante toda su obra teatral”, dijo Caicedo. De toda la selección de cuentos escritos por Andrés Caicedo, el más recordado es «Destinos fatales”, publicado póstumamente en 1984 y que incluía Calicalabozo y Angelitos empantanados o historias para jovencitos, dos de sus obras más famosas entre sus lectores.“Yo tengo una gran expectativa. Ya hay mucha gente que sabe que van a salir los cuentos completos y yo creo que en este libro los lectores podrán ver en definitiva la impresionante labor que Andrés asumió como escritor en una época muy temprana de su vida y cuyo periodo activo permaneció con disciplina hasta su muerte”, expresó la hermana de Caicedo.
Era ingenua, pero había imaginado que yo sería la persona que anunciaría la muerte de mi marido, Paul Auster. Murió en casa, en una habitación que le encantaba, la biblioteca, una habitación con libros en todas las paredes desde el suelo hasta el techo, pero también con altas ventanas que dejaban entrar la luz. Murió con nosotros, su familia, a su alrededor el 30 de abril de 2024 a las 18:58. Algún tiempo después, descubrí que incluso antes de que se llevaran su cuerpo de nuestra casa, la noticia de su muerte circulaba por los medios de comunicación y se habían publicado obituarios. Ni yo, ni nuestra hija Sophie, ni nuestro yerno Spencer, ni mis hermanas, a las que Paul quería como a sus propias hermanas y que fueron testigos de su muerte, tuvimos tiempo de asimilar nuestra dolorosa pérdida. Ninguno de nosotros pudo llamar o enviar un correo electrónico a sus seres queridos antes de que empezaran los gritos en línea. Nos robaron esa dignidad. No conozco la historia completa de lo sucedido, pero sé una cosa: Está mal.Paul nunca abandonó Cancerlandia. Resultó ser, en palabras de Kierkegaard, la enfermedad de la muerte. Tras el fracaso de los tratamientos, su oncólogo le ofreció quimioterapia paliativa, pero él dijo que no y pidió un hospicio en casa. Muchos pacientes sufren los estragos del tratamiento contra el cáncer, y algunos se curan, pero lo que el mundo de la medicina llama educadamente "efectos adversos" se convierte fácilmente en una realidad en cascada de una crisis tras otra, causada, no por el cáncer, sino por el tratamiento. Las inmunoterapias, que actúan a nivel molecular, pueden ser especialmente peligrosas. Un "efecto" puede poner en peligro la vida y exigir una intervención drástica, que a su vez provoca otro efecto potencialmente mortal, que exige una nueva intervención, y el cuerpo agredido se debilita cada vez más.Paul ya estaba harto. Pero nunca, ni con palabras ni con gestos, dio muestras de autocompasión. Su valor estoico y su humor hasta el final de su vida me sirven de ejemplo. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que era poco probable, y sonrió.Paul era, sobre todo, un contador de historias. Escribía muchas historias, tanto ficticias como reales, pero también le encantaba contarlas, y a veces me divertía ver cómo, cuando nos sentábamos juntos en la consulta de un médico tras otro en estos dos últimos años, se ponía en modo narrador, volvía atrás para preparar el escenario y luego avanzaba con la fascinante historia de su propia enfermedad. Yo, en cambio, soltaba preguntas concisas sobre procesos biológicos que necesitaban aclaración. Muchas veces, como esperaba, los médicos no tenían respuestas.Los dejo con la última frase de la última novela de Paul, Baumgartner. No fingiré que cuando me la leyó no sentí la gravedad de su significado. Entonces estaba enfermo, sufría fiebres todas las tardes y, aunque aún no le habían diagnosticado cáncer, yo tenía la potente sensación de que a él y a mí no nos quedaba mucho tiempo juntos, pero observen la ambigüedad, la suave ironía, el rechazo de lo definitivo, lo absoluto, lo rígido o categórico. El querido anciano de Paul ha tenido un accidente de coche: "Y así, con el viento en la cara y la sangre aún goteando de la herida de su frente, nuestro héroe sale en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, comienza el capítulo final de la saga de S.T. Baumgartner".💬Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.No olvidemos que detrás de nuestros inventos técnicos y de las redes sociales hay seres humanos, que los fallos nos pertenecen, no a las máquinas, por mucho que la tecnología ayude a la simplificación. Una máquina no gritó la noticia de la muerte de Paul antes de que yo o nuestra hija hubiéramos dicho una sola palabra al respecto. Lo hizo una persona. También puede ser ingenuo por mi parte pedir amabilidad, respeto y amor en un mundo de beligerantes categorías sin aire, a las que tantos de nosotros hemos sido asignados, Paul incluido. La brutalidad de esas categorías encogen la realidad dinámica en cosas estáticas. Sustituyen la humildad del no saber por una fea certeza. Es desconcertante mirar a mi alrededor y descubrir que innumerables personas que conocieron a Paul, más y menos, a menudo menos, pontifican ahora sobre el hombre que yo amé. Bueno, que así sea. No tengo control sobre eso.Me he reído a carcajadas del estereotipo perpetrado en los medios de comunicación de este país, y a veces también en los del Reino Unido, de Paul Auster, el escritor frío, inteligente, "posmoderno" e "intelectual". Esta caricatura fabricada es tan ajena tanto a la persona como a los escritos que he conocido íntimamente durante cuarenta y tres años, y era, francamente, tan confusa para él, que simplemente no podía entender de qué se trataba. Como su testigo, amiga, amante, colega escritora y primera lectora (como él lo fue mío), sólo puedo decir que escribía desde las profundidades del sentimiento, desde los espacios de ensueño donde nacen, se desarrollan y terminan los grandes libros. No son los espacios de las convenciones prescritas, de las novelas y memorias que salen de los departamentos de escritura creativa de las universidades de Estados Unidos, resbaladizas obras de prosa bruñida que se han convertido en los equivalentes literarios de los algoritmos que "normalizan" los datos deshaciéndose de los "valores atípicos", absurdas mercancías de mercado de "relacionabilidad". ¿Qué significa esa palabra? ¿"Relacionable" con quién? Una relación requiere al menos dos personas concretas. ¿Se ha reducido la cultura de los medios de comunicación a considerar la enorme diversidad de personalidades humanas y sus historias como una sola masa? ¿No es un acto de terrible arrogancia declarar que una obra de arte es o no relacionable?Mi marido no tenía ordenador. Escribía a mano y mecanografiaba sus manuscritos en una máquina de escribir Olympia. En los últimos días de su vida, escribía cartas a nuestro nieto Miles. Su diminuta caligrafía se tambaleaba como consecuencia de un temblor causado por el tratamiento, pero tachó esas cartas hasta que perdió toda fuerza. Nuestra ayudante y querida amiga, Jen Dougherty, descifró los textos después de que yo los hubiera fotografiado, y los mecanografió para él. Quería que fuera su último libro. En un arrebato de determinación, consiguió terminar una carta y redondear su texto, pero el manuscrito no es largo. Con esa carta terminó su vida de escritor.Las historias de Paul viajan. A diferencia de gran parte de la literatura publicada en Estados Unidos, su obra no es parroquial. Aunque creció y floreció sobre todo en su propio terreno -una infancia en Nueva Jersey, una pasión constante por el béisbol, un amor por la tradición y la historia de Estados Unidos-, su obra se ha traducido a más de cuarenta idiomas. Hace años perdimos la cuenta exacta. Es muy querido en América, Europa, Oriente Medio, Japón, Corea y recuerdo haber visto su cara en la portada de lo que creo que era el Esquire chino. Su escritura traspasa fronteras porque, aunque sus novelas y memorias se visten con los ropajes de sus épocas y lugares particulares y la mayoría de las veces se desarrollan íntegramente en Estados Unidos, los huesos de sus historias abordan cuestiones que van mucho más allá de cualquier aquí y ahora. ¿Qué significa estar vivo? ¿Cómo podemos los seres humanos cegados encontrar un camino a seguir cuando estamos atrapados por nuestras propias limitaciones perceptivas? ¿Qué es un acto moral? Y una y otra vez, ¿cómo sigue adelante la gente tras la terrible pérdida de un ser querido? Es una pregunta excelente. ¿Cómo lo hacemos?No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
'El proceso' es una de las novelas más aclamadas del siglo XX que, nada más aparecer en 1925, tras la muerte de Kafka, fue admirada por escritores como Thomas Mann y elogiada por grandes pensadores como Walter Benjamin, Adorno o Hannah Arendt.El epílogo que completa esta nueva edición explica el origen biográfico de la obra y proporciona una visión panorámica de sus múltiples interpretaciones y resonancias, explicó este jueves Arpa.Esta novedosa traducción es obra del filósofo y germanista Luis Fernando Moreno Claros, que sigue fielmente los manuscritos originales de Kafka y recrea su estilo tan característico.Josef K., un ciudadano corriente, se despierta una mañana en presencia de unos misteriosos funcionarios que han ido a detenerlo a la pensión en la que reside.Le interrogan y le comunican que se le permite seguir con su vida diaria a pesar de estar detenido y, a partir de ahí, se ve envuelto en un proceso judicial laberíntico cuyo inexplicable entramado intentará desentrañar.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Para ello tendrá que adentrarse en el enigmático mundo del 'tribunal', una instancia omnisciente que todo lo domina desde las sombras.Con este argumento, 'El proceso' se ha interpretado como la novela que mejor simboliza la alienación y el desamparo del hombre moderno: un ser perdido en una maraña de burocracia absurda, anonadado ante la fuerza de un poder abstracto que lo somete, y que se ve abandonado a su desesperación en medio de un mundo falto de cordura, o simplemente condenado a existir y morir sin haber dado un sentido a su vida.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
“Al final los festivales lo que consiguen es crear una especie de pequeña ciudad, una ciudad efímera durante unos días en los que tiene que poner a disposición de miles de personas todas las necesidades básicas para favorecer un desarrollo sostenible”, destacó en una entrevista Paula Ráez, consultora de cultura y sostenibilidad de la Asociación Española de Festivales de Música y Gabeiras & Asociados.En 2023 se celebraron en España cerca de mil festivales en un negocio que generó casi 580 millones de euros, según los datos del Anuario de la Música en Vivo. Un sector en el que uno de los principales objetivos es reducir su impacto y cumplir, entre otros, con los compromisos adquiridos en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible de la ONU.Un desafío que ya se traduce en mejoras significativas como el descenso del 75% con respecto a 2022 en el uso de plásticos o una reducción de las emisiones medias por persona y día, según el estudio de la británica Greener Future, una de las principales certificadoras y asesoras de sostenibilidad en festivales.“Se ha avanzado bastante. Cada vez son más los festivales que se suben a este carro. Creemos que el carácter transformador de la cultura puede contribuir directamente a favorecer un desarrollo más sostenible de los territorios, más responsables”, añadió Ráez.Pero también se unen los propios músicos, con bandas como Radiohead o Coldplay que ya exigen conciertos de “carbono neutro” y en los que haya una gestión responsable de los residuos.En este sentido, Coldplay logró emitir con su última gira mundial “Music Of the Spheres” hasta un 47% menos de CO2 en comparación con la de 2016-2017 gracias al uso de baterías y vehículos eléctricos, reducción de plásticos o el uso en sus escenario de materiales sostenibles como el bambú, según el informe publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí. Empresas y promotores, unidos“Los festivales son pequeñas ciudades donde se pueden llevar a cabo pruebas movilidad, de suministro o de alimentación”, destacó a EFE Ignacio Asensi, responsable de patrocinio de Endesa, empresa que entró en 2023 en el mundo de la música para aportar soluciones en emisiones, transporte eléctrico, concienciación ambiental o uso de materiales sostenibles.De este modo, el pasado verano lograron que el festival Cruïlla de Barcelona fuera el primero en España con un suministro energético cien por cien renovable.“La sostenibilidad es algo que está absolutamente integrado en nuestro negocio. Sumarte al entorno local y ver las problemáticas o las necesidades que tienen. Por ejemplo, ahora en Cataluña sería muy interesante poder hacer algo en torno al agua, la utilización correcta del agua”, asegura.Otro de los sectores clave para minimizar la huella de los festivales es el de las bebidas, que suponen el 60% del patrocinio total, con marcas obligadas a ofrecer materiales reutilizables y una gestión de residuos sostenible.“Todo lo que se hace tiene un filtro de sostenibilidad. Tenemos que ser muy estrictos con este tipo de problemas. En general hay una buena cultura de los asistentes o en la convivencia de los propios festivales con la ciudad. Es un impacto muy positivo”, añade el Content Manager de Vibra Mahou, David Pejenaute.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Yo tenía ocho años. En aquel momento de mi vida, nada me importaba más que el béisbol. Mi equipo era el New York Giants, y seguía las actividades de aquellos hombres de gorra naranja y negra con la devoción de un verdadero creyente. Incluso ahora, al recordar ese equipo que ya no existe, que jugaba en un estadio que ya no existe, soy capaz de recitar los nombres de casi todos los jugadores. Alvin Dark, Whitey Lockman, Don Mueller, Johnny Antonelli, Monte Irvin, Hoyt Wilhelm. Pero ninguno era tan grande, tan perfecto ni tan digno de veneración como Willie Mays, el incandescente Say-Hey Kid.Aquella primavera me llevaron a mi primer partido de liga. Unos amigos de mi padre tenían asientos de tribuna en el Polo Grounds, y una noche de abril fui con mis padres y sus amigos a ver a los Giants contra los Milwaukee Braves. No sé quién ganó, no recuerdo un solo detalle del partido, pero sí recuerdo que, cuando acabó, mis padres y sus amigos se quedaron charlando en sus asientos hasta que todos los espectadores se hubieron marchado. Se nos hizo tan tarde que tuvimos que cruzar el campo y salir por una de las puertas centrales, que era la única que estaba abierta. Y dio la casualidad de que esa salida estaba justo debajo de los vestuarios de los jugadores.En el momento en que nos acercamos a la puerta, atisbé a Willie Mays. No había duda alguna de que era él. Se trataba de Willie Mays en persona, ya sin el uniforme del equipo, vestido con ropa de calle a menos de tres metros de mí. Conseguí que mis piernas me llevaran hacia él, y a continuación, haciendo acopio de todo mi valor, hice que las palabras me salieran de la boca:—Señor Mays —le dije—, ¿podría firmarme un autógrafo?Mays debía de tener unos veinticuatro años, pero fui incapaz de llamarle por su nombre de pila.Su respuesta a mi pregunta fue brusca pero amigable.—Claro, chaval —dijo—. ¿Tienes un lápiz?Recuerdo que estaba tan lleno de vida, hasta tal punto rebosaba juventud y energía, que no dejaba de dar saltitos mientras hablaba.💬Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Pero yo no llevaba lápiz, de modo que le pedí a mi padre si podía prestarme el suyo. El tampoco llevaba. Ni mi madre. Y resultó que los demás adultos tampoco.El gran Willie Mays seguía allí, mirándome en silencio. Cuando quedó claro que no había nadie en el grupo que llevara nada con lo que escribir, se volvió hacia mí y se encogió de hombros.—Lo siento, chaval —dijo—. Si no tienes lápiz, no puedo firmarte un autógrafo.Y salió del estadio perdiéndose en la noche.No quería llorar, pero las lágrimas empezaron a caerme por las mejillas, y no pude hacer nada para impedirlo. Y lo peor fue que seguí llorando en el coche hasta que llegamos a casa. Sí, estaba abatido, decepcionado, pero también irritado conmigo mismo por no ser capaz de controlar las lágrimas. No era ningún crío. Tenía ocho años, y se suponía que un muchacho de esa edad no debía llorar por algo así. No sólo no tenia el autógrafo de Willie Mays, sino que tampoco tenía nada más. La vida me había puesto a prueba, y yo no había sabido dar la talla.Después de aquella noche, comencé a llevar un lápiz conmigo allí donde iba. Adquirí la costumbre de no salir de casa sin antes asegurarme de que llevaba un lápiz en el bolsillo. No es que planeara hacer nada con él, pero no quería que me cogieran otra vez desprevenido. En una ocasión ya me habían pillado con las manos vacías, y no iba a permitir que eso volviera a pasarme.Cuando menos, los años me han enseñado esto: si llevas un lápiz en el bolsillo, hay bastantes posibilidades de que algún día te sientas tentado a utilizarlo.Como me gusta decirles a mis hijos, así es como me hice escritor.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Paul Auster, nacido el 3 de febrero de 1947 en Newark, Nueva Jersey, fue un autor estadounidense cuyo trabajo significó uno de los paradigmas de la literatura norteamericana contemporánea. A lo largo de su carrera, Auster fue aclamado por su habilidad para explorar temas complejos como la identidad, el azar y la soledad a través de una prosa distintiva y evocadora.💬Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Uno de los aspectos más destacados de la obra de Paul Auster fue su famosa "Trilogía de Nueva York", compuesta por las novelas "Ciudad de cristal" (1985), "Fantasmas" (1986) y "La habitación cerrada" (1986). Esta trilogía, considerada una obra maestra del género posmodernista, fusionó elementos del thriller, la metaficción y la filosofía existencialista para crear una narrativa absorbente que desafió las convenciones literarias tradicionales.Auster fue conocido por su estilo de escritura conciso y reflexivo, así como por su uso magistral de la estructura narrativa fragmentada y la voz narrativa ambigua. Sus personajes a menudo se encontraban en mundos enigmáticos y laberínticos donde la realidad se entrelazaba con la fantasía, lo que invitaba al lector a reflexionar sobre cuestiones fundamentales de la vida y la experiencia humana.Además de su trilogía más famosa, Auster produjo una amplia gama de obras que abarcaban novelas, ensayos, poesía y memorias. Entre sus obras más destacadas se encontraban "El libro de las ilusiones" (2002), "Brooklyn Follies" (2005), "4 3 2 1" (2017) y "Diario de invierno" (2012). En cada una de estas obras, Auster demostró su maestría para tejer historias complejas y profundamente humanas que resonaban con los lectores a nivel emocional e intelectual.El trabajo de Auster fue destacable por su capacidad para capturar la esencia de la condición humana en todas sus complejidades y contradicciones. Su enfoque introspectivo y su exploración de temas universales como el destino, el azar y la búsqueda de significado consolidaron su lugar como uno de los escritores más influyentes de su generación.Auster falleció el martes 30 de abril a los 77 años después de padecer cáncer de pulmón. A lo largo de su carrera, fue galardonado con numerosos premios y reconocimientos, incluyendo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.