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Una niña de 12 años transmite su pasión por los libros en una favela de Río

¡Yo no leo, yo devoro libros!", afirma Lua, hojeando con delectación uno sobre Nelson Mandela en la biblioteca que ella misma fundó, con 12 años de edad, en su favela de Rio de Janeiro.

Raíssa Luara de Oliveira
Raíssa Luara de Oliveira llamó al lugar "O Mundo da Lua" (El mundo de la Luna).
AFP

El cuarto, de unos 20 m2 con un techo de chapa ondulada, contiene unos 18.000 libros meticulosamente ordenados en estantes y varios almohadones esparcidos en el suelo.

La niña, cuyo nombre completo es Raíssa Luara de Oliveira, llamó al lugar "O Mundo da Lua" (El mundo de la Luna), el apodo que escogió en evocación del astro lunar, aunque tiene los pies bien plantados en la tierra.

"A mis 12 años, he hecho más por mi comunidad que usted durante todo su mandato", afirmó Lua en un video dirigido recientemente al alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella.

Su comunidad, como se denominan las favelas, es la de Tabajaras/Cabritos, en una colina que se yergue entre los barrios adinerados de Copacabana y Botafogo.

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Desde el balcón de la asociación que acogió la biblioteca se avizora el Pan de Azúcar, una de las principales atracciones turísticas de Rio.

Emoción en las redes

A Lua se le ocurrió crear este lugar hace seis meses, después de visitar una feria del libro.

"Vi a una madre decirle a su hija que no tenía recursos para comprarle un libro que costaba 3 reales (USD 0,6). Me dije a mí misma que tenía que hacer algo", cuenta.

Apenas volvió, lanzó un pedido de libros por Facebook. Haciéndose pasar por su abuela, envió un mensaje a Vania Ribeiro, la vicepresidenta de la asociación de vecinos, para pedirle un local.

Ribeiro se dio cuenta de que su interlocutora era Lua y le respondió: "Si tú te encargas de cuidarlo, está bien".

"Cuando supe que ella había hecho todo esto a escondidas, la regañé un poco, pero después le brindé apoyo", dijo su abuela Fátima Oliveira, una costurera de 60 años a quien Lua llama "mamá" porque la crió desde bebé.

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El video de la muchacha, rebosante de entusiasmo, emocionó, tuvo impacto y las donaciones comenzaron a llegar desde todos los puntos de la ciudad.

Lua también consiguió la atención de la televisión para hacer conocer su proyecto.

Hasta ahora siguen llegando libros, unos 1.500 por semana, casi demasiado para su pequeña biblioteca.

Detrás de los estantes, hay grandes cajas llenas para ir a otro lugar.

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"Un joven de Piauí [estado del empobrecido noreste de Brasil] me dijo que quería abrir una biblioteca en su ciudad, inspirado en mi proyecto. Seleccioné 500 libros para él, pero necesitamos dinero para enviarlos, así que voy a pedir donaciones en línea", dijo la niña.

Hay planes de hacer envíos a Rio y cuatro estados del noreste.

Problemas de racismo

Los libros colectados por Lua encienden el deseo de leer en los niños de la favela.

"Adoro venir aquí, así evito pasar el tiempo en la calle cuando no tengo clases. Antes sólo pensaba en jugar fútbol o en videojuegos", dice Daniel Couto Nascimento, de 10 años, acostado en un cojín con un comic en mano.

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Lua tampoco estaba enfocada en la lectura antes de los nueve años, cuando un maestro le enseñó "El diario de Greg", un best-seller para público adolescente del estadounidense Jeff Kinney.

Desde entonces se ha convertido en una ávida lectora y ha diversificado su interés a libros más extensos y con temáticas como racismo o tolerancia religiosa.

"Vi a policías colocar a mi papá contra la pared por ser negro. Y recientemente un internauta me llamó hechicera vudú en las redes sociales, diciendo que yo había robado el color de cabello de los europeos", cuenta Lua.

Este tipo de ataque no hace sino reforzar la motivación de la joven brasileña, que sueña con ser veterinaria y ya está trabajando en un nuevo proyecto: un refugio para los perros y gatos callejeros de su favela.