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La guerra no se puede olvidar con una lágrima: Luis Alberto Becerra

Para el autor de ‘La ausencia y el olvido’, en Colombia “necesitamos ponernos de acuerdo y entender que el otro no está ausente”. El poeta leyó en HJCK un fragmento de su obra.

Luis Alberto Becerra
Luis Alberto Becerra ha participado en publicaciones especializadas en temas de bibliotecas públicas y patrimonio bibliográfico.
Cortesía

La editorial española Castalia de Edhasa acaba de publicar el libro de poesía La ausencia y el olvido, del colombiano Luis Alberto Becerra, quien además de escribir a dedicado su vida a la bibliotecología y en los últimos dieciocho años se ha desempeñado como comprador de libros de la cadena de librerías Panamericana.

Como autor, ha participado en publicaciones especializadas en temas de bibliotecas públicas y patrimonio bibliográfico, y en 1996 publicó su primer libro de poemas, Los recuerdos del tiempo. Lea también: ¿Cómo superar la guerra? Reflexiones de John Paul Lederach

En La ausencia y el olvido, Becerra explora la soledad y la memoria, temas que relaciona con la actual situación del país en pleno arranque del posconflicto. “En Colombia necesitamos ponernos de acuerdo y entender que el otro no está ausente”, dijo en los micrófonos de HJCK en una entrevista en que reflexionó sobre la poesía y leyó un fragmento de su obra.

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Repasando su trabajo, vemos que antes ya publicó, en 1996, otro libro de poemas, Los recuerdos del tiempo. Antes de hablar de su obra, cuénteme por qué decidió escribir poesía.

Creo que la poesía permite, de alguna manera, reflejar momentos de la vida y, lo que estamos buscando quienes nos acercamos a las letras, sintetizar lo que el alma encierra.

En el caso de la poesía que yo trabajo, lo que busco es sintetizar el dolor humano y la soledad, el tiempo, el olvido, el amor.

En su labor como bibliotecólogo y ahora como comprador de libros de Panamericana, ¿cómo ve usted el mercado literario en Colombia? ¿Cuál es el lugar de la poesía?

Últimamente viene despertándose un interés por lecturas de libros de poesía y por el trabajo de gente nueva. He visto crecer el mercado en los dos últimos años y realmente dependemos de lo que hagan los editores, tanto nacionales como extranjeros.

Eso, de alguna manera, permite que se acerquen nuevos públicos a la poesía.

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¿Cómo llevar la poesía a nuevos públicos?

Escribir, sintetizar y buscar un camino. Hay diferentes formas de escribir y de llegar a la poesía, y cómo llamar (nuevos lectores) también es un ejercicio que tiene que arrancar desde la educación.

Normalmente el poema y los grandes de la poesía no se tocan en las clases en los colegios y uno encuentra grandes poetas que prevalecen y que hacen parte de la historia de la literatura, pero quedan olvidados porque en los colegios y establecimientos educativos ni siquiera se narra el poema, y el poema puede ser visto desde diferentes aristas, caminos.

No solo se publica para el amor, sino para el dolor, la violencia, para el conocimiento de uno mismo. Hay diferentes formas de acercarse y apropiarse de la poesía, pero también depende de que alguien nos conduzca.

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¿Recuerda cómo llegó a la poesía y cuáles fueron sus primeras lecturas?

Desde pequeño me narraban un poco la historia. Mi padre, que era una persona que venía de los 50 de la Violencia, nos enseñó siempre a coger los libros. No propiamente la poesía, pero yo la fui descubriendo en la medida en que iba cogiendo lecturas de joven.

Tuve la oportunidad de pasar por la Luis Ángel Arango después de que salí de estudiar y me metí a una zona infantil donde aprendí, no solo lo juvenil, sino que fui cogiendo cosas hasta llegar a la poesía, que me acerqué como a los 16 años y empecé a hacer borradores y a tratar de incursionar en esto.

En su libro el poema yace en lo cotidiano, lo humano, lo visceral y lo elemental. ¿Qué otros temas le obsesionan a la hora de escribir?

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El tema de la ausencia lo vivimos a diario y creo que como país muchas veces estamos ausentes, aunque de cuerpo estemos presentes. Esto ocurre también en el amor, en el día a día. Podemos estar presentes ahí, pero nuestra mente vive muchas ausencias, y eso es lo que trato de tocar en este nuevo libro.

Llegar al fondo, de alguna manera tratar de abigarrar la piel del lector y de quien va a coger este libro.

Apenas abrir el libro La ausencia y el olvido, encontramos una página de lo que sería una dedicatoria con la frase: “Solo una lágrima limpiará mi corazón de tus olvidos”, ¿para quién es este libro?

Este libro no tiene nadie en particular. Lo fui escribiendo durante muchos años y esta frase dice que, de alguna manera, la lágrima ayuda a limpiar los dolores, cuando somos alegres inclusive lloramos.

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Pero también es importante entender que, en nuestro diario vivir, en la forma de amar, uno muchas veces queda muy solo y es necesario soltar alguna lágrima. Es lo que trato de resaltar en esa frase, el corazón no puede estar sin limpiarse, sin verse, sin refrescarse.

Una gota de agua en el mar no lo llena, pero sí lo ayuda a calmar.

Dice que hizo este libro a través de los años, ¿cómo fue ese proceso de escritura y de dónde salen sus versos?

El primer verso que encontramos allí es del 2005, que lo trabajé ya para este libro, pero en general he venido desarrollando un trabajo por más de 10 años para llegar a estos 60 poemas que es lo que hay acá.

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Es un trabajo de escribir párrafos en las noches, las madrugadas, en la soledad del estudio de mi casa. Voy cogiendo frases, organizando, releyendo, borrando y volver a escribir.

Estos versos salen del diario vivir, de lo que veo, de lo que siento. Yo creo que cuando uno ve el país (siente que) el país necesita mucha solidaridad.

Hay gente que está muy ausente, como lo decía, hay muchos olvidos porque la historia cultural nuestra ha sido tratar de olvidar, pero no nos dicen de qué manera curarnos. Eso es lo que yo siento.

Creo que lo que estamos viviendo en este momento de la historia es muy importante. Algunos nos dicen que olvidemos lo que pasó, que no hubo una guerra, y eso no se puede olvidar con una lágrima. Que nos digan que tenemos que olvidar, dejar así y que no ha pasado nada, creo que hay que pararlo y me gusta mucho lo que está haciendo la juventud pidiendo no más guerra y sí a la paz. Eso, de alguna manera, refleja ese espíritu que hay detrás de estos poemas.

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¿Ha tenido usted alguna cercanía con víctimas o situaciones del conflicto armado en el país?

Durante una parte de mi vida trabajé con el Estado, donde lo que hoy en día es el Ministerio de Cultura. Recorrí país y vi el dolor de los campos y el tema de la violencia. Eso que uno vivió y entender el poder de un arma en manos de alguien que no sabe exactamente para lo que es, me pone a pensar en la importancia de tratar de desarmar a la gente, desarmar lo que somos como Estado.

Lo que deberíamos estar pensando para la nueva Colombia es cómo logramos conversar y llegar a acuerdos y no buscar la violencia. Necesitamos dialogar, ponernos de acuerdo, y entender que el otro no está ausente. Eso de creer que tenemos la palabra porque tenemos el poder es parte de la idiotez que tiene este país.