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Músico de la semana: Jacques Offenbach

Jacques Offenbach es celebrado mundialmente como un famoso violonchelista, creador de música eclesiástica y romántica.

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De niño se destacó en la interpretación del violín y el violonchelo, por lo que su padre decidió llevarlo a estudiar al Conservatorio de París. Intentó adaptarse al rígido plan de estudios impuesto por Cherubini, pero lo abandonó por un empleo de director de la Opera Comique. Logró la fama en el Segundo Imperio de Napoleón III y su nombre quedó vinculado al bullicioso teatro cómico de París.

El 20 de junio de 1819 nació en Colonia, el futuro fundador y rey de la opereta francesa, hijo de un músico y cantante de sinagoga llamado Isaac Juda Eberst, que en razón de su ciudad natal, Offenbach am Rhein, era conocido como "el de Offenbach" y que acabó adoptando legalmente este nombre.

Jakob, más tarde Jacques, recibió a los seis años la primera lección de violín, a los ocho ya componía y a los nueve comenzó a tocar con notable talento el violonchelo. En 1833, el padre llevó a París a ambos hijos (también Julius estaba musicalmente dotado). Jakob tenía que ingresar en el célebre Conservatorio, pero parece que la prohibición de aceptar extranjeros hacía imposible la admisión. El director, Luigi Cherubini, ordenó personalmente que se exceptuase al joven de Colonia. Pero éste se fue un año más tarde y empezó a trabajar como violonchelista en la orquesta de la Opera Comique.

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En 1838 se hizo amigo del compositor alemán Friedrich von Flotow, que vivía en París. Abandonó la orquesta y se dedicó a la enseñanza. Se casó en 1844 y aprovechó la circunstancia para hacerse católico. En 1848, ante los disturbios de la revolución, huyó con su familia a Colonia, donde participó en un concierto celebrado en la catedral. Al volver a París, dirigió la orquesta de la Comedie Francaise. Compuso entonces su primer éxito importante: La chanson de Fortunio.

En 1855 llegó tan lejos que pudo inaugurar su propio teatro, los "Bouffes parisiens". Mientras tanto componía incansablemente y así surgieron, con las más diversas denominaciones genéricas, como opera bouffe, opera féerie, vaudeville, musiquette, etc., comedias musicales de contenido irónico y paródico, en las que se puede ver el comienzo de la opereta. Orphée aux enfers, de 1858, y La belle Héléne, de 1864, se convirtieron en éxitos mundiales. No gustó en 1864 su ópera Die Rheinnixen ("Las ondinas del Rin"), que fue interpretada en la Hofoper de Viena y que contiene la barcarola que más adelante se haría tan famosa en Los cuentos de Hoffmann.

De las 102 obras escénicas compuestas por Offenbach, se pueden mencionar: La vie parisienne, Barbe-bleue, La Grande-Duchesse de Gérolstein, La Périchole, Lile Tulipatan. La música de Offenbach es siempre graciosa e ingeniosa, sus obras transmiten alegría, relajación, sátira social, crítica despiadada de las condiciones sociales de la época. La Offenbachiada se convirtió en concepto. Offenbach describe las condiciones del París de la época, malignamente, con ironía, pero nunca sin comprensión y siempre con un claro afecto.

En 1879 invita a amigos y a personas ilustres a un concierto privado, en el que se representan fragmentos de una ópera seria. Un año más tarde, gravemente enfermo, sigue trabajando en ella; cuando muere, el 5 de octubre de 1880, Los cuentos de Hoffmann no han sido terminados, pero más tarde, preparados para la representación por Ernest Guiraud, se convierten en una obra maestra de la gran ópera lírica y fantástica, que cada vez que se representa obtiene un enorme éxito.