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Calixto Ochoa, un juglar eterno

Tras seis años de la muerte del compositor, recordamos algunas de sus canciones y desde nuestro archivo, su voz.

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El paseaíto no sería lo que es, sin la existencia de Calixto Antonio Ochoa. La historia habrá de recordarlo como uno de los juglares más importantes de la región, el mismo que con humor y picardía le cantó a los amores y a los paisajes, hasta que la voz no dio para más. Junto a Los Corraleros de Majagual, hizo más que historia, fue trascendental en las rutas de la música colombiana en el exterior y como si fuera poco, hizo que todo el que lo escuchara no tuviese más opción que bailar.

El acordeonero, compositor y cantante, nació en Valledupar, exactamente en el corregimiento Valencia de Jesús. En 81 años de vida, este artista maravilloso escribió cerca del 1.400 canciones que tomaron forma en la voz de otros artistas y atravesaron el vallenato, los porros, las rancheras, charangas y boleros. Con un poético costumbrismo, Ochoa fue mago y cronista, canción y poema, y así hemos de recordarlo siempre.

Ya en 1954 daba luces sobre el destello de su talento, pero no sería sino hasta 1962 que la música tomaría la amalgama perfecta, gracias a una sugerencia de Antonio Fuentes, y formaría Los Corraleros de Majagual, una agrupación que se convirtió en el músculo de creación y fuerza de los hitos más importantes de su carrera.

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A 6 años de su partida lo recordamos, traemos a los oyentes un fragmento de su voz en la que cuenta la historia del nombre de su agrupación y de paso, interpreta Botoncito, una canción que fue conocida por la interpretación de Diomedes Díaz.