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Digo lo que amo: tres poemas sobre el amor y el deseo

Tres poemas que ponen al cuerpo en medio del dolor y el deseo. Abigael Bohórquez, Ocean Vuong y Walt Whitman.

Poesía
Archivo

Abigael Bohórquez

Primera Ceremonia

primaverizo yaces,
deleital y ternúrico,
y nadie es como tú, cervatillo matutinal,
silvestrecido y leve.
aparentas dormir
y una sonrisa esplende en tus pupilas;
quedo sin mí.
Tú veranidecescuando mis manos desdoblan su pobreza
y tocan tus cabellos dóciles, como el agua
y me tiendo a tu lado.
Desnudo te descubres; desnudo estoy allí;
suspenso, trémulo,
desamparado como la noche del misérrimo;
ayuno y mórbido:
qué puedo hacer, enceguecido y mudo,
atado de estupor,
¿maravillado?
mantienes tu mirada fresca y feroz,
sedienta de antemano;
resplandeciendo en la devoradora oscuridad: tu sexo,
húmedo, cálidamente eléctrico, madero victorioso,
con el recuerdo herido todavía
de la primera masturbación y el receloso orgasmo, y tus labios suntuosos
temblando un hálito que ya no necesita
el niño que eras,
y tu cuello miro que pulsa las cuerdas
del corazón, no sé si el tuyo, el mío,
y ninguna palabra pronunciamos,
ninguno a mi favor;
no hay gracia para mí.
Deja que diga no tu pecho núbil,
duro lugar de la salud,
marejada que nadie detendrá,
retén su amor, su odio;
tu modo de ser tú casi me lame,
calor de perro, ojos de ganso, hermano de caballos;
me viene encima tu sazón,
la rotación novicia de tu ombligo,
tu almíbar de estar hecho
veloz, inmóvil, lento, prensil, inapresable;
tiendo una mano: existes;
tus muslos, golpe a golpe, se separan,
se encuentran, se encajan, se unifican,
se hace una brecha ardiente en el revuelode la sábana;
no hay piedad para mí.
Tus dientes caen, degüellan,
rindo el sentido.
Tómame,deshónrate, sométeme, contrístate, obedéceme,
enloquece, avergüénzate, desúnete, arrodíllate,
violéntame, vuelve otra vez, apártate, regresa,
miserable, amor mío, lagarto, imbécil, maravilla,
precipítate, aúlla.
De pronto, tú, el relámpago,
abierto, florecido, restallante,
arriba, abajo, encima, ¿dónde?
hiendes la oscuridad,
y adentro:
llueves

Ocean Vuong

On Earth We’re Briefly Gorgeous

Tell me it was for the hunger& nothing less. For hunger is to give
the body what it knows

it cannot keep. That this amber light
whittled down by another war
is all that pins my hand

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to your chest.

You, drowning

between my arms —
stay.

You, pushing your body
into the river
only to be left
with yourself —
stay.

I’ll tell you how we’re wrong enough to be forgiven. How one night, after
backhanding
mother, then taking a chainsaw to the kitchen table, my father went to kneel
in the bathroom until we heard his muffled cries through the walls.
And so I learned that a man, in climax, was the closest thing
to surrender.

Say surrender. Say alabaster. Switchblade.
Honeysuckle. Goldenrod. Say autumn.
Say autumn despite the green
in your eyes. Beauty despite
daylight. Say you’d kill for it. Unbreakable dawn
mounting in your throat.
My thrashing beneath you
like a sparrow stunned
with falling.

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Dusk: a blade of honey between our shadows, draining.

I wanted to disappear — so I opened the door to a stranger’s car. He was divorced. He was still alive. He was sobbing into his hands (hands that tasted like rust). The pink breast cancer ribbon on his keychain swayed in the ignition. Don’t we touch each other just to prove we are still here? I was still here once. The moon, distant & flickering, trapped itself in beads of sweat on my neck. I let the fog spill through the cracked window & cover my fangs. When I left, the Buick kept sitting there, a dumb bull in pasture, its eyes searing my shadow onto the side of suburban houses. At home, I threw myself on the bed like a torch & watched the flames gnaw through my mother’s house until the sky appeared, bloodshot & massive. How I wanted to be that sky — to hold every flying & falling at once.
Say amen. Say amend.

Say yes. Say yes

anyway.

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In the shower, sweating under cold water, I scrubbed & scrubbed.
In the life before this one, you could tell
two people were in love
because when they drove the pickup
over the bridge, their wings
would grow back just in time.

Some days I am still inside the pickup.
Some days I keep waiting.

iIt’s not too late. Our heads haloed
with gnats & summer too early
to leave any marks.
Your hand under my shirt as static
intensifies on the radio.
Your other hand pointing
your daddy’s revolver
to the sky. Stars falling one
by one in the cross hairs.
This means I won’t be
afraid if we’re already
here. Already more
than skin can hold. That a body
beside a body
must make a field
full of ticking. That your name
is only the sound of clocks
being set back another hour
& morning
finds our clothes
on your mother’s front porch, shed
like week-old lilies.

Walt Whitman


Quienquiera que seas me llevas ahora de la mano

Quienquiera que seas me llevas ahora de la mano, si falta algo todo será inútil,
te lo advierto antes de que me lleves más lejos,
no soy lo que supones tú, soy muy diferente.

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¿Quién me seguirá? ¿Quién se propondrá como candidato de mis amores?
El camino es receloso, el resultado incierto, tal vez destructivo, tendrás que renunciar a todo, aspiro a ser yo Dios único y exclusivo, tu noviciado será entonces largo y agotador.

Abandonarás todas las teorías de tu vida pasada y todas las convenciones de las vidas que te rodean las que tendrás que abandonar,
así que déjame ahora, no te molestes más, retira tu mano de mi hombro, déjame y sigue tu camino.
O nos ocultaremos en el bosque para probar,
o detrás de una roca al aire libre
(puesto que dentro de los techos de una casa no me muestro, ni en compañía, y en las
bibliotecas permanezco mudo, boquiabierto, nonato o muerto),
pero posiblemente contigo en lo alto de una colina, asegurándonos que nadie
nos pueda sorprender,
o posiblemente contigo navegando en el mar, o en la playa o en una isla tranquila, te permita que pongas tus labios sobre los míos.

Con el largo beso del camarada o con el beso del flamante esposo, porque yo soy el flamante esposo y yo soy el camarada.
O si tú lo quieres, metiéndome bajo tu ropa,
donde pueda sentir los latidos de tu corazón o descansar sobre tu cadera,
llévame contigo cuando partas por tierra o por mar;
pues me basta con apenas rozarte,
porque así, tocándote, me sumiría silencioso en el sueño y me dejaría llevar eternamente, pero estas hojas te condenan al peligro,
porque estas hojas no las comprenderás, porque a mí no me comprenderás, te esquivarán primero y luego más todavía,
yo ciertamente te esquivaré,
y cuando pienses que me tienes entre tus manos, ¡mira!
verás que ya he escapado de ti.

Pues es por rebeldía lo que he escrito en este libro,
ni leyéndolo lo comprenderás,
ni me conocen aquellos que me admiran y me elogian jactanciosos,
ni los candidatos a mi amor (salvo unos pocos, acaso) saldrán victoriosos, ni mis poemas harán sólo el bien, harán el mal también, tal vez harán más
mal que bien, porque todo es inútil sin aquello que tal vez trates de adivinar tantas veces
sin acertar, por tanto, déjame ir y sigue tu camino.