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Cinco películas imperdibles de Luis Ospina (selección de Manuel Kalmanovitz)

Desde 'Agarrando pueblo' a 'Todo comenzó por el fin', estos son los filmes de Luis Ospina que todo amante del cine debería ver.

Luis Ospina
Colombian director Luis Ospina poses on April 5, 2008 at Toulouse's cinematheque, southwestern France after winning the jury price for his movie "Un tigre de papel" during the 20th edition of the South American cinema festival. PASCAL PAVANI/AFP PHOTO (Photo by PASCAL PAVANI / AFP)
PASCAL PAVANI/AFP

El pasado viernes 27 de septiembre falleció a sus 70 años el cineasta Luis Ospina, una triste pérdida para el cine colombiano y el mundo cinematográfico, que ha rendido homenaje a su figura y obra en los últimos días. Lea también: Homenaje a Luis Ospina, el último rebelde de Caliwood

Para conocer la importancia de Ospina en la historia del séptimo arte en el país, el reconocido crítico de cine Manuel Kalmanovitz hizo una selección de cinco películas imperdibles que dirigió el último rebelde de Caliwood y explicó el impacto del trabajo que este desarrolló en conjunto con otros artistas y amigos suyos, como Carlos Mayolo, Andrés Caicedo, Ramiro Arbeláez y Sandro Romero Rey.

Agarrando pueblo (1978)

Para Kalmanovitz, Agarrando pueblo fue una película “clarividente” frente al futuro del cine nacional. En ella destacan “muchas cosas importantes, una de esas es el sentido del humor y otra es la conciencia. Es la película que definió la palabra ‘pornomiseria’”, explica el experto.

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Según la sinopsis oficial hecha por el propio Ospina, disponible en su página web, “Agarrando pueblo fue concebida dentro de un proyecto de mayor envergadura llamado El corazón del cine, haciendo alusión a un texto de Vladimir Maiakovski. En El corazón del cine, la pregunta por el sentido del mismo se lleva a un nivel casi que ontológico: la influencia de la sociedad de consumo y la insólita permeabilidad del cine político frente a esta, concluyen en un llamado al orden, esto debe terminar”.

Todo esto, explica Kalmanovitz, “es una actitud con la que convivimos hasta el día de hoy. Sí ha sido un problema social y político del cine colombiano que temáticamente hay una fijación con las víctimas y los pobres, pero también en ese intento de retratarlos muchas veces lo que se hace es explotarlo”.

Pura sangre (1982)

Esta cinta es una reinterpretación de Ospina de una película de vampiros y una de las pocas cintas argumentales que hizo, “algo que también tiene que ver con problemas de financiación (…) uno ve de dónde venía la estética y los intereses de él, que hace parte de Caliwood, este grupo bastante reducido de gente que eran muy cinéfilos indiscriminadamente”.

Este grupo veía “tanto lo que consideramos alta cultura como también tenían una gran apreciación por el cine B, entonces esa fue otra fuente de interés para todo ese grupo y para Luis Ospina en particular”, señala Kalmanovitz.

La película presenta la historia de Roberto Hurtado, un anciano magnate azucarero, regresa a Cali después de hacerse un examen médico en los Estados Unidos. Lo acompañan en el avión privado su hijo Adolfo y el médico norteamericano Hughes. Este último le revela a Adolfo que su padre padece de una extraña enfermedad que exige transfusiones masivas de sangre de niños o adolescentes del mismo sexo. Dicha enfermedad ha convertido a Roberto Hurtado en un inválido de aspecto monstruoso. Vive aislado del mundo en un penthouse, desde donde controla su imperio económico. Su única comunicación con el mundo exterior es por medio de un circuito cerrado de televisión, según la sinopsis oficial.

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Todo comenzó por el fin (2016)

Esta película es, básicamente, “un recuento de su vida”, un autorretrato del Grupo de Cali.
Kalmanovitz explica que en la cinta se ve el gran peso de Andrés Caicedo “para toda esa generación (del llamado Caliwood)” y a la vez es “un gran documento de cómo esta generación existía. Un retrato de una forma de ser hombre y de la época que atravesó el país”.

Todo comenzó por el fin es el autorretrato del Grupo de Cali, también conocido como Caliwood, un grupo de cinéfilos, que en medio de la rumba desenfrenada y del caos histórico de los años 70s y 80s, lograron producir un conjunto de obras cinematográficas que ya son parte fundamental de la historia del cine colombiano. A su vez, es la historia clínica del propio realizador, quien se enfermó gravemente durante la producción del film. Es el relato de un sobreviviente.

La desazón suprema (2003)

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Una de las ideas recurrentes de Ospina fue ver y retratar al cine como algo que ayuda a conectarse a la gente. Así lo ve Kalmanovitz al analizar las cintas La desazón suprema y Nuestra película.
“Tanto Lorenzo Jaramillo como Vallejo eran cinéfilos (igual que Ospina), por lo que es un tema recurrente en su obra y vida; era un tipo que se la pasaba viendo cine y era uno de sus temas, el cine como lubricante social y une gente”, explica.

En La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo Ospina realiza un documental sobre el escritor colombiano Fernando Vallejo. Como señala una reseña compartida en su página web, la cinta sigue “una estructura literaria y una intensa intertextualidad con obras de Vallejo y otros escritores”, constando de un prólogo con epígrafe y nueve capítulos (también con epígrafe cada uno) alrededor de diferentes episodios de la vida del escritor.

Nuestra película (1992)

Para esta película, Ospina entrevistó al pintor Lorenzo Jaramillo poco antes de morir. “El resultado no es un documental más sobre la vida y obra de un pintor sino una pequeña obra maestra del video”, como explica una crítica que el propio Ospina comparte en su web.

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